Con una historia personal sumamente inspiradora y una exitosa carrera profesional, el diseñador de joyas Hassan Bounkit es, tal vez, uno de los creadores más originales del momento. Sus exclusivas joyas Bounkit – hechas a mano en su atelier de Nueva York con piedras semi-preciosas traídas de distintos países del mundo y talladas a mano por expertos artesanos- las llevan celebridades como Megan Markle, Duquesa de Sussex y esposa del príncipe Harry de Inglaterra; Oprah Winfrey, la famosa modelo Iman, Salma Hayek, Sofía Vergara y Brooke Shields, entre otras. Bounkit ha aparecido también en algunos de los shows más famosos de la televisión norteamericana y en la portada de las mejores revistas estadounidenses.
Sin embargo, nada de eso ha logrado opacar la sencillez y la humildad de este hombre afable y cordial que destila paz y que me recibe en su luminoso atelier Bounkit de Nueva York, un “penthouse” (ático) en NoMad, uno de los ajetreados vecindarios de Manhattan donde suelen tener su sede muchos diseñadores.
El sol entra a raudales por los inmensos ventanales de su salón, cuyas paredes están “tapizadas” con cientos de cajas, que guardan todas las piedras multicolores imaginables, y con las portadas de prestigiosísimas revistas en las que se ven sus joyas. La gigantesca mesa del centro es el corazón del atelier. Allí el diseñador boceta, pinta, estudia las gemas con su lupa y, a veces, sirve té de menta traído de su Marruecos natal a sus clientas privadas o a escritoras como yo. No le gusta hablar de sí mismo. Es sumamente reservado, así que comienza a mostrarme algunas de sus gemas favoritas, joyas de su nueva colección, piezas que para él tienen un significado especial y sin darnos cuenta, poco a poco, piedra a piedra, comienza a desgranar su historia.
Hassan nació en Casablanca, Marruecos, en el seno de una familia acomodada y sumamente tradicional. Su padre, Mohamed Bounkit, importaba electrodomésticos de Europa y los vendía en la región. Su madre, Zahra, es ama de casa. Bounkit, que tiene cuatro hermanos y una hermana, vivió en Casablanca hasta los 20 años y, después de estudiar un tiempo en Montreal, Canadá, llegó por fin a Florencia, Italia, para estudiar moda, su gran pasión. Acabados sus estudios, empezó a trabajar nada más ni nada menos que en la marca Salvatore Ferragamo y, después, en Marella Ferrera. Sin embargo, el joven Hassan guardaba un sueño en su corazón. Durante su estancia en Montreal, la escuela en la que estudiaba organizó un viaje a Nueva York en 1982 y quedó tan fascinado y seducido con aquella vibrante y retadora ciudad que se prometió a sí mismo volver para quedarse y tener allí su hogar.
Su sueño se hizo por fin realidad en 1989, tras su maravillosa experiencia italiana. Instalado ya en Nueva York, estudió moda en el prestigioso FIT (Fashion Institute of Technology) y trabajó como asistente de la famosa diseñadora Nicole Miller.
Como muchos jóvenes de su edad, Hassan decidió entonces hacer una pausa en su trabajo y dedicarse por un tiempo a hacer fotografía, con la suerte de que el conocido diseñador de joyas persa Iradj Moini lo contrató para que retratara sus piezas. Sin embargo, una vez terminado su trabajo, Bounkit se quedó en el estudio del joyero como director e incluso diseñó algunas piezas para él. ¡Había nacido el creador de joyas!
Para ese entonces Hassan ya estaba casado con Sana, una joven marroquí como él que también amaba apasionadamente las gemas. Sin embargo, la historia de amor de esta pareja, padres hoy de dos preciosos hijos pequeños (Rayan y Jana), merece mención aparte. No se conocieron al azar y se enamoraron libremente como la mayoría de las parejas. Lo suyo fue un matrimonio “arreglado” que, gracias a Dios, les salió de maravilla. “Mi madre me llamó un buen día muy entusiasmada para decirme que me había encontrado la novia perfecta y que hasta hablaba inglés”, comenta Hassan. “Fui a Marruecos unos meses después a celebrar mi cumpleaños, mi familia la invitó a la fiesta y ahí la conocí”, prosigue. “Hablamos un buen rato, me gustó mucho, la invité a salir y dos semanas después, estábamos ya planeando la boda”, recuerda, mientras me explica que en su país este tipo de matrimonio suele funcionar porque las familias tradicionales no permiten que sus hijas salgan con ningún hombre antes de casarse. Son las madres, los hermanos o los amigos íntimos los que sirven de “casamenteros”, buscando la pareja perfecta para su ser querido, y como lo conocen tan bien, suelen acertar. Eso sí, aclara: si la novia o el novio no dan su consentimiento, no hay boda.
Pues bien, en el 2006 Hassan fundó su compañía de joyas junto a su esposa Sana y le puso su apellido, Bounkit, por nombre. La pareja comenzó trabajando desde la sala de su casa y, más adelante, en su estudio de Manhattan. Cuando nació Rayan, el primogénito, tuvieron que mudarse a una casa más grande a las afueras de Nueva York. Sana es aún su mano derecha y lleva toda la contabilidad y mercadeo de la empresa.
Bounkit es hoy una de las marcas más originales y exitosas del mercado. Hassan, a su manera discreta y callada, con su originalidad, creatividad y técnica, ha ido subiendo poco a poco la escala de una muy merecida fama. Sus piezas son el “objeto de deseo” de la mujer práctica de hoy que sabe combinar con pericia el estilo más chic y exquisito con la utilidad y ventajas de una espectacular pieza de joyería que se puede llevar de mil maneras distintas. ■