La antigua y apacible casona de estilo colonial del Museo de Arte Hispanoamericano se alza entre la modernidad del exclusivo distrito del Retiro en Buenos Aires. Los anchos muros y amplios jardines de neto estilo español albergan una de las colecciones más impactantes y únicas en América Latina: la Colección de Platería Virreinal.
Colección de platería
El descubrimiento por los españoles del cerro de Potosí en 1545, denominado “El Cerro de Plata” por la gran riqueza contenida de ese mineral precioso, marcó el apogeo de casi tres siglos de la plata en el mundo. La abundancia de ese valioso recurso produjo que durante el período virreinal, las clases acomodadas de toda América se abastecieran de objetos labrados en plata para sus enseres personales. Para el hombre colonial, el hecho de poseer platería y dedicar a su devoción religiosa objetos de culto en ese metal precioso, fue sinónimo de riqueza, distinción y éxito personal.
La colección de platería virreinal del Museo Fernández Blanco supera en número de ejemplares a cualquier otra colección pública del Cono Sur. Posee obras de los siglos XVII al XIX, provenientes de talleres de Lima, Arequipa, Cuzco, La Paz, Potosí, Río de Janeiro, Minas Gerais, Chile, Buenos Aires y las misiones franciscanas del Paraguay, que cubren la mayor parte del espectro de los centros plateros sudamericanos. A éstos debe sumarse una selecta colección de piezas europeas entradas al territorio en período colonial, provenientes de las ciudades más importantes de la península ibérica: Córdoba, Cádiz, Barcelona, Madrid, Oporto y Lisboa.
Colección de Pintura
La importante colección está integrada por muestras de pintura cuzqueña, la escuela más importante del continente por su sistema de producción protoindustrial y por su capacidad de distribución por el territorio. La escuela potosina, que fue la más prestigiosa de las escuelas virreinales de pintura por su apego al tembrismo zurbaranesco, aporta excelentes ejemplares de grandes maestros como Melchor Pérez Holguín, Gaspar de Berrío y Joaquín Caraval. La colección integra ejemplos de la escuela virreinal mexicana, de la escuela del Lago Titicaca, pinturas realizadas en el territorio argentino por maestros coloniales como Felipe de Rivera, en Salta, y Ángel M. Camponeschi, en Buenos Aires, y obras de origen flamenco y sevillano entradas al país durante los siglos XVII y XVIII.
Imaginería, mobiliario e instrumentos musicales
El proceso evangelizador en América permitió el desarrollo de escuelas escultóricas. En ellas, los artistas indígenas y mestizos tuvieron la oportunidad de reelaborar los modelos peninsulares e imponer conceptos propios en sus trabajos, dotando a las imágenes con una mayor estilización al exagerar los efectos naturalistas y provocando mayor patetismo y teatralidad. El museo cuenta con más de 250 ejemplares de imágenes religiosas coloniales en madera, alabastro y marfil. Se destacan entre ellas las provenientes de las Misiones Jesuitas Guaraníes de Perú, de Quito, del altiplano boliviano, de Brasil, de España, de Filipinas y, principalmente, las de Buenos Aires, que dan cuenta del alto grado de desarrollo que alcanzó esta disciplina en nuestro medio.
Es destacable la colección de instrumentos musicales. En ella se destaca el violín personal del fundador de la colección, Isaac Fernández Blanco. Se trataba de un Guarnerius del Gesù de 1732, pieza que por su calidad y estado de conservación se erige hoy como uno de los instrumentos más importantes del mundo de autoría del célebre luthier de Cremona. Lo notable es que están en perfecto estado de conservación y el museo programa anualmente una serie limitada de conciertos extraordinarios en los que se ejecutan esos instrumentos históricos. Descubra aquí otro de los grandes museos de la capital argentina, el MALBA. ■