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A la vanguardia de los viajes de lujo, el Flying Fox ofrece la experiencia más espectacular del mundo en cuanto a alquiler de yates se refiere. Más allá de su elegancia, visible a simple vista, el barco redefine el concepto de los charters a medida para clientes exclusivos, con un servicio de alquiler extraordinario que ofrece todo lo imaginable para sentirse como en un paraíso único y privado sobre el agua. Con una velocidad crucero de 15 nudos y un impresionante abanico de prestaciones de ocio y entretenimiento, el Flying Fox es la combinación perfecta de una sublime performance y máxima suntuosidad.
La embarcación, que forma parte de la flota de yates chárter de la compañía Imperial, con sede en Mónaco, no sólo es el súper yate de alquiler más grande que existe en el mercado, sino también el más costoso: ¡US$ 3,9 millones a la semana! Pero, sin lugar a dudas, este precio merece la pena: además de su impresionante piscina de 12 metros de largo y costados transparentes, perfecta para nadar, y de su enorme solario, este yate de ultra lujo también ofrece un salón de belleza, un spa de dos pisos, un club de playa y un cine. Equipado con casi todas las instalaciones y servicios de lujo imaginables, cuenta también con una increíble variedad de “juguetes náuticos”, además de un centro de buceo profesional que incluye una cámara de descompresión.
Cuando te subas a bordo, te aseguro que vas a volver a evaluar tu concepto de superyates: el Flying Fox rompe con todos los estándares, entre ellos su tamaño interior, que ocupa el 14vo lugar entre los más grandes del mundo. Recién lanzado al mercado, este yate de ensueño tiene espacio de sobra para alojar a 25 invitados, con 11 camarotes en suite equipados con sus propios baños y terrazas privadas con vista al mar. Su tripulación está integrada por 54 profesionales, lo que garantiza el mejor servicio y una atención de primera a los pasajeros al proporcionar 2 empleados por cada huésped.
Un detalle interesante es que la firma Imperial se unió a la prestigiosa compañía naval Espen Oeino para crear un diseño exterior sin precedentes, mientras que el interior estuvo a cargo de Mark Berryman. Tanto el exterior curvo del yate como el interior, de techos altos, conforman una extraordinaria conjugación que se complementa con cómodos espacios habitables que invitan a la relajación. La decoración, en la que abundan los colores cálidos y neutros y elegantes muebles de bambú, teca y roble, crea un ambiente exclusivo, realzado por los detalles de piedra de Travertino y Jerusalén y los tapizados del más fino cuero. La gran variedad de materiales naturales – madera, piedra, árboles y plantas reales, entre otros – son el toque mágico de este espacio tan especial.
Con 446 pies de largo, el Flying Fox es más largo que una cancha de fútbol. Sin embargo, la embarcación tiene mucho más que ofrecer que su tamaño descomunal. Su interior, por ejemplo, destila un ambiente íntimo y acogedor pese a su amplitud, destacándose tal vez de forma especial por su spa de 4.305 pies cuadrados. Ubicado en dos plantas del barco, es un perfecto espacio Zen donde podrás disfrutar de tratamientos tan especiales como Hammam, Sauna y Cryo Sauna, a cargo de terapeutas altamente especializados. El centro de belleza cuenta además con salas de masaje y con un gimnasio de última generación totalmente equipado y con entrenadores profesionales.
En el inmenso salón de dos pisos se encuentra una acogedora chimenea a leña, una preciosa mesa para 22 comensales y la sala de cine de alta gama -con asientos D-box y un equipo de sonido de alta gama para mirar las películas más recientes. Las vistas panorámicas más espectaculares las ofrecen, sin duda, su sala de observación, con ventanas circulares en el techo, y también su jacuzzi. La cubierta superior (roof deck) se abre en una maravilloso espacio al aire libre inundado de luz natural.
Los afortunados pasajeros anfitriones del Flying Fox disfrutan en su travesía no sólo de la máxima privacidad, sino de espacio, amplitud y lujosa comodidad para recargar sus baterías y descansar y tienen a su disposición un master area en la cubierta superior que incluye una oficina privada, baños y vestidores -uno para él y otro para ella-, así como un magnífico camarote en suite con un living room privado, chimenea a leña y una ventana panorámica que da a un jacuzzi privado.
Si eres un fanático del buceo, no te pierdas la tienda de buceo del barco, donde encontrarás los mejores equipos de buceo que existen en el mercado así como los mejores instructores. Y si bucear no es lo tuyo, puedes encontrar también un montón de juguetes náuticos, como motos acuáticas Sea-Doo y Seabobs o las exclusivas Zapata Flyboard (tablas voladoras) y Hoverboard (patinetas eléctricas).
La excelencia de la buena mesa es también prioridad en el Flying Fox, con chefs altamente capacitados y con amplia experiencia en restaurantes con estrellas Michelin dispuestos a satisfacer a los paladares más exigentes. Los pasajeros pueden pedirles y probar todo tipo de cocina, ya que los maestros cocineros cuentan con instalaciones y equipos culinarios de última generación, parrilla teppanyaki y un horno tradicional. Los comensales pueden elegir también distintas áreas para comer: adentro, afuera o incluso en la galería exterior ubicada en la cubierta de popa, donde los chefs cocinan delante tuyo usando la barbacoa o el horno tandur.
Por si todo esto fuera poco, el Flying Fox cuenta no con uno, sino con dos helipuertos para que puedas aterrizar en tu propia avioneta, y pone también a disposición de sus pasajeros una flota de nueve pequeñas embarcaciones, una limusina y cuatro motocicletas Vespa GTS Super 300, ideales para explorar las islas que visites.
Si después de leer todo esto ya te has imaginado a ti mismo y a tus seres queridos disfrutando de estar a bordo del Flying Fox y ya estás listo para embarcarte en una de las mejores vacaciones de tu vida, solicita información sobre este yate extraordinario en el website oficial de Imperial. ¡Bon voyage!