En Lisboa, la decadente y a la vez hermosa capital de Portugal, la cultura del café forma parte de la vida diaria de sus habitantes, pues se dice que existe una cafetería por cada 250 lisboetas. Estos preciosos cafés, algunos con siglos de historia, son plazas de encuentro y socialización, y forman parte del encanto de una ciudad que bien merece una visita.
El café es una de las grandes devociones de los portugueses y lo toman de múltiples maneras. Por ejemplo: café (café negro servido en taza pequeña), bica con cheirinho (café negro con un chorrito de brandy), carioca (café muy concentrado), abatanado (café largo), pingado (café con un chorrito de leche) y garoto (café con leche servido en vaso de cristal), entre otras especialidades.
Por su historia, sus golosinas y su buen café, la capital portuguesa puede presumir de contar con emblemáticas cafeterías en las que se puede sentir el latido y ánimo de la ciudad, y aunque hay innumerables, les presentamos dos que no pueden perderse: Café Lisboa y Café Versailles.
Café Lisboa
Largo de São Carlos, 23
Situado entre la Baixa y el Barrio Alto se encuentra el famoso Chiado, una zona de Lisboa conocida por su atractivo local donde se hallan multitud de librerías, pequeñas tiendas antiguas, bares y cafeterías. Entre estas últimas destaca el Café Lisboa, ubicado en el interior del Teatro Nacional de São Carlos, un punto de encuentro y también de partida para conocer mejor a Lisboa. Este conocido teatro, que cuenta con más de doscientos años de antigüedad, es el único espacio de la ciudad en el que se representan óperas y curiosamente, en la misma zona en la que se encuentra, nació Fernando Pessoa, el gran poeta portugués. El Lisboa, como es conocido por los residentes, posee la mística de los antiguos cafés, disponiendo de dos áreas, una sala en el interior del teatro y una amplia y cautivante terraza exterior, que a la llegada de la primavera se convierte en punto de reunión y buen rato para lugareños y forasteros. El conocido chef José Avile, regenta El Lisboa, y ha querido salvaguardar ciertas antiguas tradiciones a punto de perderse, como la de servir bifes (filetes) en los cafés, acompañados, por ejemplo, de alguna buena copa de vino del Duero, así como de los riquísimos pasteles de nata junto a un café pingado o un carioca. Les recomiendo que acudan a El Lisboa en los días en los que se representa una ópera, pues entonces el ambiente es incomparable.
Café Versailles
Av. da República 15ª
A pocos pasos de la Plaza del Duque de Saldanha, el viajero se topa con uno de los cafés más bellos de Lisboa. Fue inaugurado en 1922, y su nombre es un homenaje al palacio francés de Versalles. Su interior recuerda a una mansión modernista con sus toques art nouveau, grandes espejos y molduras antiguas. Una sensación palaciega que se ve acrecentada con la visión de los camareros uniformados a la antigua, las vitrinas repletas de dulces caseros y los anaqueles de viandas suculentas. Le distingue su ambiente atípico, ya que es sitio de encuentro de la gente pudiente de Lisboa, que se entremezcla sin prejuicios con viajeros de todo el mundo. El Café Versailles es también restaurante, con una sección separada que sirve platos tradicionales portugueses como el bacalhau à brás o la caldeirada de peixe. Pero realmente la razón de pasar una velada en este rincón lisbonense está en su decoración, en la atmósfera mundana y en sus exquisitos pasteles. Lea aquí sobre otros legendarios cafés en ciudades como Paris y Viena. ■