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Cada año, entre abril y mayo, los jardines de Kawachi Fuji se visten con un atuendo majestuoso de tono púrpura. Más de 150 árboles de glicinia en flor colorean el cielo azul e impregnan el ambiente con su perfume embriagador.
Los jardines privados de Kawachi Fuji, fundados en 1997 en un antiguo parque, se encuentran en las afueras de la ciudad japonesa de Kitakyushu. Un corto trayecto en auto desde el aeropuerto de Fukuoka, seguido por otros 15 minutos a pie, le llevarán a un mundo de fantasía. Tenga cuidado con el tráfico durante las horas de mayor congestión, que puede provocar un retraso de hasta dos horas. El transporte público suele demorarse mucho, así que un vehículo alquilado es la mejor opción para llegar allí.
La breve temporada de floración, junto a su creciente popularidad, atrae a turistas de todo el planeta a este rincón. Tenga por seguro que el impresionante paisaje, dominado por las centenarias enredaderas de flores colgantes, disipará cualquier malestar que haya podido causarle el largo viaje.
Muchos jóvenes tortolitos vienen aquí a jurarse amor eterno bajo las encantadoras sombras de estos árboles, cuyo nombre científico es wisteria y que, por cierto, son tan hermosos como venenosos: no se le ocurra llevarse ninguna parte de la planta a la boca.
Cientos de enredaderas de glicinias cubren por completo dos largos senderos, que han sido enrejados para soportar el peso de los tallos, creando un delicado túnel de racimos de flores colgantes conocido como el “Túnel de Wisteria”.
Cada túnel termina en una enorme cúpula también cubierta con glicinias en flor. Aunque los brillantes colores rosa y violeta suelen ser las mágicas tonalidades de estas impresionantes plantas, no son los únicos matices que percibirá aquí. Más de 20 diferentes especies iluminan el idílico paisaje. Tonos de azul, blanco, lila, púrpura, rosa y malva crean una majestuosa fiesta cromática.
El Hanami es el ritual japonés de contemplar la belleza de las flores y está asociado a la floración de los cerezos, los almendros, los ciruelos y las glicinias. Sin embargo, éstas también tienen un significado especial en la cultura nipona. Artistas como Katsushika Hokusai, Ogata Korin y Shoson Ohara rinden a menudo homenaje su belleza a través de sus trabajos.
Las cerámicas y porcelanas japonesas se embellecen con frecuencia con árboles de glicinia meticulosamente pintados. Además, el teatro kabuki japonés siempre exhibe la obra Fuji Musume o la Doncella Wisteria.
Sentado en un banco rústico en el Jardín Kawachi Fuji, usted se sentirá abrumado por el ambiente etéreo y perfumado que haya su alrededor. Absorba la belleza de la atmósfera el mayor tiempo posible. Éste será, sin duda, uno de sus viajes más memorables a un lugar salido de un cuento de hadas.
El parque permanece abierto sólo por un breve período durante la primavera, y vuelve a abrir con brevedad en el otoño. El encantador color de la glicinia da entonces paso a los tonos intensos de más de 700 árboles de arce, otra maravilla de la naturaleza, otro regalo para sus ojos.
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