La finca Glaumbær meticulosamente conservada.
Mientras que en el interior del país hay grandes mesetas con desiertos, montañas y glaciares, en las tierras bajas abundan las llanuras. Los ríos transportan sus aguas mansamente hacia el mar, y aunque nieva profusamente durante el invierno, gracias a las corrientes del Golfo el clima es templado para sus más de 330.000 habitantes.
Los islandeses son gente noble acostumbrada a la vida dura, descendientes directos de los aguerridos pueblos nórdicos que se establecieron en la isla en el siglo IX. De hecho, hablan todavía una versión modernizada de la antigua lengua de sus conquistadores vikingos.
Lo habitual para llegar a Islandia es volar a su capital Reykjavík, pues existen vuelos directos desde prácticamente cualquier capital europea. Esta pequeña ciudad sorprende por su efervescente vida cultural en la que predominan las salas de exposiciones, los museos, los teatros y las actividades relacionadas con el mundo de la moda y de la música. Además hay una gran cantidad de parques e interesantes restaurantes en los que se puede probar la cocina islandesa, basada en pescados de río como la trucha y el salmón, así como en el cordero y los lácteos.
1. Reykjavik.
2. El altiplano de Islandia.
3. Gullfoss.
4. Piscina natural.
5. Los grandes lagos del altiplano.
6. En Islandia abundan los pueblos de pescadores.
Pero realmente uno no va a Islandia a ver sitios urbanos, sino a disfrutar plenamente de una naturaleza desbordante. Lo óptimo sería tener al menos 15 días para poder explorar toda la isla, aunque en una semana se puede ver lo más importante.
En primer lugar, y este es el consejo más importante que les voy a ofrecer, alquilen un auto todoterreno, y en segundo lugar, visiten la isla durante los meses de verano por su agradable temperatura, y porque el día dura las 24 horas.
Diríjanse en primer lugar al llamado Círculo de Oro para ver el parque nacional de Thingvellir, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Allí se halla la famosa catarata de Öxarárfoss, y los amantes de la geología deben saber que en este punto se separan las placas tectónicas americana y euroasiática. No se vayan de este parque sin ver el geiser de Strokkur que expulsa agua hirviendo cada quince minutos a una altura de 25 metros.
Muy cerca se encuentra la cautivadora doble cascada de Gullfoss y la de Seljalandfoss con sus más de 60 metros de altura. Al sur se hallan las playas de arena negra de Dyrhólaey y la inquietante Vik, una playa famosa por sus columnas de basalto. Una parada obligatoria en este área es el lago glacial más grande de toda la isla, Jökulsárlón, donde podremos ver icebergs flotando y también focas.
Al norte se encuentra el parque natural de Jökulsargljúfur, donde se ubican las bellas cataratas de Selfoss y la de Dettifoss. En Husavik podrán embarcarse para observar de cerca a las ballenas.
Islandia ofrece al visitante inquieto, amante de la naturaleza, una suerte de felicidad ligada a la belleza extrema de un paisaje impar que muestra la perfección de nuestro querido y a la vez maltratado planeta Tierra. ■