En Salzburgo, Austria, sobre las floridas lápidas del cementerio de San Pedro, de estremecedora belleza, lloran unos sauces. Hasta se diría que cantan. Una pieza triste: el Réquiem de Mozart, no podría ser otro. Porque Salzburgo es la ciudad de la música, y Wolfgang Amadeus Mozart, su hijo predilecto. Como dicta el ABC del turismo, muchas poblaciones cuelgan el reclamo: “Aquí vivió el gran compositor”. Pero Salzburgo ―la cuarta ciudad del país, con unos 160.000 habitantes y a 300 kilómetros de Viena, la capital― es la única que puede presumir de que en su calle Getreidegasse número 9, un día de 1756, nació el genio.
Comparable con Viena ―no en majestuosidad, pero sí en coquetería―, su casco antiguo, Die Altstadt, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997. Entre sus caprichos, una generosa catedral, una antigua fortaleza, castillos medievales, iglesias de estilo gótico y barroco con capiteles y cúpulas, así como palacios imperiales conservados de la mejor manera. Y si un edificio peca de corriente, la hiedra trepa por él y lo embellece.
Salzburgo es un gran decorado. De hecho, sirvió como telón de fondo de un clásico del cine: The Sound of Music (Sonrisas y lágrimas, también conocida como La novicia rebelde), la película que protagonizó Julie Andrews, cuyas notas musicales han alegrado muchas infancias y amargado ―por ñoña― otras tantas. ¿No hay una ruta de la serie televisiva Sexo en Nueva York (o Sexo en la ciudad) por las calles, bares y restaurantes de la Gran Manzana? Pues Salzburgo tiene dos rutas emblemáticas: el itinerario del musical protagonizado por Andrews, que muestra los lugares donde se rodó la películo, como los jardines de Mirabell y el Palacio Leopoldskron; y el camino de Mozart, un recorrido por los edificios en los que el genio vivió e interpretó sus primeros conciertos.
Ordenada y asequible para el turista, Salzburgo se recorre a pie o en bicicleta. Y se escucha ―sobre todo, se escucha―, porque cualquier rincón puede sorprender al viajero con los acordes de una música celestial.
A pesar de ser una ciudad pequeña, los hoteles de cinco estrellas se multiplican. Salzburgo cuenta, incluso, con la villa de la familia Von Trapp convertida en hotel. La historia de la familia, principalmente la de su matriarca, la baronesa María Augusta von Trapp, fue la inspiración para el musical de Broadway The Sound of Music, de 1959, y su posterior adaptación para el cine, en 1965.
Además, entre todos los establecimientos de esta encantadora ciudad, destaca el hotel Goldener Hirsch, con sus lujosas habitaciones de auténtico estilo Salzburgo, cuidadosamente decoradas por la condesa Harriet Walderdorff; y los hoteles Salzburger Hof, con sus maravillosas vistas y legendarios spa.
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