Clásicas avenidas de eucaliptos conducen a la exquisita Estancia Villa María en la localidad de Marcos Paz en Buenos Aires. Su singular arquitectura estilo Tudor es un rara avis en América Latina. En 1919, el célebre arquitecto Alejandro Bustillo se encargó de la construcción del casco donde hoy funciona el hotel boutique.
Estancia Villa María.
Flores impecables en un diseño minucioso se despliegan en 183 acres de jardines. Junto a ellas, más de 300 especies de árboles añosos dibujan el excepcional parque histórico. Como un juego de espejos, un lago artificial donde nadan peces de colores multiplica este château de la pampa. La elegancia de sus líneas también se encuentra en las habitaciones con muebles de época, la sala de habanos y billar, los grandes ventanales, los hogares de leño y una galería que se funde en el paisaje en una perfecta armonía entre arquitectura y naturaleza.
El aprecio por los detalles únicos se traduce también en su gastronomía. Celedonio es el espacio de creación del chef Gustavo Cusi. Sus platos de autor combinan un aire mediterráneo con un fuerte acento criollo. El espíritu de su comida revaloriza la vida de campo y sus costumbres. Ideal para disfrutar la noche con una cena romántica a la luz de la luna bajo un cielo tapizado de estrellas.
Estancia Villa María.
La Estancia Villa María —que acoge cada año el partido de exhibición del Abierto Villa María— cuenta con cuatro canchas profesionales de polo, una de taqueo, pista de vareo, caballerizas, escuela de polo y prácticas todo el año. Su centro de alto rendimiento, el Polo Club, abarca el entrenamiento de alta competición y también la búsqueda de mejorar el juego de aquellos con bajo handicap.
Tierra de grandes hombres
La distinción de los cisnes se desliza por el lago y alcanza el casco de la Estancia La Figura en la localidad de Cañuelas, provincia de Buenos Aires. Fundada a comienzos del siglo XIX por el ingeniero y artista plástico Carlos Pellegrini, la magnífica estancia fue luego habitada por Carlos, su hijo y ex presidente de Argentina.
En un estilo neoclásico que escapa a las convenciones de la época, una imponente entrada principal da la bienvenida a un sinfín de ambientes de recepción con detalles de mayólicas sevillanas, que serán la constante en las tres plantas de la casa. En las alzadas de una majestuosa escalera pueden apreciarse cerámicas de Talavera de la Reina con paisajes.
Estancia La Figura.
Variadas especies de plantas, flores multicolores y lagos artificiales dan forma a los 123 acres de parque que enmarcan el casco, diseñados por el prestigioso Charles Thays. Arquitecto, paisajista y urbanista de origen francés, Thays realizó 64 plazas y paseos públicos en la ciudad de Buenos Aires, entre los que se cuentan el Parque Palermo y el Jardín Botánico.
La aristocrática belleza del edificio conserva el misterio de entrepisos y pasadizos casi secretos que sólo un ojo observador puede percibir. A través de inmensos vitrales, el paisaje invade la amplitud de un jardín de invierno y pinta la estancia de ocres y azules. El murmullo del agua de las fuentes recorre el patio andaluz, avanza sobre un piso damero y llega al salón comedor, donde arañas de caireles iluminan la cena gourmet.
Un castillo francés para soñar el campo
La inmensidad de la pampa refleja la época dorada en Buenos Aires. Hacia finales del siglo XIX, un gran amor se transformó en castillo y fue por eso bautizado con el nombre de la mujer que lo inspiró: La Candelaria de Lobos.
A imagen y semejanza de uno de los castillos del Loire, La Candelaria retrata la vida aristocrática de finales de 1800. Cúpulas en punta, arcadas señoriales y un marcado estilo gótico tardío lo cubren con un halo de cuento de hadas.
Estancia La Candelaria.
Estatuas, fuentes y glorietas salpican un parque también diseñado por Thays. Mil verdes se despliegan en 247 acres. El señorío de La Candelaria habla de privilegiar el entorno. Liebres, zorros y hurones se esconden en un bosque detrás del castillo y sólo se dejan ver si hay silencio.
Descubrir los platos del chef Patricio Mac Loughlin en la cena es viajar con el paladar al corazón de la cocina campestre: bocadillos autóctonos, sopa de calabaza, bondiola braseada con batatas o los tradicionales sorrentinos de jamón y queso.
Estancia La Candelaria.
Este entorno soñado es sede de una clínica intensiva de polo dirigida por jugadores con handicap de la Asociación Argentina de este deporte, que contempla teoría y práctica, manejo del caballo, aprendizaje y técnicas del swing, estrategia del juego y taqueo con instructor.
Mientras la vista se pierde en un equilibrio perfecto entre aire puro y distinción, este selecto grupo de estancias rescata la nobleza del campo argentino y lo funde en un entorno donde el placer de la exclusividad es sólo el comienzo. ■