En el año 1741, dos jóvenes exploradores y aristócratas ingleses, William Windham y Richard Pocock, dieron a conocer al mundo el Priorato de Chamonix, una población francesa a los pies del Mont Blanc en la región de Ródano-Alpes. Un precioso paraje admirado por sus idílicos pueblos de montaña y sus glaciares.
El primer albergue de montaña abrió sus puertas en 1770, marcando el desarrollo de la hostelería y de las ascensiones internacionales al macizo del Mont Blanc. En 1816 se construyó el primer hotel de lujo. El impulso del turismo de verano trajo consigo la creación de la Compañía de Guías en 1821 y la construcción del pequeño tren de Montenvers en 1908. Sin embargo, fue con la implantación de las infraestructuras terrestres y ferroviarias que Chamonix experimentó un verdadero impulso económico.
Bajo el reinado de Napoleón III se construyó una carretera entre Chamonix y Ginebra, la cual abrió las puertas a los deportes de nieve. De hecho, los primeros Juegos Olímpicos de Invierno se celebraron en esta región en 1924.
Hay una gran oferta de hoteles de lujo en la zona. Tal vez el más exclusivo es Le Hameau Albert 1er, un hotel de 5 estrellas con piscina cubierta y spa. Se encuentra a pocos minutos de las pistas de esquí, donde se puede practicar todo tipo de deportes de invierno.
A menos de un kilómetro del Le Hameau Albert 1er está el teleférico Aigulle du Midi, que llevará a los amantes de las sensaciones extremas a la montaña más alta de los Alpes franceses, de más de 3.800 metros de altura, para apreciar de muy cerca la nueva atracción que está revolucionando el turismo de la zona: Step Into the Void, una proeza tecnológica inspirada en la famosa pasarela del Grand Canyon de Arizona, Estados Unidos. Hoteles con vistas impresionantes.
Esta creación ideada por la empresa Compagnie du Mont Blanc permite a los intrépidos pararse sobre un precipicio de 1.035 metros de altura en una estructura cuadrada de vidrio de sólo 2 metros. La construcción de Step Into the Void duró tres años y la vitrina es lo suficientemente recia para soportar vientos de más de 220 kilómetros por hora. Inaugurada en diciembre del 2013, está instalada en la terraza superior de la Aiguille du Midi. Como curiosidad: esta atracción no es apta para personas con problemas cardíacos y vértigo, y se facilitan unas pantuflas almohadilladas para conservar el piso acristalado de la vitrina.
Quienes han podido disfrutar de esta atracción comentan que es lo más parecido a la sensación que produce asomarse a un acantilado y que las vistas de 360 grados de los nevados Alpes franceses, suizos e italianos son de tal recogimiento que la respiración se paraliza durante unos breves instantes y el alma se sobrecoge. ■