En un rincón de la tierra, casi escondido en los mapas, se encuentra Nueva Zelanda. Un país que por su ubicación parece estar hecho para desconectarse del mundo. Una suposición que se confirma con lugares como el Lago Wakatipu y toda la cordillera que nace a su alrededor. No se trata de un típico paisaje de montaña, como el que se puede encontrar en los Alpes suizos o las Montañas Rocosas estadounidenses. Cuando el turista lo ve por primera vez, siente que se encuentra en un lugar especial y comprende el porqué es conocido como “El Paraíso” y porqué se ha utilizado como escenario de numerosas películas, entre ellas, El Señor de los Anillos.
El Lago Wakatipu se encuentra en la zona suroeste de la Isla Sur de Nueva Zelanda. Tiene una longitud de 80 kilómetros (50 millas) y una extensión de 291 km cuadrados (181 millas cuadradas). Está situado a una altitud de 310 metros (1.017 pies) sobre el nivel del mar, rodeado por el macizo montañoso conocido como los Alpes Meridionales.
En este idílico lugar, casi acariciando las aguas del Wakatipu, se levanta el Blanket Bay Lodge, un hotel rural de lujo considerado por importantes guías de viaje como el mejor alojamiento para disfrutar de este rincón de Nueva Zelanda, y uno de los mejores centros turísticos de campo del mundo. Desde que abrió sus puertas en diciembre de 1999, este establecimiento hotelero ha pasado a formar parte del paisaje. Sus muros de piedra y sus ventanas, puertas y tejados de madera se funden con el paisaje, en una simbiosis que resulta asombrosa.
Un viaje a Blanket Bay Lodge tiene que tener dos objetivos: disfrutar de la naturaleza y aislar cuerpo y mente de la rutina y los problemas que se presentan en el día a día a lo largo del año. Conseguirlo en este increíble enclave y lujoso hotel es fácil. Sólo hay que elegir el estilo con el que se quiere hacer, dependiendo de los gustos y el carácter de cada turista. ¿Tranquilidad o acción? ¿Y, por qué no, una mezcla de las dos?
Aquí el paisaje invita a empezar el día a la vez que sale el sol. Ver amanecer entre las montañas y los reflejos naranjas del agua del Lago Wakatipu es la mejor manera de comenzar la jornada en sintonía con la naturaleza. Es el momento también de medir el ánimo y de reconocer lo que el cuerpo nos pide.
Si lo que prefiere es un día tranquilo, una de las mejores opciones es la pesca con mosca. Se practica en los grandes ríos con sus rápidas corrientes, o en pequeños arroyos con sus suaves movimientos de agua, o en los tranquilos lagos de la zona, todo ello siempre rodeado de riscos y maleza verde. La trucha y el salmón son las especies autóctonas de la zona, con tamaños que en muchos casos llegan y sobrepasan los 4,5 kilogramos (10 libras).
Otras opciones interesantes para disfrutar de una forma pausada son los paseos a caballo o a pie. Las rutas para elegir son prácticamente ilimitadas. Incluso existe la posibilidad de optar por excursiones de varios días de duración para conocer zonas tan espectaculares como el Monte Aspirin o el Parque Nacional de Fiordland. El deporte relajado no tiene por qué suponer renunciar a la aventura. Perderse entre selvas de valles, bosques de hayas y grandes extensiones de pastos verdes supondrá descubrir por sorpresa cascadas, lagos glaciares y animales en libertad, como rebecos o ciervos.
Si por el contrario, su cuerpo le pide acción, está en el lugar adecuado. Las posibilidades son más amplias. De hecho, visitar este pequeño rincón del mundo es casi una obligación para los amantes del riesgo y los deportes extremos. Montañismo, escalada, bicicleta de montaña extrema, rafting, esquí acuático, parapente, kayak…Son muchas las opciones a elegir, pero una de las más exclusivas e impresionantes es la que en la zona es conocida como Heliskiing, o esquí desde helicóptero. Un helicóptero traslada a los esquiadores o snowboarders hasta lo alto de una montaña. Una vez allí, se lanzan ladera abajo para deslizarse de forma libre e improvisada sobre la nieve virgen. La particular orografía de Nueva Zelanda permite que esta actividad la puedan hacer desde esquiadores y snowboarders extremos y con mucha experiencia, hasta simples aficionados ocasionales. El desnivel de algunas zonas es moderado, similar al de una pista azul.
Después de disfrutar durante todo el día al aire libre, llega el momento de descansar. Blanket Bay Lodge cuenta con una amplia zona de spa, con saunas, salas de vapor y jacuzzis con magníficas vistas al lago y a las montañas. Si lo que prefiere es un masaje, los especialistas en salud del hotel le ofrecen un tratamiento a medida, tanto si prefiere relajarse o revitalizar su organismo, como si lo único que pide son mimos. Con esta recompensa esperando, los esfuerzos realizados en la naturaleza durante el día cuestan mucho menos.
Es el momento de retomar fuerzas. Hacerlo en este hotel es sumergirse en la cultura de Nueva Zelanda. El cocinero jefe del Blanket Bay Lodge, Corey Hume, es un amante y un defensor de la cocina tradicional de su país, por lo que ha sido reconocido con prestigiosos premios nacionales e internacionales. El menú cambia todas las noches para que los huéspedes puedan descubrir una amplia variedad de recetas de la zona, siempre con productos de temporada. Consta de cinco platos diferentes que pueden incluir, por ejemplo, quesos, carne de venado y de cordero o cangrejo. La cena se sirve en mesas individuales en el ambiente íntimo de la Cueva del Vino o, si el tiempo lo permite, en una espectacular terraza con vistas al lago.
El premio final del día es volver a la habitación, donde poder disfrutar de una íntima conversación a la luz chispeante de la chimenea, o de la quietud y el silencio de la noche, mirando las estrellas desde la terraza, siempre con las rocosas montañas de fondo. Con esta atmósfera romántica, no es de extrañar que el Blanket Bay Lodge sea el destino elegido por muchas parejas para disfrutar de sus primeros días de casados. Con las diferentes opciones de alojamiento, los huéspedes eligen también el nivel de intimidad que desean. El hotel ofrece cinco habitaciones, tres suites y cuatro chalets particulares que constan de dos suites.
Llega el momento de irse a la cama. Si se acuesta pensando en que se ha quedado con ganas de realizar otra actividad, no importa, pronto llegará un nuevo día con muchas opciones donde elegir. Las primeras luces de la mañana, el lago y las montañas le enseñarán el camino hacia otra nueva experiencia. ■