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Aix-en-Provence, Saint-Paul-de-Vence, Mougins, Cagnes-sur-Mer, Villefranche-sur-Mer aún conservan toda la magia y ambiente bohemio de la Costa Azul francesa del siglo XX. No es casualidad que pintores como Modigliani, Matisse o Picasso hiciesen suyos esos rincones de la Riviera francesa, bautizada en 1888 como la Costa Azul por el poeta Stephen Liègeard. Atraído por su luz, su clima suave y sus paisajes, Matisse fue uno de los que se instaló en Niza, la ciudad que —junto a Cannes— goza de mayor popularidad en la región. Allí fijó su residencia durante 40 años en la localidad vecina de Saint-Paul-de-Vence, que se destaca por sus galerías de arte, su casco histórico y la Fundación Maeght, uno de los museos más importantes del mundo para entender las vanguardias del siglo XIX y XX.Éstos son cinco de los lugares con mayor atractivo, que han conquistado por igual a la élite social, a los amantes de la naturaleza y los grandes nombres de la cultura occidental:
Cezánne y su ciudad natal
En Aix-en-Provence, la antigua capital de la Provenza, hay una ruta de 4 kilómetros dedicada a su hijo predilecto: Paul Cezánne. Allí nació, vivió y pintó el genio postimpresionista, en cuyos lienzos retrató el Castillo Negro, la montaña Sainte-Victoire o la catedral de Saint-Sauveur, entre otros rincones. La mejor forma de conocer su arte es realizar un tour privado desde Marsella para visitar l’Estaque, un pueblo de pescadores en el que vivió también Georges Braque, y Gardanne. Una villa piramidal en lo alto de la colina de Cativel, cuyas casas geométricas de tejados rojos definieron la estructura de los cuadros que hicieron de Cezánne un precursor del cubismo a finales del siglo XIX.
Saint-Paul-de-Vence
La vida bohemia de Chagall
Marc Chagall y su esposa Vava se instalaron a partir de 1966 en Saint-Paul-de-Vence donde pasaron los últimos años de su vida atraídos por la “comunidad artística” que se había formado allí. Vivieron en una enorme casa, La Colline, que hoy en día es un lujoso hotel. Chagall tenía 80 años, pero seguía siendo un artista muy solicitado, sobre todo tras pintar la bóveda de la Ópera Garnier de París. Muy cerca de Saint-Paul-de-Vence, en Niza, hay un museo dedicado a su obra durante esta etapa. El artista frecuentaba La Colombe d’Or, lugar de reunión con otros genios como Calder, Picasso o Matisse, otro de sus vecinos ilustres.
Mougins
Los últimos días de Picasso
Si hay algún artista cuyo nombre esté ligado a la Costa Azul, ése es Picasso. El pintor malagueño residió en varias localidades y en 1961 se estableció definitivamente en Mougins hasta su muerte en 1973. Años atrás, entre 1933 y 1936, había vivido en Mougins su historia de amor con la fotógrafa Dora Maar. Casas medievales, campos de rosas y jazmines, galerías de arte y una gastronomía exquisita, forman parte de esta villa al norte de Cannes que ha dedicado al maestro una exposición permanente en la capilla de Notre Dame de Vie, contigua a la vivienda en la que Picasso residió con su última esposa, Jaqueline Roque. Vallauris, donde descubrió la cerámica pintada, o Antibes, donde se puede visitar el Museo Picasso, fueron otros lugares frecuentados por el autor del Guernica.
Cagnes-sur-Mer
Los paisajes de Renoir
El Museo Renoir es uno de los principales atractivos de Cagnes-sur-Mer, cuyos paisajes cautivaron al maestro francés y también a los pintores Chaim Soutine y André Derain. Junto a sus más de 3 kilómetros de playa, destaca la colina de Haut-de-Cagnes, casco antiguo de la localidad donde se ubica el castillo de los Grimaldi, del siglo XIV. Auguste Renoir se trasladó entre 1907 y 1919 a la finca Le Domaine des Colletes —sede actual del museo— con su mujer y sus tres hijos. Allí se puede visitar su taller de trabajo, sus jardines y campos de olivos y sus habitaciones, llenas de recuerdos personales.
Villefranche-sur-Mer
La capilla de Jean Cocteau
El cineasta Jean Cocteau es otro de los embajadores de la Costa Azul y uno de sus lugares favoritos fue Villefranche-sur-Mer, un pueblito de pescadores en el que se enamoró del actor Jean Marais, con el que compartiría casi toda su vida. Allí dejó varios rastros artísticos, entre los que destacan los frescos de la Chapelle Saint-Pierre, una deliciosa capilla levantada por la asociación de pescadores que pasó de ser un antiguo almacén de redes a ser catalogada en 1996 como monumento nacional francés. Menton es otro de los pueblos que sedujeron a Cocteau y allí se encuentra el museo dedicado a su vida y su obra. ■
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