Portugal está colmado de admirables fortalezas que ocupan puntos estratégicos y que muestran al visitante la historia de un país que ha jugado un rol importante en la historia de Europa a lo largo de los siglos. Monumentos de piedra que nos hablan de monarcas, conquistas, guerras y epopeyas memorables. Hoy les traigo como tema el castillo de Óbidos, claro ejemplo de fortificación medieval típicamente portuguesa, y el castillo de Tomar, que fuese propiedad de la orden de los Templarios además de convento, en los cuales se dan cita simultáneamente la arquitectura y la historia de una gran nación.
Castillo de Óbidos
En lo alto de una colina que se eleva de modo grácil sobre una llanura eminentemente agrícola, se encuentra la localidad de Óbidos, una de las poblaciones más pintorescas de Portugal. La palabra Óbidos, deriva del latín y significa ciudadela, pues ya en tiempos de los romanos existía aquí una pequeña fortificación defensiva. El castillo fue construido por los árabes durante los siglos en que ocuparon la península ibérica. Tras la conquista cristiana (1148), fue renovado y ampliado varias veces.
Durante el reinado del rey Manuel I, en el siglo XV, el gobernador del poblado ordenó la construcción de un palacio y modificó algunas partes de la fortificación. En el palacio del Alcaide, por ejemplo, se pueden encontrar ventanas con el estilo gótico típico de Portugal, el Manuelino, y en la Iglesia de Santa María, el príncipe Alfonso V contrajo matrimonio con su joven prima. En ese templo se observan azulejos del siglo XVII, que decoran los muros que a su vez resguardan a un grupo de tumbas renacentistas así como las pinturas de la artista Josefa d’Óbidos.
El palacio sufrió grandes daños con el terremoto que asoló el país en 1755, y durante gran parte del siglo XX fue una ruina, hasta que finalmente se restauró para convertirse en la primera Pousada de la red de hoteles estatales de lujo de Portugal.
Castillo de Tomar
El principal punto de atracción para los turistas que acuden a la ciudad de Tomar es el castillo de los Caballeros Templarios, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en cuyo interior se localiza el Convento de Cristo. Ubicado en una colina junto al río Nabäo, se construyó a principios del siglo XII como enclave de resistencia en la franja fronteriza con los territorios propiedad de los musulmanes. Es un castillo de enormes proporciones, constituyendo una de las mayores construcciones defensivas de la península ibérica.
Tanto el castillo como el Convento de Cristo –el cual se alza sobre la cima de una colina dentro de las murallas del Castillo Templario- fueron sede de la Orden de los Templarios hasta el año 1314 y, a partir de 1347, alojó a la Orden de Cristo. La construcción del Convento de Cristo duró del siglo XII al XVII y visitarlo es una experiencia única, pues en la vetusta edificación se entremezclan los estilos románico, gótico, manuelino y renacentista.
En su interior son notables sus dos claustros góticos y la rotonda de los Templarios, construcción de dos pisos sostenida por ocho pilares, que sigue el modelo del Santo Sepulcro de Jerusalén. Destaca también la Ventana do Capítulo, obra del arquitecto Diogo de Arruda, una fascinante muestra del estilo manuelino cuya talla incluye motivos vegetales, nudos, cuerdas torcidas y lazos intrincados. Una verdadera joya de arte decorativo. ■