Lo hizo hace algo más de una década con el Cayenne y en el 2015 lo volvió a hacer con el Mission E: Porsche demostró una vez más a la competencia que no hay que tener tabúes y que se puede innovar sin traicionar el espíritu y la tradición de una marca.
El Salón del Automóvil de Frankfurt 2015 fue un escenario de un buen número de novedades en el segmento de lujo pero una de ellas tuvo especial protagonismo gracias a una inesperada sorpresa. Allí Porsche desveló en primicia su Mission E, el concepto que proyecta el futuro de la marca con un deportivo eléctrico capaz de hacer frente a la mismísima Tesla Motors.
Porsche lanzo un ‘bombazo’ eléctrico con 600 caballos de potencia y una autonomía que disparó las expectativas de expertos y aficionados: puede recorrer hasta 500 kilómetros con una sola carga y, lo que es aún mejor, es capaz de reponer su batería eléctrica al 80%… ¡en menos de un cuarto de hora! De su rendimiento, solo se conoce de momento que alcanza los 100 km/h desde el reposo en menos de 3,5 segundos y que llega a los 200 km/h en menos de 12 segundos.
Con estas prestaciones, incluso el alabado Tesla Model S podría sentirse amenazado, pues solo su versión P85D mejora las cifras del futuro rival de Porsche, con el añadido de que la recarga de baterías sería algo más rápida en el deportivo alemán.
En lo referente a su diseño, Porsche mantiene el conservadurismo en las líneas que le ha caracterizado en los últimos años con una imagen que recuerda demasiado a la del 911 o el Panamera.
Por dentro, en cambio, sí se muestra más novedoso. Las cuatro plazas de este deportivo eléctrico se enmarcan en un habitáculo deportivo e inteligente, con un sistema que incluso permite que se puedan controlar varias funciones (navegador, información y entretenimiento, climatizador, configuraciones…) por medio de gestos: a través de una cámara, el coche sabe a qué instrumento está mirando el conductor y entonces solo basta con pulsar un botón en el volante para navegar sobre el menú que se tiene en la mirada.
Además, Porsche ha depositado en el Mission E lo mejor tanto de sus deportivos de calle como de su experiencia en la competición: motores sincrónicos de imán permanente, recuperación de energía de frenado, tracción total bajo demanda, dirección activa a las cuatro ruedas o la tecnología de construcción ligera con una distribución óptima del peso y un centro de gravedad bajo que optimiza su rendimiento deportivo.
Tal ha sido la repercusión que puede decirse que incluso ha silenciado a los fans de Porsche más puristas, para quienes, a priori, la propulsión eléctrica va en contra de la tradición deportiva de la firma.
Otra cosa sería si, como se viene rumoreando, la compañía alemana decidiera materializar los principios del Mission E en un 911 eléctrico… ¿Podrían los “fundamentalistas” llegar a perdonar el sacrilegio? ■