El nombre del artista cubano-estadounidense Enrique Martínez Celaya trae consigo los aires de un arte multidisciplinario que plasma las más variadas formas: pintura, escultura, fotografía, poesía o prosa. Todas estas disciplinas se entremezclan en contextos específicos —que el artista llama ambientes— en los que la línea entre el arte, la filosofía, la literatura o la religión es muy delgada o apena existentes. Próximamente, desde el 2 de febrero y hasta el 7 de marzo del 2014, la complejidad de este artista se podrá palpar en A Wasted Journey, A Half-finished Blaze (Un viaje inútil: Una llamarada medio extinguida), una exhibición individual que acoge la Galería Andersson/Sandström de Umeå, Suecia.
A menudo, Martínez Celaya usa una figura humana que coloca en un paisaje como modo de explorar la naturaleza de la experiencia humana y la búsqueda de su significado. Y no es casual que este artista se interrogue de un modo tan profundo y desde perspectivas aparentemente tan dispares. Ya su formación es una suerte de contrastes: una licenciatura en Ingeniería Física y Aplicada de la Universidad de Cornell en Nueva York, un doctorado en Electrónica Cuántica de la Universidad de California en Berkeley, y una Maestría en Bellas Artes de la Universidad de California en Santa Bárbara.
Con este amplio espectro como antecedente, es más fácil comprender que Martínez Celaya se nutra de una gran variedad de fuentes, desde la poesía nórdica y las costumbres samurái, hasta la física cuántica, el análisis y la filosofía continental, la literatura latinoamericana o la vida cotidiana.
Los trabajos del artista cubano-estadounidense se han mostrado internacionalmente y están incluidos en la colección permanente del Museo Metropolitano de Arte y el Museo Withney de Arte Americano, ambos en Nueva York; el Museo Hermitage de San Petersburgo; el Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles; el Moderna Museet de Estocolmo; y el Museum der Künste Bildenden de Leipzig, entre otros. También su vertiente académica y docente es extensísima, tanto como su larga lista de premios y reconocimientos, entre los que se cuentan, el Premio de Artista Nacional del Centro de Arte Anderson Ranch y el Premio de Joven Talento del Museo de Arte del Condado de Los Ángeles. Su labor de escritura e investigación también es muy amplia —con ensayos sobre arte, poesía, práctica artística y teoría crítica— y en ella destaca su obra Collected Writings and Interviews 1990-2010, publicada por la Universidad de Nebraska.
Toda esta riqueza interna de Martínez Celaya se traduce en obras y proyectos contundentes. Burning As It Were a Lamp (Ardiendo como si fuera una lámpara), ha sido su trabajo más reciente, exhibido en la Galería Fredric Snitzer de Miami, desde el 23 de noviembre hasta el 16 de enero. En esta ocasión, el ambiente lo crean elementos tales como una pintura sobre una pared, otras tres paredes llenas de espejos y la escultura en bronce de un joven de pie frente a una piscina llena con sus propias lágrimas. Un juego entre espejos, fracturas y lágrimas donde la figura del ser humano, en medio de ese contexto, incita a la reflexión profunda.
En la obra de Martínez Celaya, en general, la adolescencia y la ficción literaria encuentran un lugar de inspiración de donde el artista rescata su iconografía de unicornios, lobos, aves coloridas, niños en paisajes nevados, abedules, parajes verdes o cielos azulados. “Sus obras funcionan como la apropiación nostálgica de un momento (auto)biográfico, en el que la profundidad de los episodios psicológicos que han marcado su vida parecen estar anclados en las edades tempranas de la infancia y la adolescencia”, señala el crítico de arte Dennys Matos sobre el artista.
The Pearl (La perla) fue un proyecto presentado entre julio y octubre del 2013. En esa ocasión, el artista transformó casi 12.000 pies cuadrados de la galería SITE de Santa Fe en Nuevo México en un ambiente envolvente en el que conjugó la pintura, la escultura, el video, la fotografía, el sonido y la, escritura mostrando las imágenes de pinos, un océano, un pastor alemán, un elefante hecho con joyas y sus primeros arreglos musicales. “Una perla nace de la irritación, de un deseo de sellar la perturbación, como un modo de mirar lo que hacemos con nuestra vida o lo que nuestra vida hace con nosotros y a nosotros”, explica Martínez Celaya. En The Pearl, su ambiente navega entre los recuerdos de la memoria, las sensaciones y emociones que estos provocan. En definitiva, un discurso de contrastes entre lo natural y lo artificial, lo popular y lo culto, o lo urbano y lo rural.
Este artista tan completo tiene mucho que contar y mostrar. De ahí su imparable agenda: después de su exposición en la Galería Andersson/Sandström en Suecia, Martínez Celaya estará presente en Londres y Los Ángeles durante el 2014 y el 2015. Y para el 2016, el museo PAMM de Miami prepara una retrospectiva sobre este artista multidisciplinario que nunca deja indiferente a su público pues, como él mismo afirma, “el arte es el modo que encuentro de entender una versión más amplia de la vida”. ■