Dylan Lauren es la única hija del icono de la moda Ralph Lauren y de la autora Ricky Lauren. Ser parte de la realeza de la moda estadounidense ha dejado una huella indeleble en su personalidad, y también una gran responsabilidad frente a la pasión de su familia por la elegancia y el buen gusto.
Nacida en Nueva York en 1974, la infancia de Dylan fue tan feliz como todos nos imaginamos. Nació en el seno de la familia americana por excelencia. Sin embargo, en el hogar de los Lauren las cosas eran más sencillas de lo que podría pensarse. «Creo que tengo unos padres que tienen los pies en la tierra. Son, en realidad, muy normales. La gente ve a mi padre como el Rey de la moda, pero la verdad es que cuando él llega a casa, es un verdadero hombre de familia», dice Dylan. Cuando le preguntamos acerca de reglas y disciplina en el hogar durante sus años de formación, responde rápidamente: «mis padres no eran muy estrictos. Yo no me acuerdo de reglas.Sólo querían que fuéramos buenas personas y, sobre todo, respetuosos con los demás». Este es el tipo de principios que mantienen a la familia unida.
Los Lauren son un clan muy unido que apoya a todos sus miembros. «Pienso que mis padres son, ante todo, amigos muy cercanos y respetuosos de su mutua independencia», dice Dylan acerca de la larga duración del matrimonio de sus padres, una relación de cuento de hadas.Su madre, Ricky Lauren, es el epítome de la elegancia. «El sentido artístico de mi madre, su amor por las acuarelas, la fotografía y el entretenimiento me ha influido enormemente, aunque yo soy un tipo de mujer más enfocada en el trabajo. En mi casa, mi madre siempre nos alentó, a mis hermanos y a mí, a tener éxito y a ser independientes con nuestras carreras». El consejo de Ricky a su única hija ha sido: «Haz lo que quieras, lo que tengas en tu corazón, porque eso es lo único que va a llevarte al éxito y va a ser bueno para tí; sigue tus instintos y vive bien».
Dylan tiene dos hermanos mayores: Andrew, un productor de cine indie con títulos tan exitosos como la nominada al Oscar The Squid and the Whale, y David, casado con Lauren Bush, nieta del presidente George HW Bush. Es el único hermano que trabaja para el imperio de la moda de su padre. Dylan admite que cuando crecía, era un poco marimacho: «Siempre trataba de superar a mis hermanos mayores en todo lo que hacíamos, por lo que he sido muy activa en el deporte desde una edad muy temprana.» En la escuela era capitana del equipo de voleibol y practicaba otros deportes como el tenis. También le tocó mostrar el vestuario que su padre creaba sólo para ella.
«Mi padre diseñó una blusa sólo para mí», dice con orgullo, refiriéndose a una pieza icónica en las colecciones de su padre, la blusa Dylan, blanca y con volantes. «Recuerdo que la llevaba a los 7 años con una falda blanca y una banda de color rosa o turquesa. Parecía un vestido. Mis amigas de la época no tenían muy buena opinión de mi padre, ya que no sabían mucho de moda en aquella época, pero ahora me doy cuenta de que es un clásico”. La joven Lauren sólo comprendió la relevancia de su padre cuando sus amigos empezaron a pedirle descuentos en sus creaciones. El estilo de Dylan no ha cambiado mucho, su forma sencilla de vestir está marcada por la época de la universidad en la que llevaba pantalones vaqueros y zapatillas de deporte.
En el verano del 2011, la joven se casó con el apuesto fundador de fondos de inversión Paul Arrouet en la finca de 300 acres que poseen sus padres en el condado de Westchester, Nueva York. Como era de esperar, su padre le diseñó un vestido de novia impresionante, hecho a mano en satén duquesa, tul de seda, georgette y bordados. «Fue una ocasión especial, porque él sabía que iba a ser el vestido más importante de mi vida. Mi padre sabe exactamente lo que me queda bien, y respetó mis necesidades de comodidad y mi gusto personal», cuenta la afortunada novia. El tema para el gran acontecimiento fue María Antonieta se reúne con Alicia en el país de las maravillas al más típico estilo de Dylan.
Fué un amigo común quien presento a Dylan y Paul pensando que podrían gustarse. «Ahora siempre animo a la gente a no tener miedo a presentar amigos solteros, porque en mi caso funcionó», dice Dylan sobre su encuentro. Cuando le preguntamos quién manda en casa, afirma: «Me gustaría decir que mando yo, que soy la reina de los dulces, y también a él le gustaría decir que es él quien manda en casa, pero en realidad creo que nuestro perro es el más poderoso”.
Dylan espera que su unión vaya tan bien como la de sus padres, cuyos 56 años de matrimonio son muestra de gran amor y amistad. Dylan y Paul viven actualmente en Nueva York y pasan sus vacaciones entre Australia y Nueva Zelanda. Sus obras de caridad favoritas son las de los animales, y por ello apoyan fuertemente ASPCA y la Sociedad Protectora de Animales. En 2015, la pareja ha tenido una pareja de mellizos a los que llamó Cooper Blue y Kingsley Rainbow.
Pero su mayor pasión, lo que realmente inspira su carrera, son los dulces. «Tengo un montón de recuerdos de dulces de la infancia, pero no puedo nombrar ninguno favorito». Graduada en Duke con una licenciatura en Historia del Arte, Dylan cumplió su sueño en el 2001 al abrir Dylan’s Candy Bar, la mayor tienda de caramelos del mundo en Nueva York. Es la fundadora y CEO de una marca que promueve el amor y el aprecio por el caramelo como un estilo de vida. Con un total de 25 tiendas en ciudades importantes de Estados Unidos y en otras del mundo, su éxito comercial la ha convertido en el orgullo de su familia. Viaja largas distancias en busca de las creaciones más asombrosas de caramelos, algo así como un arqueólogo que busca tesoros.
«Cuando viajo, recojo dulces que nunca he visto antes en Estados Unidos. Estoy fascinada con el caramelo de España, Viena y Asia, especialmente por la forma en que los presentan. También me encanta la forma en que esculpen conejos y catedrales de chocolate, porque es una artesanía hermosa e inspiradora para mí. Quiero que otras personas de otros países puedan disfrutarlas», dice Dylan.
Existen más de 7.000 tipos de dulces en sus tiendas, algunos de tamaño real. Desde los Kisses de Hershey y los suministros interminables de M & Ms y Gummy Bears en 20 formatos diferentes, hasta caramelos sin azúcar y sin gluten, así como prendas con temáticas de caramelos, joyas y tratamientos de spa. Los productos que ella crea también se pueden encontrar en grandes almacenes de lujo, boutiques y hoteles de todo el país. Las ventas anuales de su negocio superan los $25 millones.
Existe una correlación entre el caramelo, el arte, la moda y la cultura popular, que se manifiesta en la vida de Dylan Lauren. Es la autora de Dylan’s Candy Bar: Unwrap your Sweet Life (Random House). El libro es una declaración de amor a todas las cosas dulces, y está repleto de curiosidades y de historia, de recuerdos y consejos de decoración para el hogar. Entre los padres que se han convertido en clientes de Dylan´s Candy Bar encontramos a la primera dama estadounidense, Michelle Obama, que ha encabezado una campaña contra la obesidad infantil. «La primera dama entró un día en la tienda, y sus hijas ya la han visitado en varias ocasiones. Ellos saben que es bueno disfrutar de los caramelos con moderación. Compraron sus golosinas favoritas y piezas no comestibles como pijamas para las niñas y algunos accesorios con temas dulces”. Dylan también cree en la importancia de la moderación, recomienda una exhaustiva higiene oral para evitar las caries y fomenta el ejercicio diario como una manera de prevenir la obesidad.
Los logros personales de Dylan Lauren tienen su origen en la interpretación creativa de los dulces, la moda y el arte. Esta exitosa mujer de negocios por derecho propio, sueña con emular a su padre, que creó un imperio de su pasión por la ropa refinada y elegante. «Quiero desarrollar una empresa que sea como Walt Disney, algo parecido a lo que mi padre creó, una marca de estilo de vida, y expandirla por todos los Estados Unidos y el extranjero». No en balde la gente coincide con nosotros en que Dylan Lauren es… ¡la chica más dulce del mundo!. ■