Los inicios de la industria enológica en Sudáfrica se remontan al siglo XVII, exactamente a la época en la que la Compañía Naviera Holandesa de las Indias Orientales creó un punto de abastecimiento en Ciudad del Cabo en 1652, para proporcionar alimentos frescos a los marineros de la flota mercante de la compañía en sus viajes a la India y alrededores. Con los años, el establecimiento de una estación de comercio dio lugar a una floreciente industria del vino y, posteriormente, al nacimiento de una nación.
Los holandeses tenían escasa tradición vitivinícola, y fue sólo después de que los hugonotes franceses se establecieron en el cabo, entre 1680 y 1690, que la industria del vino comenzó a florecer.
Tendrían que pasar varios siglos para que los vinos elaborados en Sudáfrica tuvieran la consideración que tienen hoy en día.
El país no obtuvo la denominación de origen hasta el año 1973, y con el fin de clasificar sus distintas zonas productoras de vino, ya fuera por su calidad o por la cantidad de vino que se producía en cada una de ellas, se comenzó por clasificar las zonas del Cabo, que supone cerca del 90% de la producción del país:
Western Cape. Que comprende Western Cape.
Coastal Region. Que abarca Constantia, Durbanville y Stellenbosch.
Overberg. Incluye Elgin, Paarl y Tulbagh.
Breede River Valley. Engloba Worcester, Robertson y Swellendam.
Estas zonas a su vez se dividieron en distritos, entre los que destacan Calitzdorp, Cape Point, Robertson, Paarl, Worcester, Stellenbosch, Tulbagh y Overberg.
El sistema de denominación de origen en Sudáfrica quedó establecido finalmente de la siguiente manera: Western Cape, Stellenbosch, Swartland, Walker Bay, Elgin, Robertson y Elim. Actualmente el 47% de la exportación de vinos sudafricanos está dirigida a Gran Bretaña, el 25% a Alemania y el 28% al resto del mundo, siendo Estados Unidos y Canadá los principales importadores.
Sudáfrica es hoy por hoy el noveno productor de vino del mundo, y sus bodegueros siguen con atención las tendencias internacionales, implementado las técnicas de cultivo y vinificación más avanzadas. Además, muchas bodegas ofrecen enoturismo de altísima calidad con un servicio perfecto y en lugares muy bien cuidados, con jardines impresionantes, algunos incluso con hoteles y restaurantes y con posibilidad de realizar almuerzos al aire libre con vinos de las bodegas y paisajes paradisiacos, pues no olvidemos que estamos en África. Un verdadero placer para los sentidos.
En Sudáfrica se producen excelentes vinos elaborados con uvas blancas. De hecho, estas variedades suponen el 80% de la superficie del viñedo en todo el país (cheninc blanc, muscat de Alejandría, muscat de Frontignan, colombard, sauvignon blanc, cape riesling, chardonnay) En cuanto a los tintos, las uvas más utilizadas son la cabernet sauvignon, cinsaut, pinotage, syraz, merlot, cabernet franc y pinot noir, Bordeaux Blend y Cape Blend.
Bodegas y vinos
Empezaremos nuestro periplo en la zona de Constantia, ubicada al sudoeste de Ciudad del Cabo, que goza de un clima mediterráneo perfecto para las vides, donde se producen vinos dulces que ya cautivaron en su momento a personajes ilustres como Napoleón o al escritor Stendhal. Despuntan sobremanera dos bodegas: Klein Constantia y Constantia Uitsig. Los vinos blancos que elaboran ambas empresas son frescos, elegantes, aromáticos y sutiles. Brillante y sugerente el Vin de Constance de Klein Constantia.
En Stellenbosch, capital de los vinos de Sudáfrica con la mitad del total de las bodegas del país, encontramos un clima más seco y cálido. Es aquí donde empezó el fuerte interés por la viticultura ecológica. Casi el 100% de las bodegas siguen esta forma natural de elaboración.
Los vinos tintos de este territorio destacan más que los blancos. Aquí se encuentran los mejores Pinotage (bodegas Beyerskloof y la famosa Kanonkop) y los aventajados Bordeaux Blend y Cape Blend (bodegas Muratie y L’Avenir).
Entre los blancos destacan las uvas sauvignon blanc y la semillon, especialmente en las bodegas Vergelegen y Delaire Graff. Esta última bodega es a su vez un reputado y selecto hotel-spa con jardines maravillosos y vistas impresionantes.
Por último habría que enfatizar el destacable trabajo de la bodega Stark-Condé. José Condé elabora con ahínco y grandes dosis de cariño un apasionante Syrah que ha cautivado a medio mundo.
En el interior del país nos encontramos con Paarl, una pequeña localidad muy comercial donde los vinos que se producen son más secos y con mayor grado alcohólico. La bodega Avondale se ha hecho famosa desde 1999 por sus vinos biodinámicos. Laborie Wine Farm brilla gracias a su distinguido y afrancesado brandy de alambique.
Si en Paarl se encuentran vinos más robustos, en Franschhoek son más suaves. Este pequeño pueblo fue creado a finales del siglo XVII por 250 hugonotes franceses que portaban en sus maletas conocimientos y cepas. El municipio es una preciosidad, y pueden observarse muchos nombres franceses en sus calles, bodegas y restaurantes. La bodega La Motte resalta con esplendor en la zona, porque aparte de crear maravillas enológicas como el premiadísimo vino tinto La Motte Pierneef Shiraz Viognier 2004, ha conseguido recientemente el galardón internacional Wine Tourism Awards 2013 gracias al estilo experimental de la bodega, a su personal bien capacitado y a su notable experiencia a la hora de maridar sus vinos con la mejor gastronomía del país.
Sudáfrica es claro ejemplo de cómo el Nuevo Mundo del vino se está transformando y alcanza a día de hoy un grado de profesionalidad y calidad que en nada tiene que envidiar a otros lugares donde tradicionalmente se produce vino en el mundo. Vaticino que en los próximos 20 años los vinos sudafricanos estarán en todas las estanterías de las principales tiendas del mundo, como ocurre por ejemplo con los vinos italianos, españoles o franceses, pues su excelente elaboración, su buena relación calidad-precio y su fulgurante ascenso resulta admirable.
Pero ante todo, les recomiendo que visiten Sudáfrica, se dejen cautivar por la belleza de sus paisajes y la simpatía de sus gentes, y de paso déjense también enamorar por la generosidad de unos vinos que alegran la vida. ■