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En Europa hay muchas ciudades con encanto y que cautivan al visitante por muchos motivos pero, en mi opinión, ninguna como San Sebastián. Es realmente difícil encontrar una urbe con la galanura de la ciudad española conocida como “la Perla del Cantábrico”, un lugar tranquilo y seductor situado en el golfo de Vizcaya, en el norte de España.
Esta ciudad de la comunidad autónoma del País Vasco enamoró incluso a la familia real española, que hizo construir allí el Palacio Miramar a finales del siglo XIX para poder disfrutar de sus agradables veranos.
Con tan sólo 183.000 habitantes, San Sebastián surgió como un pequeño pueblo de pescadores para convertirse más tarde en una ciudad comercial y fortaleza militar tras ser prácticamente destruida por las tropas napoleónicas en 1813.
A finales del siglo XIX y principios del XX, cuando ya se había consolidado como una ciudad de cultura y como el destino turístico número uno del norte de España, sus majestuosos edificios y su estilo ecléctico reflejaban los gustos de la familia real y de la burguesía de esa época. Esto le daba un carácter señorial que ha perdurado hasta nuestros días y que la hace única.
Con un nivel de actividad cultural que es raro para una ciudad de su tamaño, San Sebastián presume de tener uno de los mejores festivales de cine de Europa, recibiendo anualmente la visita de una constelación de estrellas como Brad Pitt, Robert De Niro, Meryl Streep y George Clooney. El festival anual de jazz es otra de sus referencias indiscutibles. En él se congregan los mejores músicos y cantantes del mundo.
Es destino favorito de los amantes de la gastronomía de vanguardia, pues es una de las zonas del mundo con mayor concentración de estrellas Michelin por metro cuadrado. Allí han abierto sus restaurantes celebridades de la cocina como Martin Berasategui, Pedro Subijana, Juan Mari y Elena Arzak o Andoni Luis Aduriz, por citar a los más conocidos. Chefs que muestran una culinaria apasionada, de enorme gran modernidad y siempre respetuosa de la tradición y de los productos de excelsa calidad.
Por otra parte, la ciudad es también famosa por sus bares y tabernas, en los que se pueden degustar los afamados “pinchos”, pequeñas y refinadas elaboraciones gastronómicas en pequeñas dosis a las que hay que acompañar, indefectiblemente, con un buen vino español.
El arte se encuentra en los espacios abiertos y accesibles, pues en el paseo marítimo se pueden admirar las obras de grandes artistas que se funden con el paisaje urbano, estableciendo un diálogo en profundidad con su entorno natural. El peine del viento, de Eduardo Chillida, es una obra de hierro que desafía al mar, y la Construcción vacía de Jorge Oteiza defiende la fuerza de las olas que rompen en el Paseo Nuevo.
Para alojarse, recomiendo sin dudarlo el Hotel María Cristina, el más emblemático de San Sebastián y el único con cinco estrellas. Se destaca por sus amplias habitaciones de estilo Belle Époque. El lugar perfecto para disfrutar de una estancia inolvidable en el marco encantador de una ciudad tan elegante como sugerente y hospitalaria. ■