Valencia es la tercera ciudad de España en importancia y en población después de Madrid y Barcelona. Una urbe costera bañada por el mar Mediterráneo que antaño fue romana, árabe y, finalmente en el siglo XI, cristiana. Un lugar de clima agradable y soleado en el que vivir resulta placentero y donde el viajero encontrará mucho que ver, pues su casco histórico es uno de los más extensos de España.
Gracias a su patrimonio histórico y monumental, su rica gastronomía y sus diversos espacios escénicos y culturales, Valencia es una de las ciudades de España con mayor afluencia de turismo nacional e internacional.
Los interesados en el arte y la cultura disfrutarán al máximo en el museo de Bellas Artes San Pío V y en el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), con sus importantes colecciones permanentes y exposiciones temporales. Hay dos grandes hoteles en la ciudad: el céntrico The Westin y el lujoso Hotel Balneario Las Arenas, situado en la playa de la Malvarrosa. Para comer, hay grandes restaurantes premiados con estrellas de la guía Michelin, como Vertical o Alejandro del Toro. Pero si desea probar la legendaria paella valenciana es recomendable que se acerque al precioso restaurante Mas Blayet, donde podrá deleitarse con la mejor gastronomía tradicional de la zona y la amabilidad de Amparo, Belén y el resto de la familia Blayet.
Sin embargo, uno de los grandes alicientes de Valencia son las festividades conocidas como las Fallas, la segunda fiesta más relevante en España, después de los Sanfermines de Pamplona. Las Fallas están declaradas como Fiestas de Interés Turístico Internacional y, por su gran importancia, son candidatas a convertirse en Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco.
Cada año, entre el 14 y el 19 de marzo, Valencia es el destino más deseado. Cientos de miles de turistas se unen a los valencianos para sentir la magia de su fiesta local, cuyo origen hay que situarlo en el siglo XVIII, cuando con la llegada del buen tiempo, los carpinteros y los artesanos quemaban los trastos innecesarios. La gente se aprovechaba de las hogueras y tiraba las cosas viejas de la casa, como la ropa y los muebles que ya no usaban. Luego, en el siglo XIX, los vecinos espontáneamente empezaron a quemar muñecos caricaturescos que parodiaban el estilo de vida de la burguesía y la iglesia. Con el tiempo, la costumbre de realizar estas hogueras se extendió hasta formar parte de la celebración del día de San José, el Patrón de los Maestros Carpinteros, que se festeja todos los años el día 19 de marzo.
Hoy en día, cada barrio de la ciudad “costea y planta”, como se dice en Valencia, su propia falla. Los monumentos de las fallas son auténticas obras de arte hechas de madera, cartón piedra y materiales fácilmente combustibles, que requieren un año de trabajo y un coste de miles de dólares cada una. Las realizan verdaderos artistas, magníficamente preparados y a quienes se les tiene en gran estima. Ellos son los encargados de enseñar el oficio a las generaciones venideras.
Durante estos días del mes de marzo, la ciudad se paraliza, sobre todo su centro histórico, donde se colocan una gran cantidad de monumentos falleros. Valencia es literalmente tomada por los valencianos y por los turistas venidos de otras partes de España y del mundo. Hay verbenas, música y castillos de fuegos artificiales. Los falleros y falleras desfilan ataviados con preciosos trajes típicos del siglo XVIII y se comen paellas preparadas en la misma calle por auténticos expertos.
Estos son algunos de los acontecimientos más notables de la fiesta de las Fallas que no deben dejar de ver si se acercan a Valencia durante esos días:
Plantá. Es la noche del 15 al 16 de marzo. Los falleros de cada barrio montan las fallas en las diferentes calles, junto a su creador y los expertos operarios.
Despertá. Es un acto para levantar a los vecinos de la cama e invitarlos a la fiesta. Del 16 al 19 de marzo, a las 8 de la mañana, los falleros, acompañados de su banda de música, recorren las calles encendiendo estruendosos petardos.
Mascletá. Es una especialidad pirotécnica extremadamente potente y ruidosa que dura entre 15 y 20 minutos. A los valencianos les encanta este espectáculo, cuyo final puede compararse con un impresionante terremoto. Es imprescindible mantener la boca abierta para evitar problemas de sordera.
Ofrenda de Flores. Es un acto muy emocionante. El 18 de marzo, las falleras desfilan con ramos de flores de diferentes colores, que servirán para formar el manto de La Virgen de los Desamparados, patrona de Valencia, en la plaza de la Virgen.
Cremá. Es el momento más atractivo y, a la vez, el más triste. El 19 de marzo, a las 12 de la noche, se queman todas las fallas después de un impresionante castillo de fuegos artificiales. Pasados unos minutos, quedan sólo cenizas. Instantes después entran en acción los servicios de limpieza que dejarán lista la ciudad para la vida cotidiana en pocas horas. Con la cremá terminan las fiestas y comienzan los preparativos para las del año siguiente.
Las Fallas son una fiesta mediterránea, colorida y ruidosa, de enorme belleza plástica y visual, llena de esperanza y alegría porque llega la primavera. Pero también es una fiesta que recuerda que los objetos materiales, por muy caros e impresionantes que sean, pueden convertirse en un montón de cenizas en unos pocos minutos.
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