Doña Pilar de Borbón, Infanta de España por Real Decreto, falleció el 8 de enero de 2020, a los 83 años de edad y tras una dura lucha contra el cáncer de colon, dejando el recuerdo y ejemplo de su labor solidaria, y su aporte a la sociedad y la cultura. La hija de Don Juan de Borbón y de María de las Mercedes de Borbón-Dos Sicilias y Orleans, y hermana del actual rey de España, Juan Carlos I, Doña Pilar era una mujer de carácter, quizás por el hecho de haber vivido una infancia errante y ser hija de unos padres exiliados (su padre, Don Juan de Borbón, nunca llegó a reinar). Quizás también era una cuestión genética, que le otorgó una naturaleza fuerte y grande físicamente desde la infancia (contaba con humor que de niña era mucho más grande que su hermano y solía “pegar” a Su Majestad).
Pero quizás la razón última de su fortaleza podríamos encontrarla en que se dedicaba a cosas en las que creía profundamente. Renunció a sus derechos de sucesión al trono al contraer matrimonio con Luis Gómez Acebo, que no pertenecía a la realeza. Amante de la cultura y el deporte, la Infanta fue presidenta de la Federación Ecuestre Internacional, cargo en el que fue sucedida por la princesa Haya de Jordania. También fue miembro honorario del Comité Olímpico Internacional, formando parte del Consejo de Honor del Comité Olímpico Español y presidió Europa Nostra, la federación paneuropea para el patrimonio cultural.
Antes de enfermarse y encontrar la muerte, Doña Pilar de Borbón residía en Madrid, llevaba una vida muy ocupada y era poco amiga de prodigarse a los medios de comunicación. Sin embargo, en 2013, le concedió una entrevista a azureazure.com para hablar de una de las pasiones de su vida, la fundación Nuevo Futuro. Se trata de una organización que cuida a niños que por diversas causas están privados de su ambiente familiar.
Doña Pilar colaboraba con ellos desde 1968 y en los últimos años era la Presidenta de Honor. En esta labor, tampoco le faltaban tareas: “Asisto a las reuniones de Nuevo Futuro donde se discute la mejor manera de atender a los niños, hablamos sobre el funcionamiento de los hogares, los pisos para mujeres maltratadas, las mejoras que hacen falta, etc.“, nos comentó por ese entonces.
La fundación organiza cada Navidad un rastrillo solidario en el que colaboran multitud de rostros conocidos y que se ha convertido en una cita social habitual. Su Alteza Real conmovió a media España en la última edición al mostrar su carácter de guerrillera solidaria. Unas horas antes de que el rastrillo fuera a inaugurarse, el Ayuntamiento de Madrid intentó suspender el evento por supuestas deficiencias en las instalaciones. Cuentan los testigos que cuando Doña Pilar se enteró, proclamó: “Pues yo mañana inauguro y que la policía me tire a la calle” ¿Se imaginan a un pobre agente municipal intentando desalojar a una de las Infantas de España con tanta cantidad de determinación en el cuerpo? Lo pasó mal la Infanta Doña Pilar. Nos contó que le temblaba todo el cuerpo y que se preguntaba con angustia qué hacer con sus niños en la calle. Y también dijo que no podía permitirlo. Y por eso ella y su equipo lucharon, negociaron, convencieron y finalmente el rastrillo pudo celebrarse.
Pero hay mucha tarea pendiente. Doña Pilar era inquieta y pensaba que todo se podía mejorar. Además, la fundación que presidía ofrece un amplio abanico de asistencia: “Hay hogares dependientes para las mujeres que están en el tercer grado de cárcel y tienen hijos pequeños, porque los hijos pueden estar con sus madres hasta los tres años y en Nuevo Futuro no nos gusta que estén en la cárcel. Les buscamos un trabajo, los niños van a las guarderías o al colegio de la zona, a las madres les damos clases de cocina, corte y confección, de cómo cuidar mejor de sus hijos, cosas útiles, y eso me gusta mucho”, nos comentó con entusiasmo.
El sentido práctico y el afán de cambiar las cosas, fueron clave para que comenzara su andadura en esta organización: “Empecé a colaborar con Nuevo Futuro el mismo año de su fundación, 1968. Me gustó la modernidad con la que se afrontaba la obra”. Hay que tener en cuenta que en la España de aquella época sólo existían grandes orfanatos en los que cientos de niños eran asistidos con unos medios escasos. Nuevo Futuro supuso un enfoque diferente a la hora de dar hogar a los niños: ”El modelo de tener casas pequeñas, más tipo familia, creo que es más adecuado para el desarrollo de los niños”, afirmó la Infanta. “Les inculcamos los valores necesarios para una buena convivencia, el respeto a sus compañeros y profesores, el cuidado del medio ambiente. Son más felices y se obtienen mejores resultados”.
Y hablando de felicidad, Doña Pilar practicaba la solidaridad como uno de los caminos para conseguirla. Durante la entrevista, dijo que ser solidario siempre era gratificante y por esta razón invitaba a todos a colaborar con Nuevo Futuro. Algo que se puede hacer de muchas formas: “Desde dar un donativo a ayudar como voluntario en los distintos trabajos que son necesarios, acercarse a nuestro Rastrillo a hacer las compras navideñas… cualquier forma de colaboración es importante”.
Se lamentaba porque en España, lo que se dedicaba a la caridad estaba mucho más gravado que en países como Estados Unidos. Pero se mantenía incansable en su labor. Y para ella era tan importante lo que hacía, que le dedicaba el tiempo que hiciera falta, haciendo los malabarismos necesarios para compaginar estas tareas con sus muchos compromisos personales, familiares y sociales.
Era madre de cinco hijos: Simoneta, Juan, Bruno, Beltrán y Fernando, nacidos de su matrimonio con Luis Gómez Acebo, Duque de Estrada. Su boda fue muy discutida, pues aunque su entonces futuro marido era nieto del Marqués de Cortina, se consideraba que una Infanta de España debía casarse con un varón de sangre real.
Sin embargo, triunfó el amor y las cosas salieron bien. Porque como decía Doña Pilar en repetidas ocasiones: “El matrimonio es una lotería”. En 1991, tras 24 años de casados, su marido falleció a causa de un cáncer. Quizás esa pérdida tan temprana y tan dolorosa le hizo ver las cosas más claras. Porque cuando le preguntamos qué cosas le parecían importantes en la vida, la lista fue escueta: “Salud y buen entendimiento entre las personas”.
A pesar de los reveses de la vida, Doña Pilar se mantuvo siempre erguida y se consideraba afortunada. Afirmaba que: “Cuando se ha recibido mucho cariño, como es mi caso, hay que devolverlo a la sociedad. Por eso intento ayudar. Y además, hay muchísimo que hacer”. ■