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El hotel Burj Al Arab fue construido como un reflejo de la distinción y el lujo del mundo árabe. Su perfil inconfundible, con forma de vela desplegada al viento, es emblema de Dubái, uno de los siete emiratos que conforman los Emiratos Árabes Unidos.
Cuando se terminó de construir en 1999, el jeque Mohamed bin Rashid Al Maktum se decepcionó debido a la decoración blanca y minimalista de la estructura. Para satisfacerlo, la diseñadora china Khuan Chew recurrió al mármol de Carrara, el terciopelo, las alfombras tejidas a mano y el oro. Así fue como se ganó el privilegio de ser el hotel más lujoso de la ciudad.
Blanco durante el día y multicolor en las noches, el Burj Al Arab es una suerte de palacio ultratecnológico que revolucionó la arquitectura y el diseño de su momento. Un helipuerto situado en su cumbre, piscinas, cascadas, playa privada y acuarios con decenas de especies diversas son sólo algunas de sus extravagancias.
El Burj Al Arab está situado en medio del mar. Tras avanzar por la carretera que conecta el territorio continental con la isla artificial construida especialmente para el hotel, una sinfonía de luces y agua da la bienvenida en la entrada principal anunciando lo obvio: cada detalle ha sido minuciosamente ideado para deslumbrar. De impresionantes proporciones palaciegas, los interiores del hotel evocan un cuento de Las mil y una noches.
Con la misma clase de mármol que Miguel Ángel usara para sus esculturas, el Burj Al Arab recubre sus pisos y paredes. Entre las 202 suites del hotel destacan las Royal Suites. Una majestuosa escalera decorada con mármol y oro o un ascensor privado conducen a la planta superior de cada suite dúplex, que cuenta además con una sala de cine, biblioteca, comedor para 12 comensales y un espléndido salón de estilo majilis.
El servicio personalizado es distintivo del Burj Al Arab, con sus mayordomos exclusivos para cada suite y una flota de Rolls Royce disponible para los traslados al aeropuerto o las cercanías de Dubái.
El hotel tiene ocho restaurantes y uno de ellos, el Al Mahara, es reconocido como uno de los mejores del mundo. Especializado en platos a base de mariscos, impresiona por su entorno subterráneo iluminado por el resplandor de enormes acuarios de agua de mar. También está el Al Muntaha, ubicado en el piso 27, con su vista imperdible del Golfo Pérsico que permite apreciar los espectaculares archipiélagos artificiales The World y Palm Jumeirah. Por su parte, el Assawan Spa & Health Club proporciona un clima sereno y estimulante, especial para relajar el cuerpo y calmar el alma. Su ritual de agua y vapor, junto al placer de los tratamientos, se conjugan con una decoración extravagante.
Difícil imaginar un ambiente más exquisito y sofisticado que el del hotel Burj Al Arab. Esta vela abierta al mar es el sitio perfecto para disfrutar del lujo extremo. ■
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