Ocho años, nada más y nada menos, es el tiempo que han empleado maestros relojeros de la casa suiza Vacheron Constantin para crear el reloj más complicado de la historia.
Esta pieza llamada 57260 aloja más de 2.800 componentes y 57 complicaciones. Tantos elementos sólo podían introducirse en un modelo de bolsillo de 10 centímetros de diámetro que pesa 960 gramos y que tiene dos esferas. La frontal muestra hasta 19 agujas.
Lo más sorprendente de este prodigio, quizás, es que fue un coleccionista particular quien retó a los directivos de Vacheron Constantin para que lo crearan. Aún no se conoce la identidad del comprador de este pedido, quien solicitó permanecer en el anonimato.
Valga aclarar que en relojería el término “complicaciones” se usa para designar los elementos adicionales que se le añaden a un reloj y le agregan valor.
La caja del 57260, elaborada en oro blanco de 18 quilates, luce una corona de cuerda con tres posiciones y una ventanilla en el lateral para mostrar su posición durante el bobinado o el ajuste.
Entre las nuevas complicaciones que incorpora destacan sus múltiples calendarios y el doble cronógrafo retrógrado –con dos segunderos (agujas de los segundos) para contar tiempos parciales-, funciones inexistentes hasta el momento. Para dificultar aún más la tarea, los mecanismos de las complicaciones más habituales se modificaron, lo que conllevó varias horas de investigación.
Otra de las grandes novedades, posiblemente la principal, es el calendario hebreo que incorpora. Hasta ahora había sido imposible la incorporación de uno en un reloj, dada la larga duración de los ciclos de este calendario y la diferencia existente con el gregoriano.
El calendario perpetuo hebreo funciona según el principio del ciclo metónico de 19 años (que es casi exactamente un múltiplo del año solar y el mes lunar). En este reloj, el ciclo metónico -también llamado número de oro- se muestra en unas esferas concéntricas a las 3 horas.
La fecha sagrada de Yom Kippur indicada cada año en el calendario gregoriano está, sin embargo, representada por una aguja retrógrada situada en la esfera a las 6 h., que vuelve a su punto de partida cada 19 años, momento en que el que se pasa a otro ciclo metónico.
Para mantener el año lunar de 12 meses acompasado con el año solar, se añade un decimotercer mes en siete ocasiones, a lo largo del periodo de los 19 años.
El resultado ha sido espectacular, como también lo son los cinco timbres diferentes del reloj y el modo nocturno, que pone el mecanismo en silencio desde las diez de la noche hasta las ocho de la mañana del día siguiente. Un lujo refinado que solo podría tener un privilegiado dueño■