Mientras avanzan las batucadas por las calles de Río de Janeiro en Brasil, el brillo antiguo de Venecia renace en las caderas de las bailarinas de samba. Durante diez siglos exactos, Venecia ha sido la madre de todos los carnavales en Europa y en el continente americano. Sus máscaras y vestimentas renacentistas y sus colgantes de perlas engendraron vástagos como el Mardi Gras de Nueva Orleans, el carnaval de Buenos Aires, el de Río de Janeiro, el de Salvador Bahía y muchos más en tantos otros lugares que, aún hoy, se siguen sumando a esta antigua forma de explosión social.
En América, los embajadores del carnaval han sido los franceses, los españoles y los portugueses. Tres antiguas potencias coloniales dieron vida a esta costumbre que tiene sus raíces en las bacanales romanas y en la tradición de la cuaresma cristiano católica.
En Italia, el carnaval de Venecia es el más famoso, pero esa no es la única ciudad del país con una festividad desbordante. En decenas de localidades se celebraban otros carnavales en los que la moral, asociada a las restricciones de la realeza o del clero, pasaba momentáneamente al olvido tras una máscara. La cuaresma marcaba el fin de la abstención alimentaria con que los católicos recuerdan los cuarenta días que Jesús pasó en el desierto. Si a este periodo de autoflagelación se le suma un estado monárquico opresivo y una religión todopoderosa, tenemos más o menos una idea del cocktail con que se bañaban las calles de la vieja Europa el día del carnaval.
El alcohol, la gula y el desenfreno iban poco a poco reemplazando la elegancia y el decoro con que ricos y pobres intercambiaban roles en el carnaval el día antes del miércoles de ceniza. El idiota era rey por un día, el cura un criminal, el rey un pordiosero y la santa una cualquiera. Este desenfreno llegó a tal punto que viajeros de toda Europa llegaban a darse cita en Venecia o en cualquier ciudad en que el carnaval tuviera una expresión digna de visitarse. Un día después, todo volvía a la normalidad, y para los más connotados y cercanos al poder religioso y político de la época, la regla era una resaca que curara los pecados del alma con un merecido dolor físico y un estado amnésico postmortum, pero bienvenido.
Aunque un poco más “civilizados” en el presente, los carnavales a ambos lados del Atlántico se siguen celebrando entre enero y febrero cada año. En Venecia, por ejemplo, la celebración comienza el 8 de febrero de 2020 y terminará el 25 de ese mes, y en Río de Janeiro, arrancará el 21 y se extenderá hasta el 29 de febrero. En Nueva Orleans, en cambio, un poco más alejado de la influencia católica que rigió inicialmente el territorio de Louisiana, la celebración suele comenzar el 6 de enero —la fiesta católica de la Epifanía o los Reyes Magos—, pero llega a su apogeo el 25 de febrero, antes de Mardi Gras, el miércoles de ceniza, que marca el fin de la mayoría de las celebraciones de carnaval y que este año es el 26 de febrero.
Existen otras tradiciones precristianas que, de una u otra manera, han sido absorbidas dentro de la tradición carnavalesca. Los germanos, por ejemplo, celebran el carnaval en noviembre, siguiendo el viejo calendario lunar que les indicaba la fecha de la cosecha y, por ende, la abundancia antes de la llegada del invierno.
Para los turistas, conseguir reservas en cualquier lugar con celebraciones sonadas de carnaval no es tarea fácil. Por eso es importante tener claro qué hacer y a dónde ir. Sería imperdonable, por ejemplo, marcharse de Nueva Orleans sin probar algunos de sus platos más típicos, como un think rich jambalaya, un spicy gumbo o un po-boy de salchicha de caimán, aunque para disfrutar de la cocina tradicional en su expresión más elegante y sabrosa lo mejor es acudir al French Quarter Antoine´s, que ha sido un referente culinario desde 1840. Se trata de un restaurante familiar de alto nivel con varios ambientes donde se pueden degustar las famosas mariscadas de Louisiana. Para disfrutar del ritmo de la ciudad existen varios sitios donde escuchar jazz sin salir del Barrio Francés, como la tradicional casa del Preservation Hall Jazz Band. Y, por supuesto, todo aquel turista que acuda a Nueva Orleans debería pasear por Bourbon Street.
El de Río de Janeiro es uno de los carnavales más famosos del mundo. Es el más grande, aunque no el único del país. Otros destinos importantes en Brasil por sus carnavales son Salvador de Bahía o Recife. La masividad de los eventos que ocurren en los carnavales brasileños se puede experimentar en los desfiles populares de Cordão do Bola Preta en Río o en Galo de Madrugada en Recife, entre otros sitios. Pero quizás los más conocidos internacionalmente y los más atractivos para los turistas son los desfiles de las escuelas de samba. Los más importantes son los que se celebran en el Sambódromo da Marquês de Sapucaí de Río de Janeiro y el Sambódromo do Anhembi de São Paulo.
La lista de eventos gratuitos y manifestaciones musicales es cada año más impresionante y variada. Y para alimentar a la multitud de espontáneos bailadores de samba del carnaval, existen pocas opciones más allá de los miles de carritos de comida que ofrecen en las calles desde hot dogs hasta los famosos espetinhos, una versión criolla de los pinchos de carne y vegetales. Sin olvidar la cerveza y las caipirinhas para acompañar la cena callejera.
Por supuesto, también está la posibilidad de una cena glamurosa en Río de Janeiro. Giuseppe Grill en Avenida Bartolomeu Mitre, o Aprazivel en Santa Teresa, son algunos de los mejores escondites en pleno carnaval. Ambos se especializan en darle una vuelta de complejidad a la tradicional comida brasileña, ya famosa por la casava o los cortes de carne a la parrilla. Si la experiencia del carnaval se traduce en una “sobredosis de Brasil”, nunca está demás tener un restaurante italiano como alternativa. Para tal efecto, Gero es una buena opción, ubicado en plena playa de Ipanema, en Rua Anibal de Mendoça.
En Venecia, la fiesta comienza el 8 de febrero. Sin embargo, lo mejor de este carnaval italiano ocurre durante los fines de semana, sobre todo el último antes del 25 de febrero. Para aquellos que quieran ver lo máximo de las festividades, Plaza San Marco es el lugar de encuentro y donde se lucen los vestidos más impresionantes, que compiten cada año por el mejor lugar en el tradicional concurso de disfraces. Este año, los organizadores han hecho un esfuerzo por descentralizar el carnaval y realizar algunos eventos en el Arsenale di Venezia. Lejos de las calles, hay fiestas mucho más exclusivas, como el baile de máscaras anual de Gran Ballo della Cavalchina, considerado el más espectacular de Venecia y que se celebra en La Fenice Opera House.
Para comer bien en Venecia no es necesaria una guía. Esta ciudad está bien poblada de expertos culinarios que tratan con éxito de impresionar a la enorme masa de visitantes internacionales con sus cocinas. Aunque siempre se pueden visitar algunos de los restaurantes más famosos de la ciudad. Por ejemplo, uno de los favoritos de Hemingway era el Locanda Cipriani, situado a unos 30 minutos del centro de Venecia.
El menú no tiene grandes pretensiones y se centra en la comida italiana tradicional, con recetas de la familia Cipriani, que ha regentado este establecimiento desde sus inicios. Otro de los favorito de los famosos —como Natalie Portman, Monica Bellucci o Bill Murray—, pero también de los propios venecianos, es el restaurante Antiche Carampane. Ofrece una cocina veneciana tradicional de alta escuela que atrae a una gran cantidad de comensales, por lo que se debe hacer la reserva con mucha antelación. ■