Al sur de Francia, en la región Languedoc-Rosellón, entre Perpiñán y Toulouse, se halla la impresionante ciudad de Carcassonne, uno de esos lugares con encanto que difícilmente podrá olvidar, pues parece anclado en una Edad Media idílica en la que pasear por sus calles adoquinadas traslada al visitante a una época de reyes, princesas, caballeros, justas, torneos y monumentos de la época. Vea aquí nuestra selección de destinos y hoteles de todo el mundo.
Esta sensación de viajar en el tiempo se debe a la restauración de la ciudadela o ciudad histórica fortificada de Carcassonne, que queda encerrada tras una doble hilera de tres kilómetros de murallas y más de una treintena de torres. Su maravilloso aspecto actual fue posible gracias al escritor Prosper Merimée, el autor de Carmen, novela en la que se inspiró el compositor Georges Bizet para componer su conocida ópera. Como Primer Inspector de Monumentos de Francia, Merimée encomendó al arquitecto Viollet-le-Duc la rehabilitación de la ciudad, que más de cien años después, en 1997, le valió su proclamación como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Carcassonne también tuvo un protagonismo relevante en la guerra de Roma contra los cátaros de Languedoc. El catarismo fue un movimiento religioso muy importante en esta zona de Francia durante los siglos XI al XIII y sus seguidores predicaban la salvación mediante el ascetismo y la renuncia al mundo para alcanzar la perfección. Por su enfrentamiento a la Iglesia Católica fueron acusados de herejía, condenados al destierro y, en algunos casos, a la hoguera.
En la actualidad, al visitar Carcassonne se percibe inmediatamente su perfecta división en dos zonas: a la derecha del río Aude está La Cité (o ciudadela), y a la izquierda se encuentra La Bastide Saint-Louis. Las dos partes están unidas por el antiquísimo Le Pont Vieux o Puente Viejo de Carcassonne, que es parte del Camino de Santiago y desde el que se puede disfrutar de unas magníficas vistas.
En La Bastide Saint-Louis sobresalen sus preciosas casas señoriales, testigos del auge de la industria textil de Carcassonne en el siglo XVIII. También la majestuosa catedral gótica de Saint Michel, así como la Capilla del Carmen o la de Notre Dame de la Santé. Además están sus monumentos, entre ellos, la fuente de Neptuno y la Place Carnot, donde se sitúa el mercado de las flores. Un paseo por el sinuoso Le Jardin de Calvaire (Jardín del Calvario), construido en 1825 durante el reinado de Carlos X, constituye una experiencia inolvidable.
En la ciudadela medieval es imprescindible callejear sin rumbo, dejándose llevar por el azar, hasta toparse con las cuatro puertas que dan acceso a la ciudad, ubicadas en los cuatro puntos cardinales: la puerta del Burgo, la de Narbona, la de Aude y la de Saint-Nazaire. Muy cerca de esta última está la Basílica de Saint-Nazaire, de estilo entre románico y gótico, cuya construcción se prolongó durante tres siglos. Y, por supuesto, es imperdible el Castillo Condal del siglo XII y su muralla interior, erigido por la noble familia Trencavel, vizcondes de Carcassonne, una edificación emblemática de la ciudad medieval.
Deambulen por las murallas, visiten los museos y siéntense en las terrazas y restaurantes para degustar los nobles vinos de Languedoc, acompañados de algunos gustosos quesos de la zona. El mejor hospedaje dentro de la ciudad amurallada es, sin duda, Hotel de la Cité de cinco estrellas. Las suites cuentan con nombres tan evocadores como Viollet Leduc, Medieval o Neo-Gothic y dispone de una excelente cocina con una estrella Michelin.
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