En 1772 Philippe Clicquot, descendiente de una familia de banqueros y comerciantes de textil, compró viñedos y fundó un negocio de vinos denominado Clicquot. Su hijo François se sumó al negocio en 1798 pero falleció trágicamente poco tiempo después. Fue su viuda Barbe Nicole Clicquot quien con 27 años optó por tomar las riendas del negocio familiar, convirtiéndose de este modo en una de las primeras mujeres empresarias de la edad moderna.
Madame Clicquot, como es conocida, fue una visionaria y una innovadora y creó, por ejemplo, el primer champagne de añada, inventando a su vez la mesa de removido que permitía clarificar el vino, ganándose con esas idóneas apuestas por la calidad al por entonces floreciente mercado ruso. Consiguió de esta forma poner en marcha una empresa cuyo éxito jamás se vería interrumpido a lo largo de los siglos. Madame Clicquot recibió por parte de sus congéneres el apelativo de “Gran Dama del champagne” en reconocimiento por su audacia y determinación empresarial.
Cuando la gente habla de Maison Veuve Clicquot, por lo general se refiere a la empresa francesa de Champagne con más de 240 años de historia, conocida internacionalmente por su etiqueta de color amarillo-naranja, pero desde hace dos años, la ilustre marca cuenta con una maison propia: L’Hôtel du Marc, una preciosa residencia abuhardillada construida en 1840 por Edouard Werlé, sucesor de Madame Clicquot, en la capital de la región de Champagne en Reims. Sorprendentemente, el edificio que ocupa el actual Hotel du Marc sobrevivió a los terribles bombardeos alemanes a los que fue sometida la ciudad durante la Primera Guerra Mundial.
El encargado de rehabilitar la histórica construcción y convertirla en imagen de Veuve Clicquot fue el prestigioso y mundialmente conocido arquitecto y decorador Bruno Moinard, que con anterioridad había realizado notables creaciones y reformas para el Museo de las Artes Decorativas y el Museo de Roland Garros en París, para las firmas Cartier y Hermes, y también para hoteles y casas privadas alrededor del mundo.
Moinard, concibió para el Hotel du Marc un espacio clásico y a la vez contemporáneo, en el que se conserva la sensación de una casa palaciega familiar burguesa del siglo XIX, con unas interesantes pinceladas de modernidad al integrar en el conjunto destacadas piezas artísticas y de diseño de talentos creativos de hoy en día como Hervé Van der Straeten, Yayoi Kusama, los hermanos Campana, Issey Miyake, Mathieu Lehanneur y Pablo Reinoso, entre otros.
Los trabajos de remodelación del hotel comenzaron en el 2007 y se necesitaron 4 años para su conclusión final. Tuvieron que rediseñarse los planos para hacer el espacio más acorde con las necesidades del siglo XXI. Se procuró una mayor confortabilidad para los baños y las habitaciones, y una cercanía entre los comedores y las cocinas, para más tarde acometer toda la decoración interior, siempre desde un punto de vista esteticista en el que diseño, arte y espacio conformaran un lugar común que no traicionara la arquitectura original ni la historia del palacio.
El Hotel du Marc tiene de hotel tan sólo el nombre, pues las estancias quedan reservadas para los amigos, familiares y colegas de trabajo de la marca, y tan sólo en unas fechas, 15 y 16 de junio, la finca abre sus puertas al público en general en visitas guiadas a sus amplios espacios situados en la planta baja, así como a demostraciones de cocina francesa y técnicas de servicio de mesa. Todo ello acompañado por los diferentes champagnes de esta mítica marca.
La decoración interior, desbordante de obras de arte, no podría dejar indiferente a nadie. El esplendor neoclásico se observa inmediatamente en su escalinata y en la barandilla de hierro forjado de la planta baja, quedando el conjunto perfectamente integrado con el siglo XXI gracias al espejo-origami con pliegues del polifacético artista japonés Issey Miyake.
Este juego entre el pasado fusionado con referencias contemporáneas se establece en todo el inmueble, creando una sensación de energía y sosiego entremezclado con una modernidad bien entendida. Para ello, el arquitecto tenía claro desde un primer momento la importancia de incluir en su proyecto a los mejores artistas del momento. Por ejemplo, los hermanos Campana han ideado en el jardín un pabellón-escultura de exquisita apostura, y en la sala de degustación dominan las lámparas de neón Pendeloque de los artistas franceses Jugnet & Clairet, que han sabido reducir la luz prácticamente a un trazo, un simple concepto.
El mayor efecto artístico se produce en el pasillo de los dormitorios, una zona de paso de tenue iluminación ocupada por grandes retratos de la familia Clicquot Ponsardin. Imágenes en 3D que conducen a la puerta de las habitaciones y que dan al sector la sobriedad y boato de un gran museo. Justamente en el pasillo se encuentra el banco Cadre de Vie, de Pablo Reinoso, una de las piezas más relevantes del Hotel du Marc, donde el creador argentino deja a la vista su delicada concepción artística escultórica de formas curvadas y sinuosas.
La residencia cuenta con 6 amplias habitaciones con nombres que aluden a las estaciones del año y a los países que han sido fundamentales en el desarrollo de Veuve Clicquot. Cada una de ellas es diferente y juega con los distintos colores del vino, de la uva y del champagne. Todas pensadas para facilitar el descanso a través de un sabio manejo de la luz, el color y la temperatura.
El Hotel du Marc es una fantasía onírica, un lugar envuelto en el prestigio, la historia y la fama de la familia Veuve Clicquot Ponsardin. Un universo tan particular como único, en el que conviven a la perfección la elegante excentricidad francesa con un concepto del lujo donde el esteticismo y el vanguardismo aúnan sus esfuerzos para alcanzar altas cotas de brillantez e inspiración artística. ■