En cualquier rincón del mundo hay huellas del talento de la arquitecta y diseñadora Patricia Urquiola (Oviedo, España, 1961). Ha firmado proyectos tan diferentes como las tiendas de Missoni en Hong-Kong y Nueva Delhi, la rehabilitación del Hotel Das Stue de Berlín o el Museo de Joyería de Vicenza.
Patricia Urquiola.
Pero es el diseño de mobiliario lo que le ha dado más popularidad, gracias a sus piezas para Kartell, Moroso, B&B, Alessi y otras grandes firmas italianas. Lámparas, vajillas o sillones pop con un estilo vanguardista muy enraizado en la memoria. Sus muebles, al igual que sus estancias, siempre narran una historia. Por ejemplo, Urquiola ha retrocedido al siglo XVIII para repensar la silla Windsor, que se fabricaba de forma artesanal, y convertirla en las series industriales Comback Chair y Nub Chair. Y ha recuperado los azulejos hidráulicos, de tradición mediterránea, para decorar las nuevas suites del hotel Mandarin Oriental de Barcelona, uno de sus proyectos más recientes.
Hotel Mandarin Oriental, Barcelona.
Maestra de las formas, el color y los materiales, se implicó personalmente en la creación para la firma de diseño italiana Budri la colección Earthquake 5.9, que surgió tras el terremoto del 2012 en el noroeste de Italia.
Patricia Urquiola reside en Milán, donde dirige su propio estudio desde el 2001, tras colaborar con algunos de sus mitos: Achille Castiglione o Vico Magistretti. A los 13 años de edad, ya tenía clara su vocación. “De niña quería ser arquitecta y estudié Arquitectura en Madrid, pero cuando asistí al curso de Castiglioni en el Politécnico de Milán, me enamoré del diseño. Me interesó trabajar en instrumentos para la vida que podamos usar a diario”, explica.
A la hora de escoger su trabajo favorito, sale a la luz su pasión por la cultura italiana: “Cada proyecto es emocionante porque comienzas desde el principio, sin certezas ni protección. Me gustó mucho hacer la escenografía de la ópera clásica de Monteverdi, ‘La coronación de Poppea’ (2010). Tuve que trabajar muy de cerca con cantantes excelentes que interactuaban con el escenario”.
Operar a varias escalas —grandes espacios, pequeños objetos— la obliga a “ver cómo funcionan las cosas desde diferentes perspectivas”. “Cuando estoy involucrada en un proyecto arquitectónico, ser diseñadora me permite trasladar mi visión a lo largo de todo el proceso. Por mi experiencia, tengo credibilidad para proponer mis productos. Y cuando estoy diseñando, los clientes me piden que haga sus instalaciones o casas privadas”, afirma Urquiola, quien recibió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes del Gobierno de España en el 2010.
Un premio que se suma a otros, como el de Diseñadora de la Década, de la revista Häuser (2009) o el Premio AD de Diseño Arquitectura, de la revista Architectural Digest (2008). Además, su obra forma parte de la colección permanente del Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York, el Museo della Triennale de Milán y el Fonds National D’Art Contemporain de París.
En la actualidad, Urquiola diseña para BMW, Louis Vuitton, Salvatore Ferragamo o Baccarat, entre otros clientes. “No me gusta tener un estilo reconocible, que esté por encima del producto en sí. Cada diseñador da a luz diferentes hijos cada vez, que tienen su propia identidad y valores”, subraya. ■