Sus calles, plazas y cafés han visto transcurrir el devenir de mentes tan prodigiosas como los príncipes de las letras Goethe y Schiller, los filósofos Nietszche y Schopenhauer, músicos como Liszt, Bach o Cornelius, pintores como Paul Klee, y no olvidemos al arquitecto, urbanista y diseñador Walter Gropius, fundador de la famosa Escuela Bauhaus que revolucionó la estética del arte, el diseño y la arquitectura del momento y causó furor por sus ideales de cambio y modernidad. Porque visitar Weimar es hacer un viaje a un pasado glorioso, pero también es acercarse a las vanguardias que durante los años 20 del pasado siglo cambiaron el mundo.
Nuestro primer destino, si es que vamos paseando, es la Marktplatz. Aunque no es tan grande ni reputada como su vecina la Theaterplatz, es una plaza muy bella gracias a la fuente de Neptuno y a sus bonitos edificios antiguos, entre los que se encuentra Rathaus, donde hay un carillón de reloj que da las horas y atrae a los turistas. A su lado, podemos encontrar la casa que fue el hogar del pintor Lucas Cranach. Como ambas plazas están muy cerca, se puede acceder caminando a la Theaterplatz, con su monumento a Goethe y Schiller y donde se encuentra el Deutsches Nationaltheater (Teatro Nacional Alemán). Allí podrá disfrutar también de las mejores tiendas, los restaurantes más selectos y cafés con vistas a la plaza.
Uno de los detalles que más impacta cuando se visita Weimar por primera vez es el tamaño del Park and der IIm, conocido también como el Parque Goethe, más extenso que la propia ciudad. Fue inaugurado hace más de doscientos años y es el espacio de descanso favorito de los lugareños. Deambulando por sus alamedas rodeadas de una vegetación boscosa, se toparán con una gran estatua del compositor Franz Liszt, nacido en Weimar, y también con la pequeña casa que el duque Carlos Augusto le regaló a Goethe. Hoy es un pequeño museo y lugar de peregrinaje para los apasionados de la literatura.
Los amantes de la historia se encontraran también en el parque con el Memorial Soviético, un lugar de reposo para los soldados que perdieron la vida en Weimar durante la Primera Guerra Mundial. Es muy recomendable además dar un largo paseo por la calle peatonal Schillerstrasse, donde se ubica la casa del genial Schiller.
Pero si lo que desean es empaparse de modernidad, dirijan sus pasos a la casa Am Horn, construida para la exposición de Bauhaus de 1923 y diseñada por Georg Muche, respetado pintor y profesor del movimiento. El Museo Bauhaus se halla en la Theaterplatz, donde podrá recorrer una extensa colección de los primeros años de este movimiento artístico sin igual.
El mejor hotel de la ciudad es el Elephant, inaugurado en 1696 y decorado con detalles de la Bauhaus. Muy cerca de allí se encuentra el restaurante Anna Amalia, premiado con una estrella Michelin, que ofrece una cocina mediterránea muy original de la mano del chef italiano Marcello Fabbri.
Por su importante legado cultural, sus edificios centenarios en contraste con la influencia de la Escuela Bauhaus, sus plazas históricas y su espléndido parque, Weimar es una ciudad imperdible para los amantes del lujo, la arquitectura, la literatura, la música y la naturaleza. ■