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Visitar Reikiavik, la capital de Islandia, la urbe más septentrional del mundo, es imaginar una de esas ciudades que ya no existen en Europa, pues este lugar retrotrae al viajero a un pasado de edificios coloreados y nunca muy altos, de poco tráfico y menos ruido.
Allí viven unas 122.000 personas, un tercio de la población total del país. Gentes que todavía conservan su ingenuidad y esa cálida hospitalidad y curiosidad hacia el visitante. Reikiavik, bañado por las aguas del lago Tjörnin, significa en islandés ‘bahía humeante’, ya que a su alrededor hay multitud de géiseres. Además, por su ubicación, los inviernos tan sólo brindan cuatro horas de luz al día, mientras que durante el verano, la luz del día oculta a la noche casi totalmente.
Fuente de riqueza de Islandia
La ciudad fue asentamiento vikingo y base para barcos balleneros, pues durante siglos la principal fuente de riqueza de Islandia fue la pesca de la ballena. Reikiavik es hoy una ciudad cosmopolita y joven que recibe muchos turistas, y cuyo encanto esencial radica en compartir la vida cotidiana de sus habitantes.
Los ciudadanos se mueven entre un centro histórico bastante compacto, ubicado entre los barrios costeros, el lago urbano (Tjörnin) y las afueras de los suburbios. El centro histórico de Reikiavik es una combinación de lo antiguo y lo nuevo. Museos, galerías de arte, restaurantes, cafeterías, tiendas y hoteles.
Aðalstræti es la calle más antigua de la ciudad, y se cree que el legendario rey vikingo Ingólfur Arnarson vivió allí y fue su primer habitante. La cercana plaza Austurvöllur es un fuerte símbolo nacional. Aquí se instala un gran árbol durante las navidades, y es un lugar ideal para tomar el sol en verano en alguno de sus numerosos bares y cafeterías. Sus bellos edificios de color pastel y la estatua de Jón Sigurðsson, el principal líder nacional de Islandia, son sus principales alicientes.
El lago de Reikiavik
Es muy interesante dar un paseo junto al lago Tjörnin, pues rodea al ayuntamiento, algunos museos y la universidad. Es un punto estratégico para observar aves o dar un paseo en bicicleta. Durante el invierno, el lago se convierte en centro de diversión de la ciudad, pues se torna en una gigantesca pista de patinaje.
Laugaveugr es la calle comercial donde se encuentran las principales tiendas de moda y de recuerdos artesanales. Allí podrán comprar los jerseys de lana islandesa tejidos a mano o las originales joyas engarzadas con piedras de lava. Y, por supuesto, no pueden perderse Hallgrimskirkja, hogar de la Iglesia Luterana de Islandia.
Frente a ella se encuentra una estatua de Leif Eiríksson, el primer vikingo que desembarcó en las costas de América, en el área ahora conocida como Terranova (cinco siglos antes que Cristóbal Colón). La estatua fue un regalo de los Estados Unidos para conmemorar el 1000 aniversario de la fundación del Parlamento islandés, considerado como el más antiguo del mundo, pues fue creado en el año 930.
El principal centro de reunión cultural de Reikiavik es el auditorio, obra del estudio de arquitectura de Henning Larsen, que en su fachada muestra un futurista entramado de hexágonos de cristal.
Una buena forma de acabar un recorrido turístico por Reikiavik es acercándose a alguno de los restaurantes del puerto para probar una deliciosa sopa de langosta acompañada por alguna de las suaves cervezas islandesas. Les aseguro que jamás probarán algo tan sabroso y, mucho menos, en un lugar tan peculiar como Reikiavik, la capital más al norte del mundo. ■