Uno de los vinos italianos con más renombre internacional es el Marsala, producido desde hace siglos en la región portuaria con el mismo nombre, situada en la isla de Sicilia. Un vino que posee su propia denominación de origen protegida desde el año 1969.
El vino Marsala fue descubierto casualmente por el comerciante de vinos inglés John Woodhouse en 1773, cuando navegaba por las costas de Sicilia rumbo al puerto de Mazara del Vallo y una feroz tormenta lo hizo buscar refugio en el puerto de Marsala. Allí, en sus tabernas, vio beber a los marineros un vino dulce de alegre sabor y color que lo entusiasmó, pues inmediatamente le recordó los vinos de Jerez con los que comerciaba. Woodhouse llevó algunas barricas del Marsala a Inglaterra y regresó para adquirir grandes extensiones de viñedo, producir el vino a gran escala y crear las infraestructuras portuarias necesarias para su exportación.
Un cuarto de siglo después, el Marsala es encumbrado cuando el vizconde y famoso almirante Horatio Nelson hace un encargo anual de 500 barriles para abastecer a la Armada Británica. “Un vino digno de la mesa de cualquier gentil hombre”, llegó a comentar el marino inglés, héroe de la batalla de Trafalgar.
El éxito de Woodhouse atrajo la competencia y, en 1812, el comerciante inglés Benjamin Ingham funda la segunda bodega de Marsala y comienza su exportación a América y Australia. Más tarde, aparece el calabrés Vincenzo Florio, el fundador de la mayor dinastía industrial de Palermo, quien compró la zona colindante entre los dos rivales ingleses y construyó su propia base de exportación mundial.
En poco tiempo, el comercio de vino Marsala prosperó, alcanzando en 1870 una producción anual de alrededor de 50.000 barriles. Ya en el siglo XX, en 1929, la firma Cinzano adquiere las tres empresas establecidas y todavía hoy en día comercializa tres vinos bajo la marca Florio.
Elaborado principalmente con uvas grillo, inzolia y catarratto, el vino Marsala se clasifica, según su dulzura, como seco, semiseco y dulce. Dependiendo de su color puede ser oro, ambra (ámbar) y rubino (rubí). En cuanto al envejecimiento, el Marsala puede ser Fine (envejecido menos de un año), Superiore (envejecido al menos dos años), Superiore Riserva (envejecido al menos 4 años), Vergine o Soleras (envejecido al menos 5 años), Vergine o Soleras Stravecchio y Vergine o Soleras Riserva (envejecido al menos 10 años). Vea aquí nuestra selección de vinos de todo el mundo.
Los mejores Marsalas son los que han sido envejecidos al menos 10 años, pero también vale la pena probar algunos más frescos y con menor crianza. De calidad extrema, destacan especialmente dos Marsalas, producidos por dos de las mejores bodegas de la región: el gustoso y espectacular Èxito Vergine Riserva 1982 de Cantine Martinez y el Marsala Vergine Soleras de Cantine Pellegrino.
Para los que prefieran los sabores más frescos, está el maravilloso Florio Fine Marsala Secco de Cantine Florio, una opción interesante a la vez que intensa.
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