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La Antártida, un continente que se erige helado, desafiante y casi prístino al sur de Sudamérica podría ser tu próximo destino en crucero, ¿por qué no? El lugar ejerce una atracción cada vez mayor en el turismo de alta gama mundial. Cada verano austral, son miles los turistas que desafían los tormentosos mares del sur para arribar a sus bases científicas receptoras de turistas. Superan las exigencias climáticas de la región, las distancias a cubrir para arribar a sus costas y las rígidas normas de permanencia exigidas en el marco del Tratado Antártico para vivir la emoción del continente helado.
El gran atractivo de la Antártida consiste en lo exótico y diferente del destino turístico. En un mundo ávido de emociones verdaderas, la posibilidad de enfrentar un continente helado, desierto y con un clima poco amable para el turista representa un placer superlativo. La temperatura promedio no supera los 0ºC en el breve período más cálido. Durante el largo invierno las temperaturas son extremas y rondan los -60ºC. La flora es escasamente atractiva para el turismo ya que se reduce a líquenes, musgos, hongos y dos especies de plantas muy escasas. Los avistamientos de fauna son espectaculares pero ocasionales. Consiste en avistamiento y en algunos casos acercamiento a grupos de pingüinos, focas, lobos y elefantes marinos, ballenas y colonias de aves como cormoranes y gaviotas. Es por esa razón que lo esencial de la Antártida es haber estado allí.
Atravesando los helados mares antárticos
La modalidad habitual para visitar la Antártida es a través de alguno de los tres estilos de cruceros que suelen surcar sus costas: Los grandes navíos de lujo que pueden transportar a más de 500 pasajeros, los cruceros medianos de entre 100 y 500 pasajeros y los exclusivos veleros y yates de hasta 12 personas.
Es conveniente tener en cuenta que los grandes navíos no recalan en ninguna base. Transitan islas y lugares interesantes de fauna en las inmediaciones de la Península Antártica. El preferido por aquellos turistas que eligen vivir la inigualable experiencia de caminar en la Antártida son los cruceros medianos, que incluyen traslados a bases, lugares o islas específicas con pernocte en alguno de ellos.
Los exclusivos veleros representan, quizás, la mayor interacción entre sus pasajeros y el continente. El menor calado permite explorar lugares que no pueden alcanzar los grandes navíos. La duración de los cruceros es variable y siempre está sujeta al porte de la nave y el plan de viaje elegido. En general, son de entre diez y veinte días de periplo, incluyendo los dos o tres días que transcurren desde el último puerto continental hasta la Antártida.
Los datos de la industria
La Asociación Internacional de Operadores Turísticos de la Antártida (IAATO), tiene registradas 63 naves con autorización de navegación en la región. En esa cifra se incluyen algunos de los grandes nombres de la industria de cruceros: Silversea, Celebrity Cruises, Holland America Line y Princess Cruises. Entre otros. En conjunto, han trasladado durante la temporada 2015 – 2016, un total de 38.500 visitantes. Un 25% más que el año anterior.
El perfil del turista promedio que se atreve a la Antártida es de personas de edad media y más, acostumbrados al lujo y confort. Los valores de los cruceros suelen variar de acuerdo al plan y la compañía elegida, pero se pueden promediar entre los US $6,000 y US $35,000.
Preocupación por el futuro
El creciente flujo de turistas ha disparado algunas alertas. La comunidad científica ya ha expresado su preocupación basada en distintos informes sobre la afectación ecológica producida por la intensa actividad humana en el continente. Se preguntan si la Antártida está preparada para recibir grandes volúmenes de visitantes sin que sus ecosistemas se degraden de manera irreversible.
Cabe señalar que la mayoría de las visitas suelen concentrarse en apenas unos diez puntos de la costa antártica que han sido autorizados al turismo receptivo con limitaciones por el Tratado Antártico. La actividad reporta unos US $355 millones anuales a las operadoras de viajes, pero ningún beneficio a la región. ■
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