El pequeño poblado vinícola de Yountville, ubicado en el corazón del valle de Napa en California, Estados Unidos, se ha convertido en uno de los destinos por excelencia para los amantes del vino y la buena comida. Bendecido con la copiosa luz solar característica de la región y cobijado por un clima propicio para la vinicultura, Yountville es también el hogar de The French Laundry, uno de los restaurantes más prestigiosos de la zona.
The French Laundry.
Fundado por el chef Thomas Keller en 1994, The French Laundry es un rincón europeo en el oeste de Estados Unidos. Su acogedora decoración recuerda a los restaurantes de las provincias francesas cuyas tradiciones culinarias permanecen intactas aunque, al mismo tiempo, incluye toques de modernidad. “En mis viajes por Francia cuando era estudiante, me enamoré de los restaurantes de las provincias, tan finos y al mismo tiempo tan acogedores”, señala Keller.
Una década más tarde, con la convicción de reproducir la experiencia de los restaurantes franceses en Estados Unidos, Keller comenzó a buscar un lugar en donde pudiera abrir su negocio. “Un amigo me sugirió visitar una propiedad ubicada en Yountville, en el norte de San Francisco. Desde que llegué, supe que todo aquello que yo había experimentado en Francia podía suceder en este lugar”, recuerda Keller.
Chef Thomas Keller.
Con una inherente sensación de hogar creada por el propio Keller junto a Laura Cunningham, su más estrecha colaboradora y gerente del restaurante, The French Laundry ofrece a sus comensales algo que va más allá del maridaje del vino y la buena comida. Lo que se sirve en la mesa se convierte en un evento para recordar toda la vida, “porque, al final, la comida es una experiencia emocional”, explica Keller.
Cada pequeño detalle en The French Laundry redondea esa experiencia y conlleva el cuidado de todo el personal de servicio, a quienes Keller llama “sus colaboradores”. Su exquisita propuesta la conforman dos menús de nueve platos —Chef’s Tasting Menu y Tasting of Vegetables—, cada uno de ellos extraordinarios por su singularidad: en ninguno se repite un solo ingrediente. “Servimos una serie de platos con pequeñas porciones para estimular la mente, satisfacer el apetito y despertar la curiosidad”, explica Keller. “Uno siempre querrá otro bocado, pero inmediatamente servimos el próximo plato y se vive la misma experiencia, pero de una manera diferente: un nuevo sabor, una nueva sensación y nuevas emociones”.
El sabor que ofrece la cocina del chef Keller encuentra su inspiración en la cocina francesa más tradicional, pero cada plato ha sido ensalzado con los elementos propios de la comida estadounidense moderna.
El edifico que hoy acoge a The French Laundry, construido a finales de 1880, fue concebido inicialmente como una típica cantina del oeste de los Estados Unidos, pero casi cuatro décadas después fue convertido en una lavandería francesa. Luego, en la década de 1980, la antigua edificación de dos pisos fue adaptada para funcionar como restaurante, y no fue hasta 1994 que la propiedad que todos llamaban “la lavandería francesa” pasó a manos de Thomas Keller, quien inmediatamente abrió su negocio, bautizándolo con el mismo nombre que ya todos conocían: The French Laundry.
Oysters & Pearls (ostras y perlas) es un buen ejemplo de lo que los visitantes pueden esperar de este restaurante. Se trata de una exquisita crema de tapioca, ostras griegas y caviar. También lo es el Scottish Sea Trout “Confit a la minute”, una trucha de mar con hinojo, rábanos frescos y mandarinas Satsumas. Uno de los platos emblemáticos de la casa es el tagliatelle, cortado a mano y servido con trufas de invierno.
Sin embargo, esta experiencia en The French Laundry sólo es posible si reserva con una antelación de dos meses para cenar cualquier día o para almorzar los viernes, sábados y domingos. Es el único inconveniente, pero dice mucho del lugar. También se puede reservar el salón completo para eventos privados, pero hay que hacerlo con un año de anticipación.■
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