Algunas de las subastas de motocicletas clásicas celebradas recientemente lo demuestran. Un ejemplo es el caso de uno de los mayores eventos que se celebran en este sentido a nivel global: la Subasta Anual de Motocicletas de Las Vegas, en Nevada, Estados Unidos, organizada por la prestigiosa casa Bonhams y dedicada exclusivamente a los vehículos de dos ruedas.
En 2014, la subasta ingresó alrededor de 4,1 millones de dólares, 30 por ciento más que el año anterior, en un concurso en el que se pagaron precios récord por antiguas unidades de los fabricantes más icónicos del sector, entre otras: una Harley-Davidson de 1940 vendida por 159.000 dólares, una Ducati 750 Super Sport “Green Frame” de 1973 por la que se pagó 137.000 dólares y una BMW Rennsport RS54 de 1954 subastada en 126.000 dólares.
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Como ocurre con muchos coches clásicos, también se debe contemplar el valor añadido cuando entra en juego el componente iconográfico: una Indian Big Chief con sidecar de 1923, que tras ser restaurada en 1969 perteneció a Steve McQueen, se vendió en 126.000 dólares en la citada subasta; y la Harley-Davidson que la marca de Milwaukee regaló al Papa Francisco alcanzó, en otra subasta realizada en febrero, más de 320.000 dólares, que fueron destinados en su totalidad a obras de caridad.
Estos números evidencian que existe un factor de revalorización en las motocicletas con varias décadas de historia. Pero ¿qué criterio conviene seguir para acertar en una eventual inversión en motos clásicas? “En primer lugar, la regla de oro es comprar siempre lo que le guste”, recomienda Jared Zaugg, consultor especializado en motocicletas clásicas, quien trabaja para la casa Bonhams. “Nunca compre una moto (o un coche) que no le atraiga. De ese modo, sin que importe lo que suceda con el mercado, siempre estará feliz”.
Ese parece ser el criterio dominante en los asiduos a las subastas de motos clásicas. “La mayoría de los compradores son entusiastas, no inversores”, aclara Zaugg. “Cualquier artículo caro, ya sea una motocicleta, un automóvil o una pintura, es una inversión. ¡Pero lo maravilloso de una motocicleta es que está destinada a ser usada!”, justifica el experto, apelando a la emotividad que despiertan los vehículos.
Zaugg reconoce “excelentes oportunidades de inversión” en un “mercado saludable”, gracias precisamente a esa creciente confianza en productos tangibles frente a activos intangibles (como las acciones), fruto de la crisis financiera. Pero además de seguir la regla de oro, conviene tener en cuenta otros criterios: “La antigüedad y el origen son muy importantes. La historia lo es todo, ya que es el relato de la vida de la máquina: ¿de quién era? ¿Durante cuánto tiempo? ¿Fue cuidada o maltratada, utilizada o abandonada?”, resume Zaugg.
Por otro lado, en el caso de los modelos de competición, el éxito deportivo constituye, sin duda, un aval de alta cotización. “Si una moto compitió favorablemente, o incluso mejor, ganó una importante carrera o bien fue montada por un legendario piloto, entonces será extremadamente atractiva”, enfatiza Zaugg.
Por todo ello, es esencial que el comprador exija a la casa de subastas toda la documentación que justifique la historia del modelo, desde fotos y notas de prensa hasta recibos, certificados y actas.
Los coches clásicos suelen mover cifras más elevadas que sus hermanas de dos ruedas, pero a pesar de ofrecer menores rentabilidades, las motos presentan algunas ventajas. “La barrera de entrada en el mercado de coches clásicos es muy alta para la mayoría de la gente”, explica Zaugg, quien agrega que en el mercado de motocicletas “no tiene límites”. Esto lleva a que los interesados de cualquier nivel adquisitivo puedan acercarse a la inversión en motos históricas gracias a una oferta infinita que puede ir, por ejemplo, desde 10.000 dólares por una Triumph Bonneville antigua hasta 300.000 dólares por una Crocker Big Tank.
Pero incluso en los límites del mercado, motocicletas de enorme valor se quedan lejos de las desorbitadas cifras que se mueven entre las cuatro ruedas. Es el caso de una exclusiva board track racer Cyclone de 1915, perteneciente a lo que Zaugg califica como “el período más emocionante de la historia del motociclismo: la primera mitad de siglo XX hasta inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial”. El ejemplar más valioso de las tres únicas unidades originales que perviven de la Cyclone, apenas supera los 1,5 millones de dólares. “Una oferta increíble, en comparación con el Ferrari 250 GTO Berlinetta de 1964 que Bonhams vendió recientemente por 38 millones de dólares”, destaca el experto.
Además de las menores barreras a la entrada, las motocicletas ofrecen otras ventajas de inversión con respecto a los coches clásicos: al ser, generalmente, más asequibles, el riesgo de la inversión es menor. Por otro lado, a la hora de ser almacenadas, no requieren de tanto espacio como los automóviles, de modo que su mantenimiento es más económico, permitiendo rebajar los costes a largo plazo. También resisten mejor a la depreciación ante un eventual uso.
En cualquier caso, parece razonable seguir ese entusiasmo al que apela Zaugg a la hora de invertir en motos clásicas. A diferencia de lo que sucede con otros bienes de lujo, “no existen fondos de inversión especializados para motocicletas”, finaliza Zaugg. “La especulación nunca es buena en ningún sector y siempre arruina la pasión”. De este modo, sólo un verdadero conocedor del producto puede afrontar una inversión con garantías. ■