También ha sido protagonista de escandalosas controversias en su vida personal que amenazaron con destruir su reputación, pero la falta de pruebas para incriminarlo por conductas impropias, añadido a su irresistible genio creativo, no han permitido que su carrera se empañe.Con 84 años ya, ha ganado cuatro estatuillas de la Academia, ha sido nominado más de veinte veces y premiado con dos Globos de Oro, y ha cosechado triunfos en festivales de cine de diversas latitudes. En 2002, recibió el premio Príncipe de Asturias y cuenta con una estatua en su honor en Oviedo. En junio de 2007, le fue otorgado el Doctor Honoris Causa por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.Su larga filmografía no permite la indolencia, ni siquiera en sus piezas más mediocres. La mayor parte de su obra está apoyada en un humor mordaz, sutilmente corrosivo, y aunque ha acudido a géneros como el drama y el thriller, su fuerte es la comedia, a la cual puede convertir en carril sobre el cual hacer correr otros formatos dramatúrgicos siempre rumbo a destinos reflexivos.Entre sus mejores películas, está la mencionada Annie Hall, todo un clásico del cine americano e, indudablemente, su historia más lograda; Manhattan (1979), un relato lleno de romanticismo convertido en hermosa elegía a New York; la cautivante Match Point (2005), propuesta elegante matizada por los discernimientos éticos; la aclamada Hanna and Her Sisters (1986), película laberíntica, espléndida en su estética; Husbands and Wives (1992), brillante combinación de drama y comedia, o la más reciente, Blue Jasmine (2013) , que atrapó de manera contundente a público y crítica. La lista pudiera prolongarse mucho más en un director tan prolífico como incansable.
Con el avance de la edad, su ritmo creativo no ha cedido. La meta de realizar una película por año se ha transformado en una suerte de rito personal que entraña no pocos desafíos para un cineasta que no se permite concesiones de taquilla. Su arte definitivamente anti-establishment es un viaje sin regreso durante el cual no le importa exponerse al fracaso. En esa travesía, Allen nos fascina o nos desinfla cuando aborda el conflicto humano, pero su genio no transige con las soluciones facilistas del cine comercial.
Por ello es que el público, a sabiendas de su conocida obsesión de trasladar a la pantalla una obra por temporada, espera con impaciencia el metódico cumplimiento del ciclo.
Uno de su más reciente trabajo será el encargado de abrir la 69 edición del Festival de Cannes. Se trata de Café Society, una comedia romántica protagonizada por Kristen Stewart, Steve Carell y Blake Lively que no competirá por la Palma de Oro, pero promete tener suficiente gancho como para agotar lunetas el primer día.
El filme narra la historia de un joven que aterriza en Hollywood en los años 30 del siglo pasado con la ilusión de trabajar en la industria del cine. Allí sucumbe al amor y, repentinamente, se encuentra sumergido en la agitación de la Café Society que marcó aquella época.
Para esta película, Allen se ha apoyado en el destacado director de fotografía Vittorio Storaro, ganador de tres premios Óscar.
Con ésta, será la tercera ocasión que una película de Woody Allen inaugure el prestigioso certamen, hazaña que solo él ha podido lograr. Pero, además, es la decimocuarta vez que sus trabajos son mostrados en Cannes. Esperemos, para complacencia de los cinéfilos, que siga repitiéndose el ritual.
Además de Café Society, Allen lanzó recientemente su última película, «A Rainy Day in New York», una comedia romántica protagonizada por Timothée Chalamet y Elle Fanning, que Amazon lanzó el año pasado. Sin embargo, no hay señales de que se emitirá en Estados Unidos todavía. Por ahora, solo se ha lanzado en Europa.■