No es del todo azul, sino de tonos verdes y marrones. Y su caudal no sólo lleva agua, sino también política y memoria. Espejo de los más bellos edificios, personaje de novelas, frontera y árbitro entre países, el Danubio ha dado de beber a media Europa y ha arrastrado odio, muerte y notas musicales en su recorrido de Oeste a Este. Con sus 2.850 kilómetros (1.770 millas), este río imperial e ingobernable es el más largo de Europa después del Volga, que tiene 1.000 kilómetros (620 millas) más de longitud.
Nace en la Selva Negra, cerca de Donaueschingen, en Alemania, y desemboca en el Mar Negro, en Rumanía, donde forma el delta del Danubio, declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco en 1990, pues alberga miles de especies de plantas, aves y peces. Entre tanto, se pasea por algunas de las ciudades más hermosas del centro de Europa —como Ratisbona, Ulm y Passau, en Alemania— y visita también Austria, Eslovaquia, Hungría, Croacia, Serbia, Rumanía, Bulgaria, Moldavia y Ucrania.
Es difícil recorrerlo todo en un único viaje, pero hay tramos gloriosos que bien valen unas pequeñas vacaciones. Por ejemplo, aquel en el que el Danubio dobla por un estrecho valle a través de los Cárpatos, unos 10 kilómetros al norte de Budapest, en Hungría, donde se pueden hacer paradas en pueblos encantadores como Szentendre, Visegrad o Esztergom. Vea aquí nuestra selección de destinos y hoteles de lujo de todo el mundo.
1. Budapest; 2. Esztergom; 3. Viena; 4. Danubio Express.
A su paso por Austria, el Danubio dibuja alguno de los paisajes más bonitos de su largo recorrido al serpentear por verdes parajes y cerca de castillos, pueblos medievales y abadías barrocas. Ya en la capital, en Viena, es bonito ver cómo los cisnes se pavonean sobre sus aguas. En la ciudad, el río se divide en tres brazos: el Nuevo Danubio, el Viejo Danubio y el Canal, que bordea el casco antiguo. Merece la pena una parada en uno de los muchos restaurantes que se asoman a él. Con suerte, los músicos del local interpretarán “El Danubio azul” de Johann Strauss para amenizar la cena. Porque el Danubio es romántico por naturaleza.
En la capital húngara, Budapest, el río divide a la antigua ciudad medieval de Buda y a la más comercial Pest. Si se encuentra navegando por las aguas del río, le dará la bienvenida el Parlamento, hecho a imagen y semejanza del londinense. Y al paso saludan regios puentes, como el de las Cadenas, flanqueado por leones, el más recordado por los viajeros. Si visita Budapest y se asoma al Danubio de noche, tenga cuidado: puede sufrir un ataque de melancolía.
(I) Parlamento Budapest; (D) Golubac.
Construida a principios del siglo XIV por los húngaros, la fortaleza de Golubac, uno de los monumentos más importantes de Serbia, es otra de las grandes sorpresas que aguardan a quienes navegan por el Danubio. En esta región el río se ensancha y alcanza seis kilómetros (tres millas) de ancho, una extensión que los serbios aprovechan para practicar windsurf, pesca y otros deportes náuticos. Otra de las múltiples facetas de este majestuoso río que, tras abandonar Serbia, se pasea entre Rumanía y Bulgaria antes de morir en el Mar Negro y poner fin a nuestro histórico e inolvidable recorrido. ■