La Navidad se vive en Alemania de forma plena y emocionante, pues las plazas, calles y edificios se engalanan con bellos adornos navideños y la iluminación nocturna es pródiga y artística. Además, durante esta época del año nieva profusamente, originándose un decorado blanco, idílico y evocador.
Pero si algo define realmente Navidad en este gran país centroeuropeo son sus centenarios mercadillos, que nacieron en los albores del siglo XV y se convirtieron en una costumbre tan arraigada que hay prácticamente uno en cada pueblo y ciudad. La mayoría abren sus puertas del 1 al 24 de diciembre y son disfrutados no sólo por los creyentes en Jesucristo, sino por gentes de cualquier otro credo o cultura.
En algunas urbes estos mercados se llaman «Weihnachtsmarkt» (Mercado de Navidad) y en otros «Christkindlesmarkt» (Mercado de Cristo niño). Estos espacios no son sólo una oportunidad única para comprar adornos navideños o productos de artesanía local, sino también para ver, pasear o disfrutar de los productos gastronómicos navideños típicos de cada ciudad o región.
En muchos mercados se suceden los bailes regionales y grupos corales cantan villancicos tradicionales. Lo habitual es que las familias y los amigos se queden hasta el fin de la tarde para tomar un buen vaso de glühwein, un vino caliente y especiado que entona el cuerpo y el espíritu durante las frías noches invernales, y que suele acompañarse con la gran variedad de salchichas existentes en el país, como bratwurst, bierwurst, blutwurst, frankfurter, etc. Por otra parte, podrán probar las famosas galletas de jengibre y el leubkuchen, un pan de jengibre y otras especias que se suele comer en la época navideña, o el stollen, un pastel elaborado con mantequilla, frutos secos, cáscaras de cítricos confitadas y especias como la canela y el cardamomo.
Si usted es un amante de la Navidad, disfrutará mucho visitando alguno de los mercados más antiguos e importantes de Alemania, como el de Múnich o Núremberg.
En torno a la plaza Marienplatz de Múnich, capital de Baviera, frente al majestuoso e histórico ayuntamiento, se instala todos los años el mercadillo de Navidad, que incluye el mercado de belenes más grande de Alemania. Para entretener a los más pequeños existe un “taller celestial”, donde pueden ataviarse con trajes brillantes y alas doradas y entretenerse haciendo sus propias galletas. Pero las mayores, por supuesto, tendrán que tomar su vino caliente y comerse un lebkuchenherzen, otro pastel de jengibre que suele llevar inscritas las palabras “te quiero” (ich liebe dich).
Los visitantes podrán complacerse adquiriendo las famosas bolas de cristal de Navidad fabricadas por los artesanos de Lauscha, un pequeño pueblo situado en Turingia.
En Núremberg, en la céntrica plaza Hauptmarkt, se dispone todos los años uno de los más antiguos mercados navideños de Alemania, el “Chriskindlesmarkt”, donde alrededor de dos millones de visitantes se pasean entre sus más de 200 puestos de aspecto medieval en los que se ofrecen las salchichas fritas tradicionales y el ponche de ron y azúcar.
La apertura del mercado, que se produce el viernes antes del Adviento, es un evento único en el que la gente abarrota la plaza del mercado y la galería de la cercana iglesia de Nuestra Señora, donde las trompetas suenan a las 5:30 pm mientras un coro infantil canta villancicos para dar inicio a las fiestas navideñas.
Esta colorida celebración nos ofrece una nueva y mágica alternativa para las fiestas. ■