El siglo XIX fue sin duda la era de los grandes viajeros. Un tiempo en el que el tren cambió la forma de entender el mundo porque facilitó la posibilidad de recorrer grandes distancias en relativamente poco tiempo. Pero tan sólo un tren se convirtió con el tiempo en sinónimo de aventura, lujo y emociones: el Orient Express.
Su historia se remonta a 1883, cuando el francés Georges Nagelmackers, creador de la Compagnie Internationale des Wagons-Lits, ideó un servicio que uniera las capitales de Europa Occidental con las rutas orientales de manera confortable para viajeros distinguidos. El 4 de octubre de 1883, en la francesa ciudad de Estrasburgo, tuvo su primer trayecto el extraordinario y suntuoso tren Express d’Orient. Fue siete años después, en 1891, cuando pasó a denominarse como lo conocemos actualmente, Orient Express.
El primer recorrido de este legendario ferrocarril iba de París a Estrasburgo, Múnich, Viena, Budapest y Bucarest, finalizando el trayecto en Giurgiu (Rumania), y aunque en la actualidad cualquiera que disponga de los medios económicos suficientes para costearse el viaje puede realizarlo, en sus inicios, sus vagones los ocupaban principalmente reyes, príncipes, condes, duques, sultanes, grandes burgueses, jefes de Estado, diplomáticos y magnates de todo tipo. Pero también contrabandistas, espías, traficantes de armas, prostitutas de lujo o multimillonarios con fortunas conseguidas de forma poco ortodoxa.
El primer tren contaba con dos coches cama de 20 compartimientos con literas. Espacios que durante el día se transformaban en salones. Además, un coche restaurante e infinidad de lujos y todos los detalles inimaginables para la época: paneles de madera de teca, nogal y caoba en los coches, tapicería repujada en oro, sábanas de seda, sanitarios de mármol, copas del mejor cristal y cubiertos de plata, los suelos forrados de gruesas alfombras y los vagones magníficamente aislados y dotados de iluminación a gas, calefacción central y agua caliente. Todo estaba preparado para que los privilegiados pasajeros fueran complacidos al máximo.
En el período de la Primera Guerra Mundial, del año 1914 a 1917, el servicio fue interrumpido. Volvió a la normalidad en 1918. Muy poca gente sabe que en uno de sus coches, que en la actualidad permanece en un museo parisino, se firmó la rendición de Alemania en 1918. Posteriormente fue sacado del museo y utilizado para firmar la rendición de las tropas nazis en la Segunda Guerra Mundial.
En 1919 volvió la normalidad con una importante novedad en el trazado: la apertura del túnel de Simplon, que unía Suiza con Italia, permitiendo que el tren realizase una nueva ruta por el sur, a través de Milán y Venecia. Fue una novedad técnica tan moderna que el nombre de esta infraestructura acabó incorporándose al nombre oficial del tren: Venice-Simplon O.E.
Para comprender la dimensión de este mítico tren sólo hace falta echar un vistazo a sus vagones, cada uno con su propio nombre y su peculiar historia. El “Vera”, con marquetería de antílope y construido en 1932, que en su primer viaje acogió al príncipe Carlos y la princesa Ana, hijos de la reina Isabel II de Inglaterra, y el “Persus”, que sirvió como vehículo en el “funeral sobre raíles” de Winston Churchill en 1965.
En la actualidad el Orient Express —con capacidad para 252 pasajeros, once coches cama, tres restaurantes, un coche bar y dos coches más para el personal y el equipaje— efectúa diferentes trayectos por Europa, siguiendo su mismo modelo insignia de calidad y lujo: Londres, París, Venecia, Florencia, Roma, Praga, Lucerna, Bucarest, Budapest y Estambul son algunas de las ciudades por las que discurre el famoso tren.
Son muchas las anécdotas y curiosidades acontecidas en el Orient Express en estos últimos 130 años. Algunas de las historias más jugosas salen a la luz después de mucho tiempo. Ferdinand de Bulgaria se encerró en un baño al creerse acosado erróneamente por pistoleros. El siguiente monarca búlgaro, Boris III, insistió en que se le permitiese conducir el tren a través de su país, y lo hizo a velocidades de vértigo ante la asustada mirada de los dos maquinistas.
En 1891, el tren fue asaltado por una banda de ladrones que se hizo con un botín de 40.000 libras esterlinas (poco más de $60.000), secuestrando a cinco pasajeros. Y un año después, el tren tuvo que ser puesto en cuarentena por la aparición de una epidemia de cólera a bordo.
El zar ruso Nicolás II pidió con antelación que para su viaje en el tren se decoraran a su gusto los vagones que él y su séquito utilizarían para su visita a Francia. En 1920, el presidente francés, Paul Deschanel, cayó de uno de los vagones del tren en la oscuridad de la noche. Al cabo de unas horas apareció, en pijama, en la casa de un vigilante de un paso a nivel francés preguntando dónde estaba.
La última gran odisea a la que se enfrentaron los pasajeros del Orient Express en aquella época dorada sucedió en 1929, tras quedar bloqueado por la nieve. Sus pasajeros tuvieron que sobrevivir como pudieron durante cinco días a temperaturas por debajo de los 25° centígrados bajo cero y con las reservas de carbón y comida agotadas.
La época de entreguerras y, sobre todo, la década de 1930 fue la de máximo esplendor, dentro y fuera de sus vagones: se añadieron nuevos destinos intermedios y Wagons-Lits puso especial énfasis en el lujo a bordo, con servicio personalizado, alta cocina y cabinas especialmente confortables. Fue entonces cuando las historias que sucedieron a bordo, algunas reales y otras fabuladas —como una archiconocida novela de Agatha Christie con un asesinato a bordo—, convirtieron al Orient Express en leyenda.
Con el paso de las décadas, las historias heroicas fueron menguando y los lujos del tren decayendo, con el objetivo de abaratar costes y poder competir con los viajes en avión. En la segunda mitad del siglo XX, el Orient Express fue agonizando lentamente, alejándose de sus años de esplendor hasta que, en 1977, se despidió de la historia… por primera vez.
El legendario tren volvió a la vida en 1982, casi un siglo después de su nacimiento, pero rebautizado como el Venice-Simplon-Orient-Express.
El Orient Express del año 2013 ha recobrado todo el lujo y esplendor de antaño y se ha convertido merecidamente en una parte sin igual de un glorioso pasado, testigo directo de un viaje por la historia que sigue seduciendo a viajeros que buscan exclusividad y experiencias únicas. ■