Novosibirsk, la capital de Siberia, es mucho más que frío y desolación. Con más 1,5 millones de habitantes, es la tercera ciudad de Rusia en población luego de Moscú y San Petersburgo. Está situada en el centro sur de Rusia, a unos 3.200 kilómetros de Moscú, y es considerada como la capital de la Rusia asiática, diferenciándola así de ciudades más “europeas”.
Más de veinte nacionalidades enriquecen su gran diversidad cultural y su paisaje arquitectónico. Reflejo de ello es la presencia de catedrales, mezquitas, iglesias ortodoxas, sinagogas y templos budistas que conviven con la fría y grandilocuente arquitectura estatal del período comunista. Modernos edificios y centros comerciales asoman entre la gris y monótona geografía urbana, confiriéndole un estilo ecléctico. Otro aspecto que distingue a esta importante ciudad siberiana es su rica y activa vida cultural con 34 universidades, 42 museos y 78 bibliotecas.
Novosibirsk es la tercera ciudad de Rusia en población luego de Moscú y San Petersburgo. Está situada en el centro sur de Rusia, a unos 3.200 kilómetros de Moscú, y es considerada como la capital de la Rusia asiática.
Arribar en invierno a Novosibirsk requerirá de algo más que un buen abrigo. La temperatura promedio invernal es de –12ºC (10°F), pero suele desplomarse hasta los -35ºC (-31°F), con nevadas frecuentes y ventiscas. El verano suele ser suave y agradable, con promedios de 15ºC (59°F) y días, en su mayoría soleados, en que se alcanzan los 35ºC (95°F).
Visitando Novosibirsk
Es una ciudad que siempre fue muy apreciada por el turismo interno, pero en los últimos años se ha abierto al turismo internacional. Para el visitante extranjero pareciera que casi todo en Novosibirsk ha sido construido a escala monumental, aunque no exenta de particular belleza. Ejemplo de ello es el Teatro de Ópera y Ballet de Novosibirsk, uno de los más importantes del país y declarado patrimonio cultural de Rusia. Qué decir de la imponente estación central de trenes situada sobre la plaza Nikolai Garin-Mijailovski, la más grande del Transiberiano y representante de la tradicional arquitectura soviética. Difícil le será al viajero sustraerse del encanto de la Catedral de San Alejandro Nevski, construida enteramente de ladrillos y muestra perfecta del estilo neo-bizantino que sobreviviera a la rigidez del régimen soviético.
La Capilla de San Nicolás, de color blanco y cúpula dorada, resalta entre el gris circundante de la Avenida Roja. Es una pequeña construcción que antiguamente representaba el centro geográfico de Rusia. También, una muestra de las vicisitudes de la arquitectura rusa durante el período comunista. Fue construida para celebrar los 300 años de la dinastía Romanov. Años después fue saqueada y destruida para construir allí un monumento a Lenín. Muchos después, y con motivo de la celebración del aniversario de la ciudad, fue reconstruida tal como la vemos hoy.
El sabor de lo exclusivo
No solo de arquitectura, belleza y cultura vive el hombre. Los platos tradicionales regionales incluyen pescado ahumado, Blinis con caviar y Smetana, consistente en crema de leche agria. No faltan la Borsch, una calórica sopa típica, y el Stroganoff, especie de tiras de carne con champiñones. La bebida tradicional es vodka, y de postre se suele pedir una porción de tarta caliente dulce denominada Vatruska.
Uno de los lugares predilectos de la alta sociedad siberiana es el restaurante Salt, perteneciente al magnate hotelero Denis Ivanov. Afirman que Salt es famoso por la calidad de sus exquisitos platos, pero particularmente por lo extraño de sus horarios debido a que el magnate Ivanov suele cerrarlo al público para agasajar a sus amigos. Su estilo decorativo es elegante, minimalista y muy afín al diseño nórdico. Por su eclecticismo arquitectónico imponente, su rica vida cultural y su historia pluricultural la ciudad de Novosibirsk es un destino imperdible. ■