Erigido en 1228, el Castillo de Ashford es el más antiguo de Irlanda y el sitio ideal para satisfacer la fantasía medieval de todo viajero. Después de ser el objeto de fieras batallas y cambiar de propietario en varias ocasiones, en 1852 esta fortaleza pasó a las manos de Sir Benjamin Lee Guinness y, posteriormente, a las de su hijo Lord Ardilaun, que ordenó su remodelación y le añadió el ala oeste de estilo victoriano. También mandaron construir nuevos caminos y repoblar con miles de árboles sus alrededores. Por fin, cuando en 1939 el empresario hotelero Noel Huggard adquirió la propiedad, el Castillo de Ashford abrió sus puertas convertido en un lujoso hotel que aloja a huéspedes de todo el mundo, ofreciéndoles una interesante experiencia.
Cada rincón del legendario Castillo de Ashford emana historia. Los resplandecientes salones y corredores, así como sus exquisitas habitaciones y suites, han sido cuidadosamente restaurados para rescatar su esplendor de antaño o mantener intactos sus detalles históricos. Cada una de las habitaciones, de techos altos y espacios poco convencionales, nos remite a un mundo de refinamiento y elegancia en el que se mezclan las piezas antiguas con las comodidades de hoy. Sus amplias suites están mayormente ubicadas en la parte más antigua del castillo, que data de los siglos XIII y XVII. Cuentan con camas de tamaño king con dosel y conservan sus chimeneas originales. Estos son espacios que invitan a la contemplación de las impresionantes vistas del lago y del mismo pasar del tiempo.
Sin embargo, no son sólo sus interiores y su clásica arquitectura lo que hacen del Castillo de Ashford un destino turístico en sí mismo. Su imperturbable entorno rural abre un amplio abanico de opciones para el deleite de sus visitantes: desde una tarde de spa o de golf, hasta paseos a caballo, pesca tradicional o esquí sobre agua.
Una de las opciones más interesantes es navegar por las tranquilas aguas del lago Corrib, bajo la tutela del Capitán Patrick, reconocido historiador irlandés. También es posible dar un romántico paseo en el lago a bordo de un típico bote de madera fabricado en el propio castillo, de acuerdo a las estrictas normas del diseño tradicional irlandés.
Otra singular alternativa de entretenimiento es la cetrería con halcones, una práctica ampliamente extendida durante la Edad Media y cuyos orígenes son tan antiguos que resultan sumamente difíciles de rastrear. Se trata de una actividad con la que se puede observar una especial simbiosis entre hombre y ave rapaz, una experiencia que definitivamente redondea la experiencia en el Castillo de Ashford.
Una visita a la aldea de Cong es imprescindible para todo turista que se encuentre en la zona. Es conocida por ser el lugar de origen de la familia del célebre escritor Oscar Wilde. Aquí se pueden revivir los escenarios del clásico filme The Quiet Man (El hombre tranquilo), de John Ford. Protagonizada por Maureen O’Hara y Barry Fitzgerald, esta película de 1952 encontró su locación ideal en esta región irlandesa. De hecho, si se visita la aldea se puede hacer un recorrido por el Quiet Man Cottage Museum, un innovador concepto que ofrece una réplica perfecta de uno de los sets más representativos de la cinta de Ford.
Para cerrar el día con broche de oro, el visitante debería acudir al George V, restaurante que ofrece lo mejor de la alta cocina regional. Y si prefiere una experiencia más informal, puede optar por los platos del bistró Cullen’s.
Definitivamente, alojarse en el Castillo de Ashford es un capricho muy recomendable. Discreto y eficiente servicio, lujoso e histórico confort en la habitación… Sólo hay algo en este hotel que puede resultar molesto y tremendamente difícil: encontrar una buena excusa para regresar a casa. ■
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