Hablar de Rudolf Scheer & Söhne en Viena es lo mismo que referirse a John Lobb en St. James, Londres: dos de los más prestigiosos e importantes zapateros a medida de Europa.
Fundada en 1816 y con fama de ser los zapateros más antiguos de Europa, la casa Rudolf Scheer & Söhne se encargaba de realizar el calzado de la aristocracia y la realeza austriaca, hasta convertirse en los zapateros oficiales del Imperio Austro Húngaro en 1878 tras ganar la medalla internacional del mérito en 1873. Tanto el Archiduque de Viena como el emperador austriaco Francisco José I fueron clientes de Rudolf Sheer.
Son casi 200 años en los que la compañía lleva trabajando en la elaboración de zapatos a medida, confeccionados en la fábrica del centro de Viena. Ni guerras ni crisis económicas han impedido que se descontinúe la tradición familiar.
En la actualidad, el negocio está en manos del joven Markus Scheer, ortopedista que pertenece a la séptima generación de la familia Scheer. A sus 40 años, ha conseguido que el negocio familiar conserve la inmaculada reputación que ha tenido durante siglos, y ha logrado abrir una segunda localización (Scheer Raum) para la compañía familiar. Además de realizar exquisitos calzados masculinos y femeninos, el negocio se ha extendido a la confección de cinturones.
Para Scheer, el zapatero debe conocer a todos sus clientes personalmente, por lo que el proceso de fabricación del calzado comienza con una entrevista con el posible comprador. El mismo se encarga de tomar las medidas de los pies a sus clientes, cosa que repite en tres ocasiones a lo largo de seis meses. Es también el joven Scheer quien se encarga de hacer el primero de los últimos cortes definitivos.
Todo ello, para elaborar una auténtica pieza de arte, una labor artesanal, hecha a mano de principio a fin, con escasa utilización de maquinaria y que hace que los zapatos consten de más de 200 piezas que se unen a la perfección, como en un rompecabezas. Una labor que continúa siendo igual década tras década, con la curiosidad de que el cuero que se utiliza para la elaboración del calzado se guarda en la habitación del abuelo de Markus. Allí también se encuentran muestras centenarias de piel de cocodrilo, de becerro y hasta de cebra, que se han usado para fabricar exóticos calzados.
Todo ello hace que cada par de zapatos requiera como mínimo 60 horas para su elaboración, y que anualmente no se realicen más de 300 pares.
El resultado no es sólo impresionante, exquisito, único y de gran belleza, sino que es también un calzado cómodo, duradero (entre 25 y 30 años) y de innegable calidad, lo que lo convierte para muchos en una inversión.
Para aquellos que deseen acudir a Viena para adquirir los zapatos y botas a medida, Rudolf Scheer & Söhne están localizados en Bräunerstrasse 4.
Ademas de calzado, fabrican accesorios de cuero como carteras, billeteras, y cubiertas para teléfonos móviles y tabletas.
La adquisición de uno de sus productos incluye el servicio permanente de limpieza, por lo que siempre podrá lucirlos impecables. ■