Viena, situada a orillas del río Danubio, es una de las metrópolis monumentales más importantes del norte de Europa.
Efectuaremos nuestra primera parada en la Stephansplatz para observar detenidamente la catedral de San Esteban, una estructura gótica majestuosa con sus tejados de color verde, amarillo, blanco y negro; una torre de aguja de 137 metros de altitud, y la famosa campana Pummerin, hecha de la fusión de 208 balas de cañón disparadas por los turcos contra los muros de la ciudad en 1683 durante el Segundo Sitio a Viena, en el marco de la Gran Guerra Turca (1645-1699).
Muy cerca de allí, encontraremos el Graben, la gran calle peatonal de compras en cuyo centro se encuentra la Columna de la Peste (Pestsäule), erigida en memoria de quienes murieron tras este azote en 1679. Al final de Graben accederemos a la Iglesia barroca de San Pedro (Peterskirche), que se destaca por su hermosa cúpula verde y es considerada la iglesia más antigua de la ciudad, pues fue construida en la época de Carlomagno.
Situado en el centro de la ciudad y justo detrás de la Ópera Estatal está el museo Albertina, en el que se combina el ambiente imperial con obras maestras de arte. Es el mayor palacio residencial de los Habsburgo en la ciudad y alberga 21 salones de gala amueblados.
En el cercano palacio de Belvedere podrán ver la mayor colección que existe del pintor Gustav Klimt, entre ellos los retratos dorados de El beso y Judit.
Después del museo es tiempo de descanso y de disfrutar en alguno de los típicos cafés de la ciudad, como el Mozart o Central, y complacerse con un café y un pedazo de la vienesa tarta Sacher.
O mejor aún: sentarse en el mítico Café Griensteidl, en la plaza Michaelerplatz. Desde aquí accederemos al Palacio Imperial, morada de invierno de los Habsburgo, famoso por haber sido la residencia oficial de la emperatriz Sissi, consorte del emperador Francisco José I. Allí verán los fastuosos apartamentos reales y los objetos personales de esta renombrada emperatriz.
Otro museo emblemático de la ciudad es el de Bellas Artes, que alberga una gran colección de objetos históricos, desde el arte de los egipcios y los griegos hasta los lienzos de pintores como Rafael, Rubens, Velázquez, Tiziano y Rembrandt.
Y, por supuesto, no dejen de acudir a alguno de los conciertos de la Orquesta Filarmónica de Viena en el Musikverein, uno de los auditorios de mayor tradición, construido en 1870 por Theophil Hansen a imagen de un templo griego y situado en Karlsplatz, a poca distancia del esplendoroso bulevar de la Ringstraße. En su Sala Dorada tiene lugar todos los años el Concierto de Año Nuevo, un espectáculo que es visto por televisión por millones de personas amantes de la música y de esta hermosa urbe que es la capital de Austria. ■