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La ciudad de Brujas, capital de la provincia de Flandes Occidental en Bélgica, es una de las ciudades con arquitectura medieval más visitadas de Europa. Su centro histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y es considerada una de las ciudades más románticas del continente, debido a sus bellísimos canales.
En el siglo XI, Brujas o Brugge –palabra que proviene del noruego antiguo y significa puentes– era un importante centro de comercio gracias a una industria de la lana próspera, viéndose beneficiada con la construcción de una red de canales que la conectaba con el Mar del Norte, por lo cual también es conocida como “La Venecia del Norte”, un sobrenombre que también se utiliza para referirse a Ámsterdam y San Petersburgo.
Su éxito mercantil la transformó en una de las principales ciudades del viejo continente, pero decayó a fines del siglo XV, cuando los comerciantes extranjeros comenzaron a abandonarla en favor de la floreciente Amberes, cerca de la frontera con Alemania.
Al quedar aislada de las rutas comerciales, gran parte de la ciudad quedó anclada en un idílico pasado de gran belleza que, afortunadamente, se ha conservado para la posteridad durante más de cuatro siglos. Brujas guarda un sereno ambiente medieval que subyuga al viajero por su carácter.
Es una urbe preciosa surcada por canales navegables que resulta ideal para disfrutarla paseando, en barco o en bicicleta. Se puede comenazar la visita con un recorrido por la plaza Markt, el antiguo mercado medieval. Al lado se encuentra el edificio con arcada conocido como Waterhalle, donde los barcos descargaban las mercancías que se vendían en la plaza.
Algunos historiadores sostienen que la actividad comercial a escala mundial que se desplegaba en este lugar, a fines del siglo XII, puede considerarse como el inicio del capitalismo.
La cercana plaza de Burg fue el centro político y financiero de la ciudad. El impresionante palacio Franc de Bruges ocupó la sede de la administración municipal durante cientos de años. Muy cerca se halla el archivo civil, de estilo renacentista, y la Basílica de la Santa Sangre que, según la tradición, guarda un poco de la sangre de Jesucristo traída desde Tierra Santa a mediados del siglo XII.
Pero si desea vivir esta famosa ciudad belga con intensidad, tome alguno de los barcos que realizan viajes por los canales y descubrirá originales rincones que parecen extraídos de un cuento de hadas, porque Brujas es aún más hermosa y entusiasma más si se la contempla desde el agua. Cinco embarcaderos ofrecen estos viajes desde marzo a noviembre pues, en los duros meses de invierno, la nieve ocupa su lugar dando a Brujas un aire entrañable y bucólico.
Rozenhoedkaai es un muelle de especial beldad, probablemente el lugar más fotografiado de Brujas y una de sus imágenes icónicas. Además, en el canal de Groenerei, sus viejos puentes y la estampa de los edificios históricos, rodeados de un verde intenso durante la primavera, son una imagen imperdible.
Los que deseen deleitar su espíritu no deben dejar de lado la principal pinacoteca de la ciudad, pues no olvidemos que el siglo XV fue la época dorada de Brujas, cuando tanto el negocio como las artes disfrutaban de las mejores condiciones. Muchos artistas famosos llegaron en aquel entonces a Brujas, entre ellos Jan van Eyck y Hans Memling, pionero de la escuela flamenca de pintura.
En el Groeninge Museum podrán observar obras maestras de ambos pintores, así como la soberbia obra de El Bosco: El Juicio Universal. Disfrute también del arte en la Catedral de San Salvador, la iglesia más antigua de Brujas, con sus bellos tapices, cuadros flamencos y sus preciosistas tumbas medievales.
Los más golosos se maravillarán con el arte del famoso chocolate belga que encontrarán en las más de 50 tiendas regentadas por maestros chocolateros. Por otro lado, los amantes de la cervecería sucumbirán al placer de tomar una jarra de cerveza trapense o de abadía en alguna de las terrazas de esta ciudad que maravilla y enamora a todos y cada uno de los afortunados que la visitan. ■