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Mucho se habla del trabajo artesanal detrás de la fabricación de productos de lujo. De hecho, eso es parte de su atractivo, lo que los distingue de artículos de consumo no exclusivo. Y muy pocas veces podemos ver directamente ese trabajo paciente de agujas e hilos y cintas de medir. Sin embargo, Hermès abrió las puertas de su taller en Nueva York, y lo que descubrimos fue realmente revelador.
Dentro de un magnífico edificio de estilo colonial, la Tercera Iglesia de Cristo, ubicado en 583 Park Avenue, en Nueva York, la firma francesa llamó la atención de los huéspedes que visitaron el taller los artesanos detrás de algunos de los productos de la marca.
Gracias a Hermès, durante cinco días, varias personas pudieron comprobar de primera mano que tras los exclusivos productos de la marca francesa se esconden horas de trabajo dedicadas a la elaboración perfecta de productos que más tarde se exhibirán en tiendas Hermès de todo el mundo.
Muchos de los artesanos son en realidad familias que, por varias generaciones, han hecho este trabajo, transmitiéndose conocimientos de padres a hijos. De este modo, los artesanos pueden sentir una identificación mucho más íntima y profunda con un oficio que, de algún modo, llevan en la sangre.
Desde que Thierry Hermès fundó la compañía en 1837, muchas cosas han permanecido iguales. Técnicas de costura, selección de materiales han sido el atractivo de una compañía que, curiosamente, comenzó diseñando monturas para caballos. Sin embargo, esta persistencia en la tradición ha ido de la mano de grandes innovaciones durante la historia de la marca.
Hermès no solo elabora accesorios de piel sino que también tiene una sofisticada línea de ropa y hasta relojes. En la sala de confección de camisas del taller de la Third Church of Christ, vimos muchas costureras encargadas de crear las camisas Hermès. En muchos casos llevan más de veinte años trabajando para la marca y dedican entre siete y ocho horas en la elaboración de una camisa, un tiempo breve comparado con el que lleva crear pañuelos de seda o los famosos bolsos Kelly.
Ahora ya entendemos por qué hay hasta ocho años de espera para adquirir el bolso Kelly. El verdadero lujo toma tiempo y paciencia. ■
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