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El Principado de Andorra, como se le conoce oficialmente, fue fundado por el emperador Carlomagno en el año 805 como agradecimiento a los habitantes de esta zona tras su heroica lucha contra los sarracenos. Pero no fue hasta el año 1288 que este territorio se convirtió en país. En la actualidad, es un coprincipado parlamentario y sus jefes de estado son el obispo de la cercana ciudad catalana de la Seu d’Urgell y el presidente de la República Francesa.
Considerada como la nación más elevada de Europa (está situada en los montes Pirineos, donde hay cumbres que superan los dos mil metros) es de los países más seguros y con una de las esperanzas de vida más altas del mundo. Su economía es boyante gracias al comercio, al turismo y a la banca.
Una visita a este pequeño país debe comenzar en su capital, Andorra la Vella, una de las siete parroquias o divisiones administrativas en las que se segmenta el Principado. Este enclave es muy pequeño, y allí se concentran más de 1200 tiendas de moda, tecnología, deportes, perfumerías, etc.
Esta profusión de locales de venta se debe a que los productos están exentos de impuestos hasta un límite muy favorecedor que viene estipulado por las franquicias aduaneras, por lo que es muy fácil encontrar sus principales calles comerciales repletas de españoles, franceses y de personas de muchas otras nacionalidades que llegan hasta allí para realizar sus compras.
Además, los amantes de la alta gastronomía deben saber que en Andorra la Vella existen excelentes restaurantes de primera línea que ofrecen la deliciosa comida andorrana y también lo mejor de las cocinas española y francesa.
Pero también son muchos los que acuden a la llamada del termalismo, pues la capital andorrana dispone de dos grandes spas: Caldea e Inúu, el centro termolúdico más grande del sur de Europa, con 42.745 metros cuadrados. En esta zona hay aguas subterráneas ricas en minerales como el azufre y el sodio, que brotan a 70 grados centígrados y tienen beneficios analgésicos, cicatrizantes, descongestionantes y antialérgicos.
1, 2, 3. En la primavera los bellos paisajes de Andorra son ideales para la recreación en la naturaleza.
4, 5, 6, 7. En el invierno el viajero encuentra las mejores amenidades para los deportes de nieve.
Los seguidores de los deportes de invierno se sentirán aquí en el paraíso, pues la nieve es en Andorra una constante durante los meses invernales. Las estaciones de Vallnord y Grandvalira, favoritas de los esquiadores con experiencia, o Naturlandia y Parador Canaro, más familiares, se colman de aficionados de todo el mundo en esa época.
A partir de la primavera se produce una explosión de la naturaleza. Ese es el momento propicio para realizar rutas senderistas en sus tres parques naturales: Madriu-Pedrafita-Claror (declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el 2004), el Parque Natural de la Vall de Sorteny (que alberga más de 700 especies de flores y plantas), y el Parque Natural Comunal de les Valls, donde se encuentra el Comapedrosa, el pico más alto de Andorra, con 2.942 metros de altura.
También es aconsejable visitar bellos pueblos que parecen anclados en la Edad Media, como Ordino o la Massana, situados en los valles del norte, y en ellos ver cómo era la vida de los andorranos hace siglos. Para aquellos que no son muy amigos de las carreteras de alta montaña, Andorra Turisme ofrece un cómodo autobús guiado que realiza diversas rutas por todo el país y permite observar de forma placentera las costumbres, los antiguos pueblos con sus bellas iglesias románicas y las tradiciones de un país insólito que, créanme, no se olvida con facilidad.■