Oporto, la segunda ciudad más grande Portugal, está situada en la desembocadura del río Duero, en el noroeste del país. El nombre romano de los antiguos asentamientos, Portus Cale (Portucale), ha dado también nombre a la nación. La historia de la ciudad, está estrechamente ligada a la industria del vino. Oporto, es un vino semidulce, producido en el Valle del Duero, desde donde se enviaba río abajo en barcos rabelos, (pequeñas embarcaciones a vela) para luego exportarse a toda Europa y, desde el siglo XIII, especialmente a Inglaterra. El legado de este comercio, ha dejado un sello indeleble en la cultura de la ciudad. Declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad, los barrios históricos de Oporto, con abundantes iglesias barrocas y edificios públicos neoclásicos, son un destino digno de los amantes de la historia y de los buenos vinos.
Situado en pleno centro de la ciudad, a pocas manzanas del ayuntamiento y del distrito del arte, el Hotel Infante Sagres (no se deje engañar por la humilde fachada) es un hotel boutique, una ambiciosa apuesta de diseño sofisticado y un ambiente íntimo que recrea en su decoración las casas señoriales portuguesas del siglo XIX. El hotel se construyó en la década de 1950 y combina a la perfección elementos neobarrocos y una moderna sensibilidad, en un ambiente que recuerda al de una residencia privada. En las zonas comunes, las imponentes arañas de cristal se mezclan con hermosas vitrinas, espejos enormes y todo tipo de antigüedades combinadas con muebles contemporáneos. La guinda es la cortesía de todo el personal, que ofrece un servicio impecable. El hotel, ha hospedado en su corta existencia a personalidades notables como el Dalai Lama, el Rey de Noruega, la Reina de los Países Bajos, Bob Dylan, Catherine Deneuve, el Príncipe Eduardo de Inglaterra o John Malkovich. Todos ellos han disfrutado de la deliciosa elegancia del lugar, el lujo discreto y de su excelente ubicación en el corazón de la ciudad, y a pocos metros de la principal arteria comercial, la Rua de Santa Catalina.
Al salir del hotel, el visitante se ve envuelto en la hospitalidad local. Los portuenses, que así se llaman los de Oporto, son también conocidos con el apodo de “tripeiros”, en referencia al plato tradicional portugués de tripa a moda do porto, que se toma en cada restaurante de la ciudad. La Avenida Dos Aliados, con sus edificios belle époque, a sólo unos minutos de distancia, la catedral románica, que se alza sobre un enclave rocoso que domina la ciudad, no defraudan a nadie. Pero Oporto tiene más cosas. La zona medieval cae hacia el río a través de calles estrechas y retorcidas que dan paso a plazas renacentistas y monumentos barrocos. Asegúrese de pasear a lo largo del río y entre en las bodegas y los tradicionales cafés y vivirá una experiencia culinaria auténtica a base de bacalao con vino verde, seguido del mejor Oporto del mundo. Si prefiere una opción más contemporánea, visite el Museo Serralves, diseñado por el ganador del premio Pritzker, Álvaro Siza Vieira. También se pueden hacer excursiones al Valle del Duero, un plan altamente recomendable.
Y cuando regrese al hotel, el spa asiático Angkor Wat, le ayudará a evadirse del estrés de la ciudad. Le mimarán con todo tipo de masajes y baños de sales marinas. El restaurante Boca do Lobo es un recordatorio de lo elegante que puede ser Portugal y ofrece “el tipo de rituales formales que otros restaurantes han olvidado hace mucho tiempo”, según The New York Times. Cuenta con un menú diseñado por el chef Alvaro Lourenço, estrella Michelin. Incluye desde un carpaccio de salmón con rúcula o lasaña de pulpo a la parrilla en aceite de ajo hasta la especialidad de la casa, magret de pato con salsa de oporto y trufas. La selección de vinos es una de los mejores del país. El restaurante está situado en el vestíbulo y tiene también un patio para comer al aire libre.
Abandonar Oporto es la decisión más difícil que tendrá que tomar cuando visite Portugal. Es un destino europeo tranquilo, pero su elegancia es comparable a la de otros destinos peninsulares como Lisboa, Barcelona o Valencia. Asegúrese de comprar muchos souvenirs y al menos una botella del mejor Oporto del mundo. ■