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Poco después, en la cinta Morocco (Marruecos), del mismo director y año, la actriz escandalizó al mundo al aparecer con chistera, frac y corbata de lazo. Dietrich trabajó al principio de su carrera con los grandes diseñadores de Hollywood, desde Travis Banton a Edith Head y Jean Louis, y más tarde la vistieron los grandes representantes de la alta costura de su época, entre ellos Lanvin, Lelong y Vionnet.
Si tratamos de personajes cuya personalidad y apariencia conquistaron al público de manera fulgurante, Holly Golightly es una referencia obligada. Este personaje, interpretado por Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes, dirigida por Blake Edwards en 1961, se convirtió en un ícono popular cuya influencia impuso un nuevo estilo marcadamente sobrio y elegante. Las grandes gafas de sol negras con las que aparece la actriz en varias escenas hicieron furor entre las jóvenes de su época, y el traje negro de noche diseñado por Hubert de Givenchy —reinterpretación de la petite robe noire creada en la década de 1920 por Coco Chanel— se convirtió en una prenda obligatoria de toda mujer con estilo, gracias a la película. Hepburn hizo de Givenchy su modisto de cabecera, convirtiendo esta relación en una de las más fructíferas colaboraciones entre modisto y actriz.
Otra de estas fecundas alianzas, nacida en los platós y mantenida fuera de ellos, se dio entre la actriz Catherine Deneuve y el modisto Yves Saint Laurent, a quien el cineasta Luis Buñuel encargó en 1967 el vestuario de la actriz francesa, protagonista de su obra maestra Belle de Jour (Bella de día). Gracias a este papel, Deneuve se convertiría en musa de los principales diseñadores de su tiempo.
En cuanto al mundo masculino, Cary Grant es entre los actores el mejor representante de la elegancia clásica y se destacó a lo largo de su dilatada carrera por su impecable vestuario. Por su parte, Humphrey Bogart protagonizó Casablanca, dirigida por Michael Curtiz, un filme de 1942 en el que el actor populariza la gabardina, que hasta entonces sólo era usada en los uniformes militares y pronto, gracias a él, se volvió una prenda de uso común.
El estilo sencillo y urbano con el que apareció James Dean en Rebelde sin causa, película dirigida por Nicholas Ray en 1955, es uno de los más influyentes en la moda masculina del siglo XX. La combinación de pantalones vaqueros, camisetas básicas y botas desgastadas, unas prendas hasta entonces sólo usadas para el trabajo, se trasladó al armario de todos los jóvenes del planeta.
El cine también tentó desde sus comienzos a muchos de los más brillantes modistos del siglo pasado, aquéllos que crearon la alta costura. Cuando Hollywood se convierte en la meca del Cine, Madeleine Vionnet, Madame Grès y Mariano Fortuny no dudaron en desplazarse desde Europa para trabajar en los grandes estudios de Los Ángeles.
El modisto español Balenciaga también se sintió atraído por el séptimo arte y llegó a diseñar el vestuario de más de una veintena de películas en las que trabajaron las actrices más notables. Pero sólo el gran Christian Dior consiguió en 1953 el Óscar al mejor vestuario por su trabajo en la película Estación Termini, del italiano Vittorio de Sica.
En los caminos cruzados del cine y la moda también es muy común ver a actores y actrices famosos posar en las revistas de moda y desfilar para los grandes diseñadores. Del mismo modo, varios modelos de la industria de la moda han dado el salto a la gran pantalla.
Además, desde hace años la ceremonia de los Óscar ha devenido en un gran desfile de moda abierto al mundo donde los diseñadores buscan la mayor difusión al elegir a los actores y actrices que mejor representen los valores de sus diseños. Asimismo, el mundo de la moda ha resultado un argumento atractivo para el cine. Como muestra, dos botones: Prêt-à-porter de Robert Altman y El diablo viste de Prada de David Frankel. ■
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