A orillas del lago de Garda —el “pequeño mar” de los venecianos— en el norte de Lombardía, Italia, entre árboles frutales, magnolias y cipreses, se alza Villa Feltrinelli, una mansión del siglo XIX, tan encantadora como apacible, que en el 2001 abrió sus puertas convertida en el Grand Hotel Villa Feltrinelli, con servicio exclusivo para sólo 42 huéspedes.
En Villa Feltrinelli, el sol y la brisa se combinan en un clima ideal y la vista se escapa entre las colinas hasta sumergirse en los miles de azules que forman el lago. Una escalinata de mármol, balcones y jardines de diseño italiano enmarcan esta suerte de palacio veraniego que invita al descanso y a la contemplación.
De estilo neogótico, el edificio exhibe orgulloso la gracia y distinción de una época dorada, cuando era residencia de veraneo de la acaudalada familia Feltrinelli. Atravesar la entrada principal es aparecer en un juego de espejos venecianos donde las aguas del lago Garda se multiplican en todos los rincones de la decoración. Sin embargo, uno de los grandes tesoros de la decoración de esta mansión son los frescos pintados por los hermanos Lieti.
Mil senderos se pierden en el paisaje adornado por la vegetación típica del Mediterráneo, mientras una tienda vintage, ubicada junto a la piscina, esconde una variedad de helados caseros para el deleite de los visitantes.
Una verdadera muestra de la atención personalizada que brinda el hotel es su gastronomía, que se adapta a los horarios y preferencias de cada huésped ofreciendo la posibilidad de comer en un restaurante de diseño clásico y elegante o bajo las pérgolas junto al lago. Productos orgánicos cosechados en los alrededores de la villa se transforman en apetecibles platos gracias a la sensibilidad del chef Alejandro Baiocco, quien ha sabido ganar y conservar desde el año 2008 una estrella Michelin.
Pasta, ñoquis y risotto renuevan el estilo del norte de Italia en una versión más estilizada, pero con el espíritu de la tradición culinaria de la región. Para completar la propuesta, se suman quesos locales, vinos, aceites balsámicos y verduras de proveedores especializados que convierten cada plato en una exquisita obra de alta cocina.
El sótano es tan espectacular como la selección de vinos de alta gama que aguardan en una atmósfera de intimidad y sofisticación, donde predomina la madera y el rojo borgoña. Cada degustación o cata se convierte allí en una ocasión especial.
Caminar por el parque nacional que rodea la villa, jugar al croquet en un verde impecable, nadar en su piscina o en las aguas siempre calmas del lago o, simplemente, sentarse al sol en sus jardines, generan verdadera armonía. Pero los encantos de este lugar también se extienden a sus alrededores, ya sea una visita a Gargnano —la aldea cercana que, según el novelista y poeta inglés D.H. Lawrence, es “uno de los lugares más hermosos de la tierra”— o un paseo a través de las montañas, que permite descubrir junto al camino monumentos antiguos y bellezas naturales.
Todavía hay lugares casi secretos en el norte de Italia, Villa Feltrinelli es uno de ellos. Esta elegante mansión es el refugio perfecto para vivir una experiencia de lujo diferente y con mucho encanto. ■