A un mundo bañado siempre de la luz del sol no es necesario ir en verano. Tampoco hace falta esperar por un momento preciso de la vida o un acontecimiento especial. Siempre vale la pena visitarlo. Sólo es imprescindible entender la fantasía que se vive dentro de uno para reflejarla, como con un espejo, en un paraíso exterior. De eso se tratan las prístinas aguas mansas en las que flota Maui.
Maui no ka oi, «Maui es lo máximo», es la frase que se escucha desde el primer día. Es el mantra que repiten, tanto nativos como visitantes. La segunda isla más grande del archipiélago de Hawai está formada por dos volcanes unidos por un istmo y, uno de ellos, el Haleakalá, es una de las montañas más altas del mundo.
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La isla, con playas de un azul digno de la paleta impresionista, fue bautizada por un semidiós que la pescó del fondo del mar. Quienes no se expliquen cómo la descubrió, sólo tienen que dejarse deslumbrar por su brillo.
El intrépido James Cook la visitó un noviembre de 1778, pero no desembarcó al no encontrar el otoño. Jean-François de Galaup, conde de Lapérouse, decidió arriesgarse y resultó el primero en pisar su suelo en 1786. También conocida como “isla mágica” o “isla del valle”, Maui está soplada por la brisa durante todo un año en que el termómetro se pasea por encima de los 20ºC.
Para deshacer el equipaje, hay hoteles y resorts que seguramente se anotarán como favoritos en la bitácora de los viajeros bien entrenados. Con la garantía del más sofisticado confort del mundo moderno, descansan en parajes paradisíacos de valles, playas y cascadas, y ofrecen rutas perfectas para el senderismo.
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Otras propuestas ineludibles son Baldwin Park Beach, un espectacular parque para disfrutar la naturaleza, y Hookipa Beach, ideal para el windsurfing; ambas playas están entre las preferidas de locales y visitantes. Con arenas que desafían a las de las islas caribeñas, allí espera también un arrecife cercano de aguas poco profundas y siempre transparentes, que se convierte en una vitrina para infinidad de presuntuosas tortugas. Para los amantes del surf, Waiehu, un punto situado frente a Kite Beach, en un extremo de la bahía, es el secreto bien guardado. La única advertencia: las olas son a prueba de alto riesgo.
Un atractivo de Maui es que, en una media hora en coche, se cruza toda la isla en su recorrido de norte a sur. Ése es el emporio de quienes disfrutan hacer turismo de primer nivel, de los que quieren ver y ser vistos. Allí están ubicados los hoteles de ensueño, las boutiques y los excelentes restaurantes de la isla. Vale la pena apostar por las aguas cálidas, el verdor de la naturaleza y la quietud de Maui. Su belleza domina los sentidos. ■