En la costa noroeste de la admirable y atávica isla de Sicilia, bañada por el mar Tirreno, aparece de forma majestuosa la antigua urbe de Palermo, capital de la región autónoma de Sicilia. Una de las ciudades más intrincadas de Europa porque es ecléctica, caótica y vetusta, pero a la vez exótica, excitante y moderna.
Durante sus miles de años de historia, Palermo ha sido conquistada y habitada por fenicios, cartaginenses, griegos, romanos, bizantinos, árabes, normandos y españoles, lo que la ha dotado de una enorme y variada riqueza patrimonial que abarca restos púnicos, árabes y normandos, iglesias bizantinas y barrocas, palacios españoles y teatros neoclásicos.
Por su cultura, arte y actividad económica, fue una de las principales ciudades del Mediterráneo. Hoy en día es un lugar perfecto para pasar unas excelentes vacaciones por sus monumentos, palacios escondidos, calles y plazas que merecen ser visitados. Estos son los lugares más reconocidos de la ciudad:
La catedral
Es una de las visitas imprescindibles. Se llega hasta ella después de un agradable paseo por la vía Vittorio Emanuelle. Es original y fastuosa, llena de referencias árabes y normandas que más la hacen parecer un castillo o palacio que un templo. Se extiende por una agradable y amplia plaza que permite contemplarla con perspectiva. En su interior se encuentran las tumbas reales de Federico II, Enrico VI y Ruggero II.
Capilla Palatina
En esta zona de la ciudad se hallaba el más antiguo asentamiento de Palermo. Más tarde se edificó el Palacio de los Normandos, que en la actualidad es la sede de la Asamblea Regional Siciliana. Su interior alberga la deslumbrante Capilla Palatina, ubicada en el primer piso del palacio, decorada con impresionantes frescos por orden del rey de Sicilia Ruggero II. Es un perfecto ejemplo de convivencia entre culturas, religiones y formas de pensar aparentemente irreconciliables. Sin duda, una singular obra de arte que asombra por el esplendor y brillo del oro y por la perfección de sus mosaicos.
Teatro Massimo
De estilo neoclásico, se inauguró en 1891 y está dedicado al que fuera rey de Italia Víctor Manuel II. La primera obra representada fue Falstaff, de Giussepe Verdi. Es famoso por su acústica y su gran capacidad.
Piazza Pretroria
Se encuentra cerca de la intersección de Vía Maqueda con Corso Vittorio Emanuele. A su alrededor se sitúa un imponente conjunto de edificios, entre los cuales sobresalen el Palazzo Pretorio, sede del ayuntamiento de Palermo, y la Iglesia de Santa Caterina.
En medio de la plaza se halla la Fontana Pretoria, el elemento más llamativo de la plaza, diseñada por el escultor florentino Francesco Camilliani en 1555 para la villa toscana del virrey español de Nápoles, Pedro Álvarez de Toledo y Zúñiga. Luego su hijo la vendió y fue colocada en Palermo en 1573. Por la desnudez exhibida por sus esculturas, que representan personajes mitológicos, se la conoce también como Piazza della Vergogna (Plaza de la vergüenza). Se dice que las escandalizadas monjas locales se indignaron tanto al verlas por primera vez que le rompieron la nariz a cada una de las figuras.
Vía Roma
Es una de las principales calles del Palermo histórico y está jalonada por antiguos palacios señoriales. Aquí se encuentra la iglesia de San Doménico y el Museo Arqueológico, que despunta por su enorme riqueza. Muy cerca se encuentra Vía Libertá, donde están las boutiques de las grandes casas de la moda como Louis Vuitton, Dolce & Gabana, Cartier y otras.
Iglesia de San Giovanni degli Eremiti
Construida alrededor del 1140 y completamente restaurada en el año 1882, es un refugio para el espíritu. Representa un puente entre las culturas que históricamente han pasado por Palermo y han influido en el arte, la historia y la vida cotidiana. Con una marcada influencia musulmana, en sus patios pueden verse innumerables plantas exóticas y palmeras que trasladan al visitante a un lejano ambiente oriental.
Gastronomía y alojamiento
La gastronomía en Sicilia es un crisol de culturas con una fusión de sabores en la que todo es posible. Destacan platos que son esencia pura de los confiteros árabes, quienes dejaron selectos dulces como la cassata. A ellos les deben también la cubbaita, un turrón muy dulce a base de miel con semillas de sésamo y almendras, y los nucatuli, que deriva de la palabra árabe nagal (fruta seca, confitura). Amantes de las esencias, crearon dulces aromatizados con frutas, canela y hasta con flores.
Con el jazmín crearon un helado que se elabora todavía hoy en día y se denomina scursunera. Los árabes también dejaron en la zona una especie de alambiques para la destilación de la grappa que, conforme al Corán, usaban tan solo para desinfectar las heridas. Con los sicilianos se transformó en el licor Rosolio.
Luego, los árabes fueron vencidos por los normandos de Rugero II de Altavilla en la batalla de Cerami en el 1063. Pueblos escandinavos de origen marino y guerrero, además de dejar magníficas catedrales, trajeron consigo sus apreciados arenques y bacalaos secos.
Grand Hotel Et des Palmes.
El barroco gastronómico llega gracias a los españoles, que hacen evolucionar, por ejemplo, la cassata árabe desde el momento que traen un ingrediente base: el pan de España. Y todavía hoy, gracias a los hispanos, se degusta la deliciosa calabaza asada agridulce y la scacciata, una empanada de masa crujiente.
El toque de prestancia culinaria de la cocina siciliana viene de Francia, con el Rollo de masa de hojaldre, que antiguamente la plebe lo rellenaba con fritos y verduras, mientras que los nobles lo hacían con carnes de caza.
Uno de los hoteles más destacados de Palermo es el histórico Grand Hotel Et des Palmes de cinco estrellas. En este ilustre establecimiento Richard Wagner completó su Parsifal en 1881. El escritor francés Raymond Roussel vivió aquí hasta su muerte y el general Charles Poletti lo convirtió en su cuartel general durante la Segunda Guerra Mundial. Por su historia, lujo y belleza, y por los importantes personajes que ha alojado, es uno de los hoteles más notables no sólo de Palermo, sino de toda la isla de Sicilia.
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