Un alimento hipocalórico es aquel que ha sido manipulado para reducir su volumen de azúcares o grasas con la finalidad de que su contenido energético sea menor. Para que un alimento sea considerado ligero o light debe tener un 30 por ciento menos de calorías que su análogo regular, ya sea natural o manufacturado, pues sólo así puede ser denominado como ligero. Además, la etiqueta debe reflejar el porcentaje de reducción de calorías, su valor energético, la cantidad de grasas saturadas y el contenido en sodio.
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El consumidor es quien debe estar atento y no dejarse confundir con términos que, en ocasiones, pueden parecer análogos, por ejemplo: “dietético” hace referencia a un producto más sano o equilibrado (sin gluten, sin conservantes, etc.) pero no quiere decir que engorde menos.
Lo mismo ocurre con el término “integral” que se añade a muchos alimentos beneficiosos para nuestra salud por su alto contenido de fibra, minerales o vitaminas, pero que tienen el mismo contenido calórico que su análogo no integral.
“La proliferación en el mercado de un elevado número de alimentos con los distintivos de light, sin azúcar, bajo en grasa, integral, dietético, etc., ha provocado en el consumidor un estado de confusión tal que lo ha llevado a creencias erróneas como pensar que estos productos no engordan o que incluso adelgazan, y nada más lejos de la realidad”, explica la doctora Francisca Pérez, profesora de Fisiología Humana de la Universidad de Murcia, España. Asimismo, la Dra. Pérez señala que el abuso de estos productos “no sólo no ayuda a reducir el peso, sino que puede contribuir a aumentarlo”.
Saber leer la información de las etiquetas de los alimentos es otro problema. Según la etiqueta, un chocolate puede no llevar azúcares entre sus ingredientes, pero contiene casi las mismas grasas y calorías que un chocolate regular. Del mismo modo, una mermelada puede distinguirse por ser un producto bajo en calorías por contener edulcorantes no calóricos, pero contiene fructosa que es un azúcar natural.
Otro gran error es creer que un producto light puede sustituir a un producto regular. Eso conlleva a consumir el doble o el triple porque pensamos que no engorda.
Según el psicólogo Luis Huertas, experto en trastornos de la alimentación, muchos consumidores de productos dietéticos utilizan los llamados alimentos light para tranquilizar sus conciencias. “Es el caso de la persona que después de una opípara comida, rematada con una generosa ración de tarta y finalizada con una copa de buen licor, pide finalmente un café con edulcorante artificial en vez de azúcar para endulzarlo. Una cosa no compensa la otra”, comenta el Dr. Huertas.
Con todo lo anterior, es fácil entender que los productos hipocalóricos son beneficiosos cuando se consumen en su justa medida. La leche desnatada o sin grasa mantiene todas las propiedades nutricionales (proteínas, carbohidratos, vitaminas) de la leche entera, pero excluye la alta proporción de grasa que tiene ésta y puede ser muy beneficiosa para aquéllos que padecen de obesidad o de las temidas enfermedades cardiovasculares.
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Los especialistas en nutrición concuerdan en que para comer más ligero no es necesario ni conveniente habituarse a los productos light, y que si estos se consumen, debe ser de forma prudente, con la supervisión de un profesional médico y siempre acompañados de una actividad física realizada con regularidad.
Las siguientes sugerencias pueden ayudar a bajar de peso, evitar la obesidad y mantener el peso ideal.
• Llevar una dieta equilibrada, comer de todo pero no en grandes cantidades. Realizar tres comidas principales y dos refrigerios, uno por la mañana y otro por la tarde.
• Aumentar el consumo de fibra. Mejorará la sensación de saciedad y el tránsito intestinal.
• Evitar los alimentos no nutritivos como los dulces, los refrigerios envasados y los refrescos azucarados.
• Cocinar ligero y huir de los platos y guisos pesados.
• Beber al menos tres litros de agua diarios y consumir alcohol de forma moderada (se ha demostrado que una copa al día de vino tinto es excelente para el corazón).
• Restringir el uso de sal y especias fuertes y picantes, pues estimulan los jugos gástricos, lo cual aumenta el apetito.
• Mantenerse activo. Caminar, nadar, correr o realizar cualquier otro ejercicio dinámico durante al menos 45 minutos, de manera habitual o cuatro veces por semana. ■