Dr. Eduardo Padrón..
Eduardo Padrón, nació en Santiago de Cuba, la segunda ciudad más grande de la isla y la cuna de la guerra de independencia cubana contra España. La suya era una familia muy unida de clase media que se enorgullecía de sus estrechos lazos y del trabajo honrado. “Cada noche nos reuníamos a cenar juntos. Era casi como una religión. Es importante ser capaz de volver a casa todos los días y encontrar a todos sentados alrededor de una mesa puesta”. Dice Padrón, recordando sus primeros años. El trabajo de su padre en una compañía farmacéutica británica llevó a la familia a La Habana cuando Padrón era adolescente. Pero los acontecimientos de la Revolución Cubana de 1959, trajeron temores de adoctrinamiento comunista y de pérdida de la patria potestad a muchas familias. Las secuelas y el dolor de la revolución llevaron al país a un abismo de violencia que anunciaba la agónica realidad del exilio. Fue a principios de 1960, en un mundo aterrado y al borde de la catástrofe nuclear, cuando sus padres tuvieron que tomar la decisión de dejar a sus hijos salir de Cuba sin ellos. Más de 14.000 niños llegaron a los EE.UU. bajo la Operación Peter Pan, el mayor éxodo de menores no acompañados registrado en el hemisferio occidental. Los miles de pequeños asustados llegaron a los EE.UU. sin sus padres y quedaron bajo la tutela de la Oficina de Bienestar Católica. Padrón y su hermano menor formaban parte de este grupo. La decisión de permitir a los niños viajar solos a un país extranjero debió resultar insoportable, pero era la única manera de asegurar que los niños vivieran en libertad. El consejo de su madre de que lograra una formación a toda costa estuvo siempre presente. “Ella dijo, termina la secundaria y ve a la Universidad, sea cual sea el sacrificio que haya que hacer. Incluso si tienes que pasar hambre, ve a la universidad “, recuerda Padrón con un toque de nostalgia.
A los 15 años, llegó a Miami y se enfrentó a la difícil tarea de mantenerse a sí mismo y a su hermano en un país extraño, sin conocer el idioma. Su actitud despreocupada ante la vida cambió para siempre después de su llegada a los EE.UU. El joven se vio obligado a mantener la ecuanimidad frente a los retos que tenía ante él. No había tiempo que perder dentro de esa nueva vida. Tuvo que crecer y hacerlo rápido. Se matriculó en la escuela mientras trabajaba a tiempo parcial en restaurantes, repartiendo periódicos y lavando coches. Padrón rememora esos tiempos con decoro, reconociendo el sacrificio de sus padres y sus desafíos personales. “Yo no conocía el idioma, ni la cultura y no tenía dinero ni familia. Vine sin mis padres y me convertí en el padre de mi hermano. Fué una época difícil”.
Con un inglés escaso, se graduó en la Senior High de Miami. El objetivo de su juventud era hacer realidad el sueño americano, aquello por lo que sus padres se habían sacrificado tanto. “En aquella época mi idea del sueño americano consistía en convertirme en millonario. Quería trabajar en una gran empresa, convertirme en CEO y quizás montar mi propio negocio algún día,” dice Padrón sobre esa época, antes de que descubriera la fuerza catalizadora de la educación, antes de hacer una pausa para reconocer su verdadera vocación.”Nunca me había planteado ser educador, puesto que no ganaban suficiente dinero. Y no ví a ningún educador de la época que fuera diferente. Entonces mi vida cambió drásticamente cuando tuve la oportunidad de enseñar por un año y decidí que quería hacer justo eso durante el resto de mi vida. Vi la oportunidad de cambiar la vida de las personas. Y te puedo decir que, aunque nunca he sido rico en el sentido económico de la palabra, me considero el tipo más afortunado con el que te vas a encontrar”. Tras cursar la escuela secundaria, presentó la solicitud en doce Colleges distintos y fue rechazado de todos ellos. La excepción fue el Dade Junior College (que más tarde se convertiría en el Miami Dade Community College y, finalmente, en el Miami Dade College), institución que hasta hoy ofrece a los inmigrantes y a los grupos minoritarios la oportunidad de ir a la universidad. El Dr. Padrón reconoce que ese acontecimiento cambió su vida: “Estoy muy agradecido y soy un apasionado del Miami Dade College, porque es la institución que cambió mi trayectoria vital”. Su gratitud se expresaría más tarde, cuando regresó para enseñar y dirigir la escuela que le preparó para convertirse en el educador más importante de los Estados Unidos.
El Dr. Padrón recibió más de 35 ofertas de trabajo cuando se graduó como Doctor en economía. Aceptó un trabajo en Delaware, en la compañía DuPont que era, en ese momento, la corporación más grande en el mundo. Antes de ser absorbido por su nueva vida, visitó a sus antiguos profesores de la universidad, que lo convencieron para que se quedara con la institución que había creído en él. Padrón decidió enseñar en la universidad durante un año, algo de lo que nunca se ha arrepentido.” Esa fue la mejor decisión que he tomado en mi vida porque no puedo encontrar más satisfacción que haciendo lo que hago. He estado con la institución desde hace muchos años, y veo los resultados tangibles de mi trabajo todo el tiempo.”
Puede parecer que la decisión de aceptar un trabajo en MDC llegó de la nada, pero con el tiempo resultaría profética. Padrón estaba comprometido con la premisa de que la educación debe estar al alcance de todos como la herramienta más importante para medir los indicadores de éxito. Con una personalidad fascinante, intuición y unas estrictas reglas, resistencia y optimismo, Padrón se embarcó en la aventura de su vida. Desde que se graduó de la universidad, el Dr. Padrón ha trabajado como profesor asistente de economía, jefe de departamento, director de división, decano asociado, decano, vice presidente y presidente del campus, hasta que en 1995, se convirtió en el Presidente del Miami Dade College. Durante su mandato, la escuela ha vivido el crecimiento más impresionante de cualquier universidad en Estados Unidos. El Dr. Padrón ha supervisado la transición de la escuela hacia un completo plan de estudios de cuatro años, ofreciendo diplomas en una amplia gama de disciplinas, así como programas complementarios de dos años en disciplinas existentes y en otras nuevas. El colegio ha recibido el reconocimiento nacional por su compromiso con la comunidad. Hay más de 170.000 estudiantes de 192 países inscritos en esta Universidad en la que se hablan 93 idiomas. La mitad de estos estudiantes son los primeros de sus familias que asisten a la universidad. Su enérgico apoyo a los estudiantes de grupos minoritarios le ha llevado a convertirse en un defensor de Dream Act, que ofrece acceso a la educación superior a jóvenes indocumentados que fueron traídos a los EE.UU. cuando eran niños. Sus renombrados éxitos significan para él mucho menos que la dedicación a la enseñanza y su labor para convertirla en una institución justa. Con propósito y optimismo, Padrón ha adoptado el espíritu los nuevos tiempos, más tolerantes y compasivos cuando la ocasión lo requiere.
Las iniciativas educativas puestas en marcha por MDC han consolidado la escuela como el centro cultural de Miami, una ciudad cuyo renacimiento cultural está estrechamente ligado a la universidad. Padrón ha tenido una gran influencia a la hora de cambiar la retrógrada mentalidad del Miami de antaño. Con precisión milimétrica ha dejado su huella en innumerables proyectos culturales. Estos incluyen el Miami Book Fair International, el Miami International Film Festival, el MDC en vivo! Performing Arts Series, el Monumento Histórico Nacional Miami Freedom Tower, un parque de esculturas, una gran galería de arte y un método teatral.
El Dr. Padrón ha sido galardonado con multitud de premios, reconocimientos y títulos honoríficos. A nivel internacional ha sido reconocido por numerosas naciones y organizaciones, incluyendo las repúblicas de Francia, Argentina y España, y su liderazgo se extiende en las organizaciones más importantes del país. A lo largo de su ilustre carrera seis presidentes estadounidenses le han seleccionado para ocupar relevantes cargos nacionales. El más reciente ha sido el presidente Obama, que le nombró Presidente de la Comisión de la Casa Blanca para la Excelencia Educativa de los Hispanoamericanos.
El reto más difícil para el Dr. Padrón como presidente de MDC ha sido proporcionar educación de alta calidad a pesar de los crecientes recortes en educación. “No dejo que nada se interponga en el camino de seguir haciendo lo mejor que podemos, de ser más eficientes y ofrecer a los estudiantes la mejor educación que podemos dar. Es una cuestión de trabajar con una gran cantidad de organizaciones y con la comunidad para asegurar que las personas entiendan y apoyen la institución. Cuando trabajo en eso estoy en mi mejor momento. Si no me enfrentara a todos los retos que tenemos hoy en día, creo que perdería interés “, dice Padrón. Se adhiere a una filosofía de “éxito crea éxito” y ha contado con el trabajo de renombrados exalumnos para hacer brillar esta escuela, que gradúa a más estudiantes de minorías que cualquier otra universidad en el país.
Dr. Eduardo Padrón.
Su perfecta combinación de disciplina, estructura y flexibilidad, así como su capacidad para superar obstáculos insuperables han resultado esenciales para el éxito. “Dar prioridad, estar abierto a nuevas perspectivas, equilibrando las funciones ejecutivas y el trabajo orientado a las tareas, son algunas de las lecciones que ha aprendido a lo largo de los años. “He desarrollado la capacidad de hacer frente a las grandes ideas, pero también de estar muy atento a los detalles,” comenta Padrón. Su resistencia ha desmitificado el papel de educador convirtiendolo en una figura de inspiración más que en un maestro. Cuando le preguntamos si tiene un talento especial para eso, responde: “Ambas habilidades han estado dentro de mí, pero he aprendido a entender cuándo aplicar una y cuándo aplicar la otra. Todos los días de mi vida he aprendido a hacer algo diferente, a ver las cosas de una manera distinta. Creo que teniendo esa flexibilidad y la comprensión de que no siempre se puede estar en posesión de la verdad, de que hay diferentes puntos de vista, se llega a la conclusión de que hay que ponerse en el lugar del otro para tomar decisiones. Esto puede ser muy útil. Pero hay que querer hacerlo.”
Cuando uno reflexiona sobre alguien cuya vida entera ha sido una búsqueda constante de la excelencia, cabe preguntarse si tanta exigencia permite encontrar armonía. Según Padrón “es cuestión de ser capaz de entender por qué se hacen las cosas. Debe haber un propósito muy importante. Y mientras uno persigue ese objetivo – que es algo que satisface y aporta da tranquilidad – entonces la armonía surge de forma natural”. No importa lo que el futuro depare al Dr. Padrón, porque lo cierto es que ha dejado una marca muy fuerte en la estructura educativa del nuevo siglo. Con ocho campus y un extenso programa online, el MDC continúa formando e inspirando a toda una nueva generación de futuros líderes que en gran medida se beneficiarán con su ejemplo. Quién sabe, tal vez el próximo presidente del Colegio ya está inscrito en uno de sus programas.
Al acabar esta entrevista, le hicimos un pequeño cuestionario para tratar de descubrir a la persona que hay detrás del mito.
¿Qué es el lujo para usted? Tener un trabajo que me gusta.
Libro favorito: Matar a un ruiseñor.
Película favorita: Algo para recordar.
Comida preferida: cualquiera que tenga gambas.
Un lugar para ir de vacaciones: París.
El mejor recuerdo: viajar en coche con mis padres.
Movimientos artísticos: Art Deco y Art Nouveau
Restaurante favorito: Tuyo.
Un personaje histórico: John F. Kennedy ■