El área de producción de los afamados vinos de Toro está situada en Castilla y León, región española situada al noroeste del país con una larga y fructífera tradición enológica, ya que existen viñedos en esta zona desde la época en que los romanos conquistaron estas fértiles tierras.
Durante la Edad Media, los vinos de Toro eran muy apreciados en toda España. El negocio fue tan próspero que estuvo incluso favorecido por privilegios reales. A bordo de los buques de la Armada Española, los vinos de Toro atravesaron el Atlántico en los viajes del descubrimiento y la conquista del Nuevo Mundo y, a finales del siglo XIX, se exportaban a otros países de Europa afectados por la crisis que produjo la filoxera —un insecto parásito de la vid—, que dejó a los viñedos europeos yermos e inhabilitados durante décadas.
Los vinos de Toro están elaborados con una variedad de uva conocida como “tinta de Toro”, que está directamente familiarizada con la famosa uva tempranillo, tan utilizada en La Rioja. Estos viñedos son realmente excepcionales en Europa. Sus enérgicas y robustas cepas, de más de 140 años, producen vinos que colman de orgullo a las bodegas que los producen.
El nombre de la bodega Numanthia es un homenaje a la ciudad de Numancia, famosa en la antigüedad por su resistencia al invasor romano. Cuando fue atacada por las legiones de Scipio en el año 133 A.C., sus habitantes resistieron de manera heroica durante años y prefirieron la muerte a la rendición y la deshonra. Numancia se ha convertido en el icono de la tenacidad y la resistencia, dos características que también definen al viñedo de Toro, que es un auténtico superviviente capaz de superar las extremas condiciones del clima local y los ataques continuos de la filoxera para llegar con determinación y persistencia hasta nuestros días.
Numanthia posee 49 hectáreas (121 acres) de viñedos. La mayor parte está plantada con viñas de entre 70 y 100 años de edad, con excepción de una finca excepcional en Argujillo que está formada por viñedos plantados hace más 120 años. Este viñedo está formado por varias parcelas orientadas al sur y al suroeste, con una altitud media de 700 metros (2296 pies). Tiene una composición de suelos arenosos sobre un subsuelo arcilloso. La variedad de uva tinta de Toro produce un racimo grueso de uvas pequeñas ricas en color y en taninos fuertes, y tiene un rendimiento de producción de 2.000 a 3.000 kilogramos (4.400 a 6.600 libras) por hectárea (2,47 acres), uno de los más bajos del planeta.
Estas viñas son un ejemplo de adaptación que es estudiado en las principales escuelas de enología del mundo. Son viñedos centenarios que para adaptarse a un clima extremo han reducido su producción; en cambio, ofrecen una alta concentración de la fruta y de su estructura, lo que se traduce en vinos muy balanceados, de gran presencia y finura.
El enólogo de la bodega trabaja estrechamente con el jefe de viñedos para llevar las vides a su punto álgido en la vendimia, y una vez elaborados los vinos y listos para reposar en las barricas, se reúne regularmente con el jefe de bodega, quien supervisa su avance hacia la madurez.
Los vinos Termes, Numanthia, y Termanthia son el resultado de una armonía colectiva, con el único y firme propósito de alcanzar una perfección y una complejidad que se aprecian desde el instante en que se descorcha cualquiera de sus botellas.
LOS VINOS
Termes 2008
Color rojo oscuro con intensos reflejos rubí. De aromas afrutados frescos e intensos (frambuesa, grosella, cereza), bien integrados y con un ligero toque floral (violetas, lavanda) y de especias suaves y eucalipto. En la boca percibimos inmediatamente su sedosidad y diversidad. Tras una primera impresión persistente e intensa, queda la fruta. Su final es largo y complejo, con notas de especias, tabaco, frambuesas y moras. Un vino ciertamente aconsejable.
Numanthia 2007
Color rojo oscuro, brillante y profundo, con intensos reflejos rubí. Su aroma es vivo y de gran complejidad. Al principio distinguimos intensas notas de frutos rojos y negros (grosellas, frambuesas y moras), perfectamente conjuntadas con especias dulces (canela y nuez moscada), pimienta negra, aromas tostados y regaliz. En el paladar resulta ser un vino carnoso (llena la boca, casi se puede masticar) con taninos muy bien estructurados. El final es muy largo y elegante, con aromas de especias, frambuesas, cacao y notas tostadas que realzan la complejidad y la elaboración artesanal de un vino extraordinario.
Termanthia 2007
Tonos púrpura brillante, oscuros y profundos. Al acercar la nariz a la copa destaca su complejidad y finura en una completa gama de aromas de frutos rojos y negros, regaliz, trufas negras, flores secas y maderas nobles. A los pocos minutos de su aireación, se vuelve todavía más intenso y complejo. Al probarlo, se produce una traslación irremediable al terruño de Toro debido a su densidad característica, a su irrepetible redondez y suculencia, y a sus excelentes taninos. El final se prolonga con emoción y vuelve una amplísima gama aromática a frutos rojos y negros, pero también a cacao, a notas tostadas y a vainilla, provenientes de las barricas bordolesas de roble donde ha descansado durante 20 meses. Termanthia 2007 es un gran vino que difícilmente puede olvidarse. ■